Capitulo XXII: Disneyando (La Bella y la Bestia)

848 38 9
                                    

La serie continua con un filme que, voy a ser honesto, encuentro muy dificil del cual hablar; no porque no sea de mi agrado, sino justo lo opuesto: “La Bella y la Bestia” es una de mis películas favoritas, animación o imagen real, así que tratar de ser de todo neutral y balanceado respecto a los aspectos positivos y negativos respecto al mensaje va a ser, quizá, un poco más difícil qué en entregas anteriores de esta mini-serie.

Pero comencemos, para calentar, con el siempre útil contexto.

Para 1991, la compañía Disney estaba recobrando fuerza y por sobre todas las cosas, relevancia comercial: “La Sirenita” fue un enorme éxito comercial y de criticas que inauguró para muchos la llamada “Edad del Renacimiento”, muchos incluso argumentarían que no únicamente en exclusiva para la empresa, sino para la industria de la animación en general.

“La Bella y la Bestia” fue más que un éxito; fue un autentico fenómeno: muchas personas que estigmatizaban a Disney como algo del pasado tenían que reconocer la trascendencia de una película que tiene el honor de ser el primer filme de animación nominado a un premio de la Academia. Hoy en día es vista como quizá la “obra maestra” de esta era en la compañía del ratón.

La trama nos cuenta la historia de Belle, una joven de la Francia del medievo tardío que ama leer y tiene una mente curiosa y brillante; su padre queda hecho prisionero por un príncipe transformado en una bestia tras haber traspasado en sus dominios, y con tal de que lo deje escapar, Belle se ofrece a ocupar su lugar como su prisionera. Poco a poco ella descubre que la bestia, a pesar de ser dura y hostil en un comienzo, tiene en realidad sentimientos complejos y progresivamente se va humanizando.

Desde esa pequeña sinopsis, creo que vemos un punto clave respecto al personaje protagónico: su curiosidad intelectual. Un personaje que lee de manera asidua y constante es, tradicionalmente visto como uno de una mente activa y destacada. Más aún tomando en cuenta que aunque la época en que el filme se desarrolla es un tanto indefinido, uno puede suponer que es uno dónde la lectura no se consideraba la norma, dado que inclusive en muchos casos las personas no sabían ni leer. Belle destaca como una especie de “mente adelantada”, y no es para menos; su padre es un inventor, así que podemos ver que su curiosidad es una cuestión de herencia. Las princesas anteriores, de la llamada era clásica, no parecían tener una fineza intelectual tan grande; tampoco es que diga que sean estúpidas, pero creo que ninguno de nosotros las recuerda leyendo algo más largo que una nota.

Es curioso si la comparamos con digamos, Ariel: ella también demuestra una curiosidad intelectual, pero hay una marcada diferencia entre ambas. Belle tiene una más “formal”, por llamarlo de alguna forma: lee literatura de una manera constante, mientras que Ariel colecciona objetos del mundo humano. Casi hay cierto simbolismo entre la diferencia en la que ambas aprenden, dónde se puede interpretar a Ariel como el conocimiento empírico (aprendido a través de la acción y la experiencia) y a Belle como el conocimiento teórico (aprendido a través de guías, textos y literatura), pero eso ya sería leer demasiado entre lineas.

También hay otro contraste: sin dar una edad especifica, Belle parece y actuá como una mujer mayor; sigue siendo joven sin duda, pero creo que no sería increíble si nos dijeran que ella es quizá cuatro o cinco años mayor a Ariel, y si esta última es una adolescente, eso colocaría a Belle como una joven adulta en edad universitaria. Pero al mismo tiempo, no existe el “aseñoramiento” como en las heroínas clásicas como Cenicienta o Blancanieves. Es un tipo de madurez muy especifico, centrada y racional pero al mismo tiempo abierta a nuevas experiencias; es un equilibrio delicado, o al menos lo era para la epoca en que el filme salió, y de verdad marcó un nivel de personificación más sofisticada y pensada que lo qué había venido anteriormente.

Belle, así pues, representa muy bien un tipo de heroína quizá no revolucionaría (al final del día, se sigue enamorando y sigue teniendo un final feliz) pero sí evolucionada; uno de los grandes aciertos de la película es que no deja claro el periodo de tiempo en el que cual Belle se quedó con la bestia, pero pasa de una estación cálida al invierno y de nuevo a una estación cálida. Eso ayuda a dar la impresión de que la relación romántica no fue espontanea ni de la nada, sino que se fue desarrollando con tiempo. Inclusive Ariel, la princesa Disney más moderna hasta entonces siguió un esquema de enamoramiento en un periodo de tiempo corto.

