Capítulo 23: Adán

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¿Cómo reaccionar cuando alguien te dice algo que está fuera de cualquier tipo de entendimiento? Sobre todo cuando la persona que te lo dice está esperando una reacción por tu parte. Algo que le haga saber que te importa, que puede seguir hablando, que puede confiar en ti.

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Gabriel boqueaba cómo un pez fuera del agua al escuchar aquellas palabras.

—¿Có-cómo?

—Siento haber soltado esto de golpe, pero si lo hubiera pensado no lo habría dicho. Sé que estarás intentando entender que por qué te lo cuento a ti.

Al ver que Gabriel no dice nada, Adán sigue hablando pensando que se merece una buena explicación de lo que acaba de decir.

—Estoy yendo al psiquiatra desde hace años. Lleva tiempo aconsejándome que hable con alguien sobre esto si quiero empezar a superarlo. Alguien importante para mí, en quien confíe. Pero, la verdad es que no conocía a nadie en quién confiar. O más bien sí lo conocía pero no me había dado cuenta  —Adán saca un cigarro y lo enciende—.  Cuando te conocí, al principio, no creía que fuéramos a llegar muy lejos. Y cuando me di cuenta de que realmente sentías algo por mí y que podía confiar en ti, me acobardé  —Adán da una profunda calada y suelta el humo despacio—.  Hablar de ello era tener que recordarlo todo y... no quería.

Gabriel estaba sudando, nervioso por no saber qué decir.

—... ¿Por qué yo? Así, de repente. Y... ¿por qué ahora?

Adán se llevó las manos a la cara.

—Porque ya no puedo más, Gaby  —Adán hizo una pausa mientras parecía prepararse para decir algo en lo que le iba la vida—.  Mi...mi padre me "quería demasiado", o mejor dicho, me quería de una manera incorrecta  —Gabriel se tapó la boca, sobrecogido—.  Abusó de mí durante años y mi madre nunca hizo nada. He sufrido pesadillas constantes casi desde que recuerdo. Durante un tiempo las pesadillas se calmaron porque tomaba pastillas para dormir pero, las dejé porque me desconcentraba y no hacía bien mi trabajo, debido a eso, las pesadillas han vuelto. La cara de mi padre, mientras me "amaba"... me atormenta todas las noches, riéndose de mí porque a pesar de haber sido violado por un hombre... me gustan los hombres  —Adán buscó bajo el asiento y sacó una botella de agua a la que le dio un gran trago—.  Hace unos días, tuve un accidente de coche. ¿Sabes eso que dicen de que cuando alguien está en peligro ve toda su vida pasar delante sus ojos? Pues en mi caso, sólo vi la cara del degenerado de mi padre y... la tuya. Recordé todo el daño que te hice... las veces que te engañé... yo...me di cuenta de que tú podrías haber sido esa persona en la que confiar. Podría haber sido feliz contigo si me hubiera sincerado, si me hubiera tomado en serio tus sentimientos... Sentí que me comporté contigo como un desgraciado. Y que entre mi padre y yo no hay... no hay tanta diferencia  —Adán suspira profundamente—.  Ahí me di cuenta de que si no lo supero, no voy a poder vivir una vida normal... si es que eso llega a ser posible algún día.

Gabriel ve como una lágrima resbala por la mejilla del moreno.

—Adán, esto es... No sé qué decir. Yo...

—Lógico. Tampoco esperaba que dijeras algo. Sólo quería que me escucharas  —Adán se limpia los ojos con el dorso de su mano.

—Si esto es cierto...

—¿Crees que me lo he inventado?  —interrumpe Adán a Gabriel con tono de enfado.

—¡No!... No. Ni la persona más canalla sería capaz de inventarse algo así.

—Quieres decir que ni siquiera yo, sería capaz de inventarme algo así, ¿no?

—Joder Adán, yo...

Línea recta (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora