Capítulo 1 : Psiques.

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Despierto con un fuerte jadeo. Mi visión es borrosa por unos segundos hasta que poco a poco se va aclarando. Observo a mí alrededor. Unas cuantas mesas con sillas. Un ventanal de vidrio con letras escritas que desde mi posición, las leo al revés, alterando su significado. Detrás de ese vidrio puedo ver a personas caminando ajetreadas de aquí para allá, y carros también. Una barra que rodea un lado del lugar. Detrás de esa barra habían distintas maquinas. Una cafetería.

Entonces veo a las personas que me rodean. Están amontonadas a mí alrededor con cara curiosas. Todas están hablando al mismo tiempo. No puedo concentrarme en ninguna en particular, todos hablando hace que me duela la cabeza.

— ¿Estas bien, mi niña? —pregunta una señora mayor.

— ¿Alguien es doctor? —grita una señora.

— ¿Sufres de asma? —pregunta un hombre.

— ¡Yo soy Doctor! —grita otro hombre. Levanto mis manos para detener a todas las personas. Quiero que me dejen sola. Esto es mi tormento personal, no el de nadie. Odio que me compadezcan, esta era mi vida, siempre ha sido así y estoy bien con eso. Recojo mi bolso y salgo corriendo del establecimiento, dejando atrás gritos de supuesta preocupación de todos los clientes.

Trato de no pensar en mi visión hasta que llegue a casa, no quiero enfrascarme en un riguroso trabajo artístico en medio de la calle. El semáforo esta en verde, pero aun así cruzo corriendo. Es gracioso que hayan cosas que ya están escritas, que aunque quieras, no se puede cambiar, nunca. Los carros me pitan y gritan obscenidades, pero no me importa. Estoy apurada, necesito llegar a mi casa.

Abro la puerta de mi apartamento y cierro, con todas las cerraduras. No es ser paranoica, es ser prudente. Aunque, esas cerraduras no va a mantener afuera de quien temo. Dejo mi bolso en la mesa y busco mi diario.

Comienzo a dibujar. Mi mano se mueve por la página con naturalidad. Defino los detalles del dibujo. El ángulo de la cara del chico. La manera en que sus manos apretaban la pistola y sus ojos reflejaban conflicto y sufrimiento. Su cabello desordenado, como si tiro de él, una y otra vez.

Después de terminar, lo miro, fijamente. Sé cuándo va a pasar, la hora por las sombras y el lugar. Solo que no sé qué, exactamente, va a pasar. Hay muchas hipótesis lógicas, pero no tenía nada para afirmar con seguridad cuál de ellas era la correcta.

Suspiro y dejo el dibujo en la mesa. No sabré qué va a pasar si no voy. Me levanto y miro el reloj. 3:30 pm, solo 5 horas más.

Me llamo Anabel Gómez y soy vidente. Predecir me deja con dolor de cabeza, pero con el tiempo se ha hecho soportable, una manera de vivir. Predecir el futuro no es lo único que puedo hacer. También puedo ver las intenciones y emociones de las personas.

Pero no soy la única, en el país hay miles de personas como yo, con habilidades. En el mundo entero hay millones como nosotros. Nos hacemos llamar Psique. Se diría que estamos en lo alto de la cadena alimenticia, pero como todo en la naturaleza, tenemos un depredador.

La Organización Mundial de Arresto de Personas Especiales, la OMAPE, para abreviar. Hace 50 años, el gobierno descubrió de nuestra existencia. Y desde entonces, se encargaron de capturar a cada persona especial que encuentren por medios egoístas.

Querían estar en la cima de la cadena alimenticia, cada uno. Ellos nos llaman fenómenos o monstruos, a algunos de nuestra especie. Pero ellos, ellos son los monstruos. Cuando nos capturan, nos torturan y nos encierran en una celda oscura. Los gobiernos de cada país están unidos contra nosotros, pero cada uno con la misma idea: controlarnos y dominar el mundo. Un poco de comiquitas, pero es verdad.

Los Psiques [#1] [SIN CORREGIR] #P&P2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora