Capitulo XXXIII: Sobre Tweens y Cosas Peores

842 44 19
                                    

En un comentario que una usuaria dejo en uno de los capítulos correspondientes a la mini-serie “Disneyando” (que agradezco a ustedes, porque resultaron ser mis textos más populares de Ficcionando) ella expresó que inclusive las princesas más “clásicas” seguían siendo mejores ejemplos qué los que ponía una telenovela juvenil de nombre “Violeta” y como una serie hacía ya ponía en la mente de algunas niñas demasiado pequeñas para usar un ordenador sin supervisión parental cuestiones como si estaba bien tener dos novios al mismo tiempo.

Inocencia de la juventud supongo, pero al mismo tiempo trajo un tema que vale la pena tratar respecto a mucho del entretenimiento infantil y juvenil que se hace en la época moderna.

¿Están los medios forzando a crecer a los niños?

No soy alguien que se asuste moralmente, que piense que tal estilo musical corrompe a la juventud o que cierta serie va a traumarlos para siempre, pero hay algunas observaciones que quizá no van más allá de mi experiencia personal pero estoy seguro que varios y varias de ustedes (en especial si son de más o menos mi edad) han notado.

Cuándo era niño, veía series animadas como Animaniacs y comedias como “El Príncipe del Rap”; todavía se rotaban en la televisión los legendarios cortos de Bugs Bunny y hasta los de Mickey Mouse. Los juguetes de moda eran las pistolas de agua Nerf o los videojuegos de Snes y el Sega Genesis. ¿Era un paraíso mi infancia? No de todo: fui alguien victima de las burlas por...prácticamente cualquier cosa de la cuál uno puede ser hecho burla. La gente era idiota, pero el entretenimiento era bueno.

De pronto, recuerdo que en algún momento entre los 11 y los 12 años, todo comenzó a cambiar: no era ya tan de moda traer mochilas de Star Wars o en el caso de las (algunas) niñas, de Barbie. La ropa también comenzó a transformarse; usar shorts, o pantalones cortos con tenis que brillaban no era ya tan bien recibido. Los blue jeans comenzaron a ocupar su lugar; las niñas comenzaban a maquillarse y a usar faldas cortas, y los niños de hecho se estaban poniendo lociones y perfumes para no apestar como cerdo enjaulado. Yo llegué relativamente “tarde” a esos cambios pero eventualmente, y como todos, fui parte de ellos.

Es natural que se cambien algunas cosas por otras conforme uno se vuelve adolescente. Creo que hay una frase que dice “todo lo que quería de niño y odiaba de adolescente lo amo de adulto” que ejemplifica muy bien el modo en que los gustos de una persona van cambiando con la edad. Pero al mismo tiempo, creo que debimos haberle dado un gran susto a muchos padres dado que aunque ellos reconocían que no podíamos ser infantes por siempre, algunos expresaban preocupación de que parecíamos crecer muy rápido.

Una tía abuela llegó a decir que uno no era “oficialmente” (o sea: para ella) un adolescente hasta los 15 años. La gran mayor parte de mis compañeros al igual que yo nos hubiéramos sentido ofendidos por tal observación, pero desde los 90 parece haber una presión especial por parte de la sociedad que se ve reflejada en la ficción que vemos para que los niños dejen de ser niños a edades cada vez más tempranas, y en vez de seguir viendo dibujos animados se hagan preguntas sobre el corazón y las relaciones.

En mercadotecnia, desde ya hace varios años, existe el término de “tween”: alguien entre los 10 y los 12 años (casi siempre mujer pero no es un concepto que se puede aplicar exclusivamente a ellas) que se encuentra en un estado intermedio entre la infancia y la pubertad-adolescencia temprana. La palabra fue inventada por nadie más y nadie menos que JRR Tolkien (con un significado diferente, claro está) pero no fue sino hasta los 90 cuándo fue adoptada por los negocios para referirse a un segmento del consumidor especifico. Creo que lo más cercano en español a tal palabra es la de “pre-adolescente”, que más o menos reflejaba el estado de haber dejado de ser algo pero todavía no ser de todo otra cosa.

FiccionandoМесто, где живут истории. Откройте их для себя