Capitulo XLI: Glurge

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Todos tenemos libros, películas, series o canciones preferidas porque, de un modo u otro, tocaron nuestras emociones: nos hicieron reír hasta rodar en el piso, asustarnos hasta soltar nuestros fluidos corporales, o llorar como niñas chiquitas.

Está bien, no tiene algo malo; yo seré el primero en admitir que soy un poco adicto a ver películas o historias depresivas. ¿Me hacen sentir mal? Algo, pero creo que es una especie de obsesión personal, o quizá me haga sentir mejor conmigo mismo y mi lugar en la vida saber que no la tengo tan mal como otros la tienen.

Evocar sentimientos es una de las labores más sencillas, y a la vez, extrañamente complejas. Muchos autores no saben exactamente cómo gatillar la emoción, como realmente reflejar la tristeza o el drama de una situación que lo amerita.

Pero otros tienen el problema opuesto, COMPLETAMENTE contrario: el sentimentalismo de algunas obras es tal que llega a provocar un poco el vomito. Es un nivel más allá qué el de simple “cursilería”: es un tipo de sentimentalismo que se siente tan manipulador, explotador, e inclusive con algunas implicaciones que pueden llegar a ser ofensivas si se les piensa bien.

Existe un nombre en inglés para ese tipo de historias: “Glurge”, y la mejor manera de definirlo también es la más simple; piensen en esas cadenas en e-mail o estados en Facebook u otras redes sociales que les llegan (casi siempre vía madre, o alguna tía que recién descubrió el internet) inspiracionales sobre personas que a pesar de todo, mantuvieron su fe (el 99% de estas historias religiosas, por alguna razón, tienen una huella digital cristiana MUY aparente), o pacientes de cáncer que superan la enfermedad por tener esperanza. No todas son así, necesariamente hablando, pero tienen elementos característicos tales como:

* Religiosidad: como mencioné, casi siempre de alguna denominación cristiana, pero la mayor parte del tiempo, es un cristianismo “light” y simplificado que no especifica de que rama se trata, sólo habla de la fe en lineas muy vagas y generales.

* Enfermedad: también como expuse, muchas de estas historias involucran enfermos de males terminales como cáncer, SIDA u similares. En muchos casos, los enfermos son niños, subrayando las dificultades de la historia. Por supuesto, aunque hay más o menos mismas similitudes, la manera en que se habla de los personajes depende mucho del tipo de enfermedad. Un enfermo de cáncer es una victima desafortunada de los caprichos del destino, mientras que alguien con SIDA es tratado como alguien que “debió verlo venir”; no siempre significa que la historia se regodeé en su desgracia, pero parece existir un tono de “juicio moral” de que alguien con SIDA es una persona que de un modo u otro, se mereció lo que le tocó.

* Muerte: en muchos casos, la muerte es idealizada a un grado atemorizante; la historia “Marcelino, Pan y Vino” es un gran ejemplo de ello: trata sobre un niño huerfano y pobre que roba comida para el Jesús de un crucifijo con el cuál él puede comunicarse. Al final, el niño muere para reunirse con su madre, y esto es tratado como un final feliz...sí, existen matices suicidas que son imposibles de ignorar en muchas historias de este tipo.

* Condescendencia: algunas historias más seculares pueden estar un poco más aterrizadas pero siguen teniendo actitudes un poco ofensivas si se les examina bien, a pesar de sus buenas intenciones.

Hay historias sobre un maestro diferente que trata de ayudar a chicos problema de una escuela, y con dedicación, paciencia e interés, logra hacer que esos muchachos salgan adelante; por supuesto, el maestro casi siempre es blanco y los niños de otras razas (negros, hispanos, nativos, etcétera) por lo que parece enviar el mensaje que “razas inferiores” necesitan guían de aquellos arriba de ellos para poder progresar.

O también historias sobre personas discapacitadas que son puestas como casi santos, más allá del bien y del mal que logran superar problemas enormes; no tiene nada de malo buscar inspiración para superar los retos del día a día, pero el modo en que los discapacitados se les representa es casi sobrenatural, al grado de que, a pesar de que se quiera ser amable y el objetivo sea positivo, terminan luciendo como, bueno, no-humanos; personas aparte.

* Falta de Sutileza: en estas historias, queda muy claro el limite entre el bien y el mal, y aquello que es moral y correcto y todo aquello que no: los buenos lo son casi a un nivel divino y los malos lo son de un modo tan exagerado que es caricaturesco.

