Capitulo 3: Reunión.

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Me duele todo el cuerpo. Ayer me habían molido a golpe, fue una noche un poco agitada. Casi muero, o me capturan, que es lo mismo. Algo golpea en la casa, resonando en la estancia vacía. Maldigo por lo bajo y ruedo sobre la cama. Me arrastro por las escaleras, directo al maldito ruido. Cuando entro en la cocina, me encuentro a Kevin preparando el desayuno, con el teléfono a todo volumen. Su teléfono está conectado a unas cornetitas, por eso el maldito ruido.

— ¿Por qué prendes esa máquina infernal a estas hora? —pregunto en un gruñido.

—Alguien amaneció de mal humor —se burla.

—Si me hubieran dado una paliza los de la OMAPE, también amanecería de mal humor. Te entiendo, hombre —dice Miguel desde la puerta. Lo fulmino con la mirada por encima de mi hombro. Miguel levanta las manos en señal de paz— wow, wow. Calmao, tigre.

—Cállate, idiota —gruño— no me dieron una paliza, yo mate a muchos de ellos. Para tu información.

—Lo que tú digas, hombre —exclama Miguel ocultando una sonrisa. Lo ignoro y vuelvo mi atención a Kevin.

— ¿Qué harás de comer? —pregunto. Camino hasta la alacena y busco un Atamel. Me tomo la pastilla sin agua y miro a Kevin.

—Gusanos al ajillo ¿no te gusta? —bromea. Niego con mi cabeza divertido. Kevin siempre es muy ocurrente, dice cada cosa.

—No, gracias. Pero prefiero comida subnormal —digo. Kevin medio rio y levanta la olla.

—Comida subnormal saliendo —grita como si estamos en un restaurant, y el es el chef.

—Entonces, no nos has contado lo que paso realmente ayer —dice Miguel. Me sacudo el cabello un poco, y agarro el mesón con gran fuerza. Lo que más impacto me da, es la chica. Ella parecía humana, pero cuando comenzó a divagar sobre alguien que venía y estaba cerca, pensé que estaba loca. Solo cuando menciono a la OMAPE supe que no estaba del todo loca, y que mucho menos era humana. Entonces llegan ellos y todo se fue a la mierda. La perdí entre el desorden, y ahora no se si ella estaba viva y libre o muerta en vida, capturada. Después que ella salvo mi vida. Me siento como la mierda, mas por ella, que por todo lo demás. ¿Cómo puedo haberla dejado allí, sola, con esa gente? Ella obviamente no era su objetivo, pero ella estaba preparada. Tenía múltiples cuchillos escondidos no sé dónde y sabia pelear muy bien. Pero cuando trataron de inyectarme por segunda vez, encontré una salida por un lado del callejón. Era una ventana rota, pero me fije que, más allá, haba una puerta. La puerta era una señal de salida, y me dio esperanza. Quise hacerle una señal, lo juro, pero cuando volví la cabeza para buscarla con la vista, ella ya no estaba.

—En la reunión —digo mirando al piso. Se instala un incómodo silencio, y el aire se llena de tensión. Ellos sospechan que paso algo más, lo sé. Pero no diré nada hasta la reunión. Necesito concentrarme en que decir. No quiero parecer un hijo de puta por dejarla. Se supone que nuestra misión era salvar a tantos Psiques de la OMAPE como podamos, y ahí estoy yo, dejando a una, que para completar, salvo mi vida.

—Se enfría la comida, mis amores —dice Kevin con voz aguda. Y así la tensión y el silencio incomodo pasa. Kevin siempre sabe cómo calmar las cosas. Él es uno de mis mejores amigos.

Desayunamos entre bromas y el momento incomodo queda atrás. Más tarde, me encuentro con Julian Crawfield. Él es muy serio. ¿Quién no lo seria si la OMAPE secuestrara a tu esposa embarazada? Él tiene 30 años y hace 3 años él se iba a casar, y su esposa estaba en estado. Un día, cuando el regreso de su trabajo, su esposa no estaba. Toda su casa estaba desordenada, y la puerta abierta. La OMAPE en acción. Él tuvo que mudarse de ciudad continuas veces para que le perdieran el rastro. Cuando nos encontró, estaba lleno de rencor y odio que acepto de inmediato. Su mayor deseo es sacar a su esposa, y saber si tuvo o no al bebe. Sé que eso lo mata día tras día, que trata de vivir con ello, pero se va haciendo menos soportable cada día. Lo sé, porque tengo mi propia cruz con la que vivir, gracias a la OMAPE.

