Capítulo 35: Soy una asesina.

852 49 10
                                    

Dos días. Llevo aquí solo dos días pero ellos todavía no saben que eh desaparecido. El primer día Lea me obligo a matar ese chico, ayer no vino, por lo que no eh comido. Estoy hambrienta. Tengo que salir de aquí. Quizás si subo y cuando ella llegue la empujo logre salir. Es un plan de mierda, pero es todo lo que tengo. Que cutre. Mi cuerpo duele un poco por la pelea con Noah, o, lo que quedo del cuerpo de Noah. Miro culpable al cuerpo en el piso. No puedo creer que haya matado a alguien inocente, aunque fue en defensa propia, no era el mismo. Lea no sé qué les hace, pero después que sale de sus cuerpos, los deja en un estado Terminator. Y lo peor de todo, es que se enfocan mucho en mi. Siento que alguien viene, así que corro por las escaleras olvidándome que mi cuerpo está cansado, ya que no eh podido dormir en todo el tiempo en el que llevo aquí y tampoco eh comido. Pero no me importa, no es la gran cosa, eh estado en peores situaciones. Me coloco frente a la puerta y espero a que se abra, y lo hace. Dos minutos después la puerta se abre. Pero olvide un detalle. La puerta se abre para adentre, y no para afuera. Joder. Prevengo el golpe antes de que llegue. Me echó para atrás pero es tarde. Tropiezo y me caigo por las escaleras de regreso hasta abajo. Me golpeo con cada escalón en la cabeza y brazos. Debo de parecer una pelota. Joder, duele. Cuando llego abajo mi cuerpo adolorido se esparrama en el suelo. Mi cabeza me duele, igual que mi cuerpo. Bruta de mi ¿Cómo pude pasar por alto ese detalle?

—Pero miren a quien tenemos aquí —canturrea Lea. Ruedo los ojos. Esta no debe de ser mi mejor pose de héroe o chica ruda.

— ¿Blancanieves? —pregunto sarcástica. Me levanto con una mueca en mi cara.

—No, Blancanieves es más agradable —dice seca. Ruedo los ojos y la miro bien. Hoy es una chica. Tiene el pelo rubio muy chillón con mellas rosadas y es un poco gordita, solo un poco. No es muy alta, pero se ve fuerte. Levanto una ceja.

— ¿Qué quieres ahora? —pregunto irritada. La caída no me puso de mejor humor, es más, me lo empeoro.

—Dios, si eres tonta. ¿Qué más voy a querer, Ana? quiero...

—Arruinarte la vida —término por ella. Lea arruga la frente y frunce los labios. No le gusta que la interrumpan.

—Bien graciosita ¿Qué han hecho tus amiguitos todo este tiempo? —pregunta burlona. Amigos… claro. Pero no pienso decir lo contrario.

—Quieres decir ¿estos dos días?

—Si ¿Ya saben que te has ido? ¿Ya salieron a buscarte desesperadamente? ¿Están todos preocupados porque no has llegado? —pregunta sin parar. No, la verdad es que no han hecho ninguna de esas cosas. Y me molesta. Aunque no debería hacerlo, no somos amigos. Si, hemos pasado dos meses conviviendo pero la verdad es que no somos amigos. Otra persona y quizás, en otras circunstancias ya se habrían hecho mejores amigos. Pero me temo que yo soy más desconfiada. Aunque joder, cuando a Angel lo secuestraron yo fui a salvarlo, con Melany y Gabriel pero fui. ¿Y ellos no puedes mover ni un puto dedo? Claro, esta que ellos me sacaron del hechizo Bella durmiente, pero Hola, vuelvo a estar en peligro. Cuando una persona pasa dos días fuera y está claro que la OAMPE la busca, joder, preocúpate. Pero Lea no puede saber que me afecta, un poco, pero me afecta y ella no tiene que saberlo.

—La verdad es que no tienen por qué hacerlo, no somos amigos. No somos nada. Somos solo personas que viven en una misma casa. Que para mi justo, es muy vieja la verdad —miento descaradamente. Si yo fuera otra persona, no me creería. Fue la peor mentira que pude haber dicho.

—Que patética. Síguete diciendo eso, pero tú y yo sabemos la verdad. No les importas, no como ellos te importan a ti —se burla. Sus ojos tienen un brillo diabólico. Maldita zorra— te eh estado vigilando Ana, y te conozco. Eres demasiado buena. Demasiado noble. Demasiado… blanda —termina con desprecio— es por eso que todos te engañan. Estoy tan feliz por ello. Porque adoro cuando sufres, tu sufrimiento es mi alegría —dice feliz. Oh, como quiero borrarle esa maldita sonrisa de la cara para que aprenda. Pero me temo que si me someto a una lucha en estos momentos pierda. Mi cuerpo aún se está recuperando de la caída por las escaleras. Joder ¿Cómo fue tan estúpida?— ¿No tienes nada que decir Ana? —pregunta burlona Lea.

Los Psiques [#1] [SIN CORREGIR] #P&P2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora