Capitulo XVI: El Tema

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Las primeras historias de la humanidad, aquellas narradas alrededor del fuego tras un día de cacería se contaban con dos objetivos básicos:

* Entretener

* Educar

Y justo en el medio, nació un concepto de la creación literaria tan universal y perpetuo, que no ha cambiado mucho desde que los humanos primitivos comenzaron con la labor de crear ficción: el tema central.

Toda historia, libro, cuento, película, serie o demás lo posee, al menos toda creación que tenga aspiraciones más o menos serias: el tema central es la idea, la filosofía o el mensaje de la historia. Inclusive en obras no-educativas, existe la sensación de “motivo”, de punto; de que aquello que acabas de escuchar, ver o leer no fue entretenimiento puro, sino que existió una postura o posición expuesta frente a la vida, la muerte o cualquier otro aspecto de la vida.

No hay que confundir con la moraleja, la cuál es una lección moral que una historia está intentando presentar. El tema central no es tan claro; se trata de algo más sutil. No siempre es una conclusión mágica y comprensible, sino que en ocasiones puede ser justo lo opuesto: una pregunta. O inclusive puede ser sólo un tópico central, el eje en el cuál la historia gira. Claro, en ocasiones, la moraleja y el tema central no son tan distintos el uno del otro.

¿Siguen sin comprenderlo de todo bien? Bien, daré ejemplos de temas centrales con distintas obras de ficción de diversos medios.

* Peter Pan: la infancia es efímera, así que aprovecha mientras puedas.

* El Mago de Oz: el poder que reside en todos nosotros, inclusive si no lo notamos en primera instancia.

* Spiderman: con un gran poder llega una gran responsabilidad.

* Casablanca: algunas causas valen la pena al grado de sacrificar el amor.

* Up: la vida es una aventura constante y no termina en realidad.

* Un Cuento de Navidad: ¿Qué causa que un hombre cierre su corazón? ¿Y es posible la redención?

* Batman: los traumas que influyen y forjan nuestro carácter adulto.

* El Club de los Cinco: aquellos que se ven tan diferentes pueden en realidad no serlo tanto.

* El Gran Gatsby: el lado corrupto y amoral del sueño americano.

Traté de incluir un poco de todo, y como pueden ver, a pesar de las notables diferencias entre cada una de las obras referenciadas, todas poseen un fuerte y distinguible tema central. Uno inclusive puede dar el argumento que se pueden hallar temas centrales en, inclusive los fundamentos de distintas religiones o cultos alrededor del mundo; la mitología griega parece tratar de variaciones de la misma historia: mortales que por orgullo se atrevieron a retar a los Dioses, y como consecuencia terminaron castigados. El judaísmo pone énfasis en la obediencia a la ley; el cristianismo en que la redención es posible hasta para los miembros más marginados de la sociedad, y el islam, en que la manera de acercarse a la divinidad es por la completa sumisión del ser.

El tema central da un sentido de “causa” a una obra: cualquier libro podría servir para pasar el tiempo, pero el tema ayuda a distinguirlo, a que encuentre su propia voz. ¿Qué tienes que decir, qué tienes qué contar que no pudiera escuchar en otra parte?

Por supuesto, la ausencia de tema central no necesariamente significa que no haya existido punto, o que una obra no es buena, del mismo modo en que en ocasiones un libro malo puede de hecho tener un tema central que en teoría, no es tan malo. No soy fan de los libros de “Crepúsculo” (no necesito exponer argumentos aquí dado que, ni es el punto, ni presentaría algo que no hayan presentado otros antes), pero uno puede argumentar que no tienen mal tema central en realidad. Uno podría decir que este es “la lucha por contener los deseos internos”, pero, como muchos otros conceptos literarios, en ocasiones algo en teoría interesante puede fallar en la ejecución.

Es probable que muchos de ustedes, autores colegas de novatazgo, tengan temas centrales en sus obras y nunca se lo hayan puesto a pensar en realidad, y es que un tema central puede ser muy personal, y por el simple hecho de que una obra sea escrita por dicho autor, la obra se ve impresa con la “huella digital” del autor. Sería difícil que no fuera de tal modo, dado que la manera en que uno va creando una obra es muy característica de cada uno, como la manera de hablar o la forma de caminar. ¿No será interesante volver a revisar lo que hicieron y ver que dijeron sin realmente haberse dado cuenta que lo dijeron? Al menos lo fue para mi.

Y sin dudas, será también entretenido revisar las obras favoritas de uno en cine, televisión o literatura y tratar de deducir que nos quisieron decir.

Shalom camaradas.

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