* Espiritualidad: en aquellas historias dónde el tema no es el cristianismo, o para el caso alguna religión conocida, existe una vena de misticismo casi religioso que se puede seguir sintiendo; existe toda una industria de libros sobre el poder del pensamiento positivo, la autoestima, la fe en la energía cósmica o temas varios de términos de ambigüedades espirituales que, en la mayor parte del tiempo, y una vez más, aunque sus intenciones sean buenas, no tienen fundamento real.

Una historia no es mala por si misma, al menos no lo creo, ni siquiera estás; si alguien gusta de estas obras, está en completa libertad, y como dije antes, yo mismo en ocasiones caigo en sus trampas. E inclusive, pueden de hecho tener mensajes inspiradores: está bien que un maestro sienta la necesidad de dar la milla extra para ayudar a sus alumnos, está bien pensar positivo y optimista para no desfallecer ante los constantes y abrumadores problemas que un adulto promedio debe enfrentar; si alguien tiene fe en Cristo, en Buda, en Mahoma o en la energía cósmica del universo y le ha ayudado en su vida, ¡bien por ellos! ¡Es completamente aceptable! Pero el verdadero problema es cuándo se quiere imponer esas historias como una verdad absoluta: un maestro puede interesarse e involucrarse todo lo que desee, pero al final, se necesita más: se necesitan recursos, se necesita equipo, se necesita un buen programa de estudios; en general, cosas reales, cosas concretas que produzcan resultados; un paciente de cáncer necesita más que oraciones y plegarias: tenerlas, o invocarlas no produce mal alguno, y si alguien cree en su fe, no los culpo por intentar algo que sus credos les dicen que es algo a lo que pueden recurrir, pero sería espantoso pensar que es un substituto a verdadera medicina y tratamientos necesarios.

Una obra “glurge” puede ser aclamada, pero pensemos bien y deconstruyamos un poco algunos ejemplos:

* La película “Forrest Gump”, el personaje titular triunfa en todo en lo que participa sin nunca cuestionar el sistema, simplemente hace lo que todos le dicen; mientras tanto, el personaje de Jenny, que decide unirse al movimiento de contra-cultura de loo 60 y cuestionar lo establecido, y termina en malas relaciones, drogadicción y enfermedad que sólo le traen desgracia y tristeza.

* La mayor parte de la obra de Ayn Rand, venerada por libertarios y estudiantes de universidad sobre-privilegiados, parece tener el mensaje de “el potencial humano está limitado por las reglas”; claro, es frustrante la burocracia, pero hay que pensar que simplemente sin reglas no habría sociedad en primer lugar, y si existen las reglas es para proteger un poco a los débiles de los fuertes.

* El show “Law & Order: Special Victims Unit” casi siempre es apreciado por su realismo e historias, pero en muchas ocasiones parece existir un tono de “reprimenda”: los casos que tratan son de naturaleza sexual y parecen querer decirnos que cualquier relación que se salga de lo convencional llevara a ilegalidad, violación y/o muerte.

* Caricaturas de otros tiempos como “The Care-Bears” tenían personajes que se encargaban de tratar de dar felicidad a quienes veían: nada malo, pero lo tratan como un absoluto; en ocasiones una persona necesita espacio para reflexionar, un espacio para dejar sentir su tristeza.

* El libro “El Secreto” habla de que la visualización positiva ayuda a obtener resultados y los deseos que uno posee. Nada mal, hay que mantener el optimismo, pero uno podría deducir que lo opuesto puede pasar también: una victima de una desgracia puede ser culpado por no pensar positivamente. La propia autora, Rhonda Byrne, declaró en una ocasión que desastres como el gran tsunami del 2006 sólo le pueden pasar a la gente que está “en la misma frecuencia que el evento”, casi pareciendo sugerir que ellos tuvieron la culpa de su infortunio.

Creo que hay que aprender a poner en contexto estas historias: no tomarlas muy en serio, a pesar de que precisamente quieren ser tomadas así.

Shalom camaradas.

PD: Si no comparten este mensaje, está bien, pero harán llorar al niño Dios.

PD II: Por favor, visiten mi nueva novela, “Irene y el Ave de Fuego”, o me harán llorar a mi.

FiccionandoWhere stories live. Discover now