Capitulo XXXVII: Había Una Vez...

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Probablemente fueron el primer tipo de literatura que muchos de nosotros conocimos y establecimos contactos; una tradición en la creación de ficción que es prácticamente universal y omnipresente que todavía en nuestros tiempos contamos, y no solo repetimos, sino que cambiamos, parodiamos, deconstruímos y reconstruímos a nuestro placer.

Hablo de los cuentos de hadas.

El tema fue tocado de modo parcial en la mini-serie “Ficcionando”, pero en esas ocasiones se trató de cuestiones respecto a personajes y a modos en los que un cuento de hadas podría ser interpretado; a diferencia, en esta edición, veremos un poco sobre las bases de un cuento de hadas, porque son cómo son y aquello que lo diferencian de otros tipos de narrativas, como digamos, la novela.

Como dije en el párrafo primero, estamos hablando de un tipo de ficción que todos conocemos y que no tendría demasiados problemas en que entienden a lo que me refiero: todo pueblo, cultura y tradición tiene infinidad de cuentos, desde el Lago de los Cisnes hasta Pinocho, desde las Noches de Arabia hasta el Gato con Botas.

Pero a mi me corresponde no tanto dar su definición, sino más bien, analizarla, así que, vamos al punto.

¿Qué características tiene un cuento de hadas? Si preguntara a una persona al azar, me daría una serie de puntos notables tales como:

* Su duración. El cuento es breve y corto, mucho menor qué otros tipos de narrativa. Es una historia que puede ser contada en minutos, no sólo porque su trama tiende a ser de corta duración sino que hasta los detalles son tratados de una manera general, no especifica: si la princesa del reino tiene un vestido hermoso, quizá se narre el color de su atuendo, quizá el material, pero no mucho más allá de eso. Si el dragón que la tiene prisionera es muy atemorizante, puede decirnos que tiene cuernos, que respira fuego y...no mucho más.

* Temas fantásticos. No sólo hay dragones como mencioné: pueden haber brujas, duendes, gigantes y otra clase de criaturas sobrenaturales. Existe magia, existen los conjuros y las maldiciones. Existen zapatos encantados o espadas bendecidas.

* Temas sencillos. Seamos honestos: inclusive en los cuentos de hadas más elaborados, los personajes no tienen demasiada personalidad. Los villanos son malvados, los héroes moralmente rectos, ambos casi a niveles totales. En retrospectiva, puedo entender como Disney batalló tanto para hacer personajes femeninos (o masculinos también en muchos casos) interesantes porque no tenían mucho con qué trabajar con el material original. Las metas de los personajes también son simples: el héroe quiere rescatar a la damisela, un príncipe quiere casarse con una hermosa mujer por su belleza y...no mucho más.

En cierto modo puede explicarse porque, en general, los cuentos de hadas presentan versiones muy idealizadas de una visión del mundo: el bien triunfa, el mal pierde. Así pues, los personajes, ya sea el caballero, la bruja, el hechicero no son tanto personajes en si mismos como más bien representaciones de ideales. No importa que el héroe o la heroína tengan personalidad como simplemente actúen de la manera socialmente aceptada por el contexto de la cultura y el tiempo y que lleguen a su objetivo.

Pero a menudo existe una versión distorsionada de los cuentos de hadas: justo acabó de mencionar que estas historias representan versiones idealizadas del mundo y de los valores, pero tampoco son todo dulzura y luz. La primera versión que uno tiene a la mano de un cuento de hadas es la versión de Disney, y ellos se han ganado por algo la fama de hacer historias edulcoradas, pero si uno revisa los cuentos originales, podremos ver que algunos de ellos eran tan oscuros que harían palidecer a Tim Burton: asesinatos, violaciones, regicidios, mutilaciones...es extraño que eso se haya considerado historias dignas de ser contadas a los niños pequeños, pero supongo que es una de esas cosas que se pueden explicar al recordar que los valores de antes difieren muchísimo de los modernos y que, en épocas de oscurantismo, insalubridad y guerras, los niños desde edad muy joven eran conscientes de los riesgos de su mundo.

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