También es curioso resaltar el acto que detona la trama principal: Belle decide hacer un sacrificio por el bienestar de su padre. Quizá no sea el adjetivo correcto, pero se podría calificar que el actuar de las heroínas anteriores como egoísta: no al grado de poner en riesgo el bienestar de los demás (exceptuando Ariel, la cual de hecho si llegó a poner en riesgo el bienestar de algunos seres queridos), pero sí en el sentido de que sus sueños y metas tienden a involucrarlas a ellas y sólo a ellas. Belle actua de una manera altruísta, aunque sin dudas es extraño que una hija sacrifique su bienestar para salvar a un padre, no tanto porque no sea algo que pase o que muchos no haríamos, sino porque casi cualquier padre trataría de convencer que es el deber de los padres resguardar el bienestar de los hijos, hombres o mujeres por igual.

Hasta este punto hemos tratado una serie de caracteristicas que ponen a Belle como un personaje bastante positivo, mas todos y cada uno en esta serie tienen lados que pueden leerse de una manera opuesta y en el caso de ella, no hay excepción.

En esencia y al igual que la mayoría de las historias de “princesas”, hablamos de una cinta de romance, no revelamos la gran verdad ahí, pero una interpretación interesante es que se trata de una relación nacida por el “Síndrome de Estocolmo” (un fenómeno que, en términos simples, es cuándo un secuestrado empieza a simpatizar con su secuestrador). Belle está confinada en un castillo enorme, con muchas habitaciones y hasta una biblioteca que se vuelve rápidamente en su lugar favorito del lugar, pero confinada al fin y al cabo. Quizá a muchos de nosotros, agorafóbicos y socialmente inadaptados la idea de permanecer en un sólo lugar con todos los libros del mundo sea tentador, pero para la mayoría de las personas aún con sus ventajas iniciales, sería algo aterrador.

¿Belle tiene síndrome de Estocolmo o es sólo un caso clásico de (perdonen la falta de un mejor nombre) “me caes mal pero de la nada me gustas”? Difícil de decir; al igual que casi cualquier otra experiencia de la vida que a pasado a través de la lente de Disney, el cautiverio puede presentarse de una manera demasiado idealizada: no es como si a todas las victimas de secuestro las ubiquen en un castillo en Francia.

Pero creo que hay otro detalle que muchos no tocan y puede representar un tópico vital respecto a como se presentan los personajes femeninos en ficción.

Belle lee, es hermosa, es altruista, de poco a poco logra suavizar el corazón de su captor, en fin, ella es...perfecta. Quizá no al grado de lo que en los circulo de los escritores de fanfics llaman una “Mary Sue”, pero es un personaje que no parece tener fallas notables. Como ejemplo para las niñas, creo que es uno bueno, pero como personaje, quizá puede lucir algo “vano” y “plano”.

Sin duda es una mejora respecto a princesas anteriores, pero plantea el hecho de que a menudo, se espera que los personajes femeninos sean menos personajes y más modelos a seguir; esto es una reacción natural a tantos y tantos años de personajes femeninos superficiales y con roles limitados. Pero creo que en muchos ámbitos, la creación de personajes de este tipo se fue al otro extremo: la mujer es más inteligente, intuitiva y sensata qué sus contrapartes femeninas, y no puede tener defectos o fallas. Muchas son las telecomedias en las que el padre es tonto, ebrio y/o flojo mientras que la madre es la racional y sensible que siempre tiene razón al final del día.

Pero esas buenas intenciones han hecho que muchos resientan esa representación: los personajes que son buenos ejemplos a menudo tienden a ser muy aburridos. Por eso recordamos a Homero, no tanto a Marge. Afortunadamente en los últimos años hemos visto un aumento de personajes femeninos con grandes defectos, y eso no hace que su representación sea machista, sino todo lo contrario: series como Girls o 30 Rock, inclusive series de animación ya con años como Sailor Moon (no soy un gran fan de esta, pero reconozco los enormes méritos de traernos heroínas con personalidades bien definidas y equilibrio entre defectos y virtudes) muestran mujeres con grandes fallas, pero eso las hace más identificables; un personaje perfecto que siempre hace lo correcto llega a ser tedioso (y de ahí volvemos al punto anteriormente tratado de que por algo los villanos en últimas fechas se han vuelto más populares qué muchos héroes).

Belle no es necesariamente aburrida, pero quizá algo con el que muchos no podamos identificarnos de todo; es un tipo diferente de acartonamiento, no al grado de las princesas de antaño, pero si uno en el que quizá no se vuelva el personaje más llamativo.

Belle representa una era en la que se volvió de verdad un tema de discusión la necesidad de encontrar maneras de hacer mejores personajes femeninos, pero en cierta manera, en un intento de hacer mejores ejemplos, se olvido de lo básico: un equilibrio entre fallas y virtudes. Por lo menos representó un paso adelante en caracterización, y abriría el camino a mejores maneras de construir personajes femeninos.

FiccionandoWhere stories live. Discover now