Capitulo XXXVIII: Por la Periferia

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Cuándo estudié la universidad, mi maestro de mercadotecnia nos dijo un consejo que tiene más y más sentido conforme me vuelvo mayor: “Apunta a algo especifico”. La lógica era que si tratabas de hacer algo que apelara y gustara a muchos, lo más probable es que todo tu esfuerzo se diluyera y perdiera fuerza.

O como dijo Bill Cosby: “No conozco la formula para el éxito, pero la formula del fracaso es tratar de complacer a todos al mismo tiempo”.

Lo mismo sucede con los libros: claro, lo mejor es escribir lo que a uno le gustaría leer, pero al mismo tiempo, si tienes alguna aspiración de llegar a tener algo de audiencia, debes recordar a qué audiencia tratas de escribir. Los que leen historias de horror pueden no estar interesados en demasía con un drama juvenil y viceversa. No hay que ser como un sol, con la luz pegando en todas partes, sino como un rayo láser, con todo el poder enfocado en una sola área.

Pero, ¿qué pasa cuándo una obra termina gustando a un público que nadie esperaba? Niños y niñas, he aquí el tema de hoy.

“Público meta” son esos individuos a los que queremos llegar, no importa si queremos venderles las virtudes de un nuevo detergente, o si queremos que lean nuestras historias; uno debe conocer a su audiencia, qué espera y qué quiere. Tiene sentido que ciertas lineas de juguetes peguen más con niños o con niñas dado que se gastan dinerales en los estudios de mercado para determinar cómo venderles los productos (claro está; algunas niñas preferirán los carros y algunos niños las muñecas Barbie, yo no juzgo a nadie y queda para un debate posterior si las preferencias de ciertos productos son naturales o meramente una construcción social artificial, pero para fines de simplificar el tema, vamos con el ejemplo básico), pero algo que es enormemente popular estadisticamente tendrá un pequeño porcentaje de personas fuera del público meta.

A estos se les llama “público periférico” o “demografía periférica”, y pasa en prácticamente toda creación hecha por manos humanas, comercial o artística: Madonna siempre hizo música llena de temas feministas, y sin embargo, tiene una enorme base de fans de hombres homosexuales, a los cuáles el mensaje de independencia y de no dejarse influenciar por la sociedad