Capitulo XXV: Disneyando (Mulán)

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Corría el año de 1998; el nuevo milenio se estaba acercando, y la Disney enfrentaba ciertas dificultades: los viejos trucos no servían, o mas bien no al grado al que se esperaba. Las cintas seguían dando dinero, pero parecía que la época en la que se volvían clásicos modernos y llenaban las salas por meses parecía haber quedado atrás.

La Disney siempre ha enfrentado voces criticas respecto al modo en que presentan los mundos y sus valores, y por sobre todas las cosas, a sus personajes femeninos; el punto de esta propia serie es analizar la manera en la que a través de las décadas han cambiado el modo en que presentan a sus heroínas, tratando de sobrepesar aquello que se puede llamar positivo con lo negativo de toda clase de argumentos. Pero esas voces se volvieron más obvias en la década de los 90 y era más difícil tratar de fingir que el mundo no había cambiado, y que lo que se esperaba de una protagonista era diferente a lo que se esperaba en los años 30 o los 40.

Mulán representó quizá, el intento de tomar una dirección diferente.

En esencia, muchos de los filmes princesescos son historias de romance; hay grandes tonos cómicos y de aventura, pero predominantemente el tema gira en torno al amor. Mulán parece estar construida con una proporción diferente: hay amor, pero es apenas tocado de una manera implícita, dado que la historia es, predominantemente, una aventura.

Mulán nos presente una trama muy distinta a lo que habíamos visto: basada en una leyenda china, nos cuenta como una joven tiene que fingir ser hombre para poder entrar en el ejercito en lugar de su padre, un hombre ya cansado y de salud frágil, y luchar contra los invasores bárbaros que avanzan hacia su país.

Sin duda, la naturaleza del conflicto es algo como no se había visto: Mulán no desea conseguir el amor, o buscar “más”. La meta y la motivación son muy claras, así que tenemos grandes bases para un personaje.

Muchas consideran a Mulán como la princesa más “feminista”, y quizá la única personaje de este tipo de Disney que puede considerarse como un magnifico ejemplo a seguir, y en realidad, concuerdo con tales aseveraciones, pero al mismo tiempo hay que tomarnos algo de tiempo para ver que algunas cosas no son tan sencillas como ver a una heroína que rechaza todo lo femenino y empuña las armas; lo que hace a Mulán un gran personaje no es que sea una heroína valiente que se lanza sin temor al campo de batalla...sino porque de hecho, no lo es.

Mulán desea en un principio caber en las expectativas de lo que se espera de su género: se arregla, y se espera que consiga un buen partido para matrimonio, pero falla en tal hecho. Y la razón por la que va a luchar en el ejercito no es porque guste de pelear o por una convicción personal, sino para proteger a alguien a quién quiere. Esto es muy importante porque muchas personas confunden lo que hace un buen personaje: creen que debe ser un ejemplo primero, cuándo en realidad eso debe derivar de lo bien construido que está. Mulán no es una amazona que busca gloria personal: es un personaje con miedos, temores y que ella misma no está segura que está tomando el camino correcto.

Y eso es maravilloso.

En ocasiones anteriores he mencionado que cuándo se quiere hacer de un personaje un buen ejemplo para los niños (o en este caso, para las niñas) se corre el riesgo que se vuelva vació y aburrido; la genialidad de Mulán no es que no tenga miedo, sino que lo tiene, y aún así, convencida de que se debe hacer un gran sacrificio para salvar a alguien más, actuá del modo en que lo hace. Todos tenemos miedo a algo, a alguna situación que se nos puede salir de control, ¿qué es mejor? ¿Con qué nos podemos identificar más, niños o niñas, adultos o jóvenes? ¿Con una guerrera perfecta que salva a todo el mundo? ¿O con un personaje con obvios miedos y que poco a poco va sacando lo mejor de sí?

Mulán, así pues, es un gran personaje no porque sea perfecta, o siquiera esté cerca de ser perfecta, pero porque es perfectible: aprende de sus errores, y su determinación logra superar aquello que le puede espantar y hasta las barreras de género.

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