Estoy muy nervioso por la reunión. Cada vez que salvamos a alguien de las garras de OMAPE tenemos una reunión para discutir qué haremos con ellos y evaluar a los caídos. También tenemos que contar con detalle como ocurrió la operación. Esta vez, salvamos a mi hermano. Y estoy muy agradecido por ello, pero me siento como una mierda por dejar atrás a esa chica. Sé que no debo mencionarla, pero no puedo vivir con esto si no es así. Tengo que hacerlo, quizás ellos decidan buscarla. Ella era inocente. Yo la retuve para mi beneficio, ella me salvo la vida, y yo la deje a su suerte. Soy un imbécil.

—Damos comienzo a la reunión  —comienza José Grimaldi, nuestro líder. Su familia había comenzado esta organización hace dos generaciones. No sé cuántos años son esos, muchos, supongo. El mando pasa de hijo mayor, a hijo mayor. Siempre ha sido así. Nos hacemos llamar “Agentes” nada complicado y sin imaginación— ayer llevaron a cabo una operación, para salvar de OMAPE a un miembro de nuestra organización, Niall Cooper. El equipo estaba conformado por: Liam Cooper, Miguel Sandobal, Victor Gomez —dice José y nos mira. Estamos enfrente de todos los presentes. El sótano de la casa sirve para nuestras reuniones y nunca nadie se entera. Nadie llega en carro, y nadie entra o sale por la puerta principal. Todos llegan por un pasaje secreto que da con el sótano directamente. El sótano es grande y espacioso, hay más de 50 personas aquí reunidas. Por lo general vivimos 10 en la casa. Doy un paso al frente, y me preparo para relatar los hechos.

—Cuando nos percatamos que el siguiente era Niall, lo llamamos para que estuviera pendiente. Me vestí lo más parecido a Niall y corrí a su encuentro. Nuestro plan era despistarlos y luego escapar —comienzo. Me suan las manos— cuando nos separamos, yéndose Niall por el camino seguro, hubo un inconveniente —digo. La sala se llena de murmuros.

— ¿Qué clase de inconvenientes? —pregunta tenso José. Los chicos me están mirando con curiosidad. Yo no les había dicho esto, y sé que se molestaran. Todos en la sala, probablemente.

—En una calle oscura me encontré con una chica, vi mi oportunidad de quitarme mi olor con el suyo —comienzo a explicar. Todos asintieron en acuerdo. No estarán asintiendo en unos momentos— ella se resistió a darme su chaqueta. Le apunte con un arma, para asustarla. Entonces ella saco de no sé dónde un cuchillo y una pistola. Pude ver qué el cuchillo tenía una runa, igual que la pistola. No comprendí en ese momento, pero luego ella se quedó en blanco. Su mirada estaba puesta en un punto exacto por detrás de mí. Mire sobre mi hombro y no había nadie —suspiro. Todos me estan mirando fijamente, esperando, expectantes— ella salió de su trance y ni siquiera me miro. Corrió más allá de mí. Yo no entendía, le impedí que se fuera y le dije otra vez, que me diera su ropa. Entonces ella comenzó a balbucear cosas inentendibles. Hasta que menciono a OMAPE. Allí supe que ella no estaba loca y cuando al rato, ellos llegaron por el callejón, supe que era un Psique —añado. Todos exhalan el aire que contienen y el murmullo se hace cada vez más fuerte.

—Silencio ¡Silencio! —Calma José— sigue, Liam.

Suspiro. —Peleamos y en un momento, casi me inyectaron. Pero el cayó al piso. Ella, desde lejos, le clavó un cuchillo. Salvándome la vida. Encontré una salida e iba a avisarle, para escapar, pero ella ya no estaba por ningún lado y tuve que irme —digo mirando mis zapatos— la abandone. A la persona que me salvo la vida —termino. Los murmullos no se hacen esperar, y escucho, más de una vez, la palabra “malagradecido” mencionarse.

—Bueno, basta, ya, ya —calma José y entonces me mira— ¿dejaste a la chica que te salvo, por primera vez sin conocerte, la vida la dejaste a su suerte con OMAPE? —pregunta con calma.

Asiento y meto mis manos en los bolsillos. —En mí defensa, estaba rodeado por la OMAPE y ella los estaba manejando muy bien. Cuando fui por ella, no estaba. Era correr o morir. Elegí vivir.

—Entiendo tu posición, pero ¿Qué me estas pidiendo exactamente? —pregunta José. No puedo mantener el contacto visual con nadie, de repente mis pies se volvieron muy interesante.

— ¿Podrían buscarla? Necesito calmar a mi conciencia. Saber que está bien, que no estaba porque encontró otra salida —pido. Otro murmullo se extiende por el sótano y muerdo mi lengua para no decir algo desagradable.

—Por supuesto —concuerda José— es lo justo —dice. Entonces comienza a ladrar órdenes. Tengo la esperanza de que la encuentren y entonces, puedo deberle una como Dios manda y calmar mi conciencia.

[Gracias por leer]

Los Psiques [#1] [SIN CORREGIR] #P&P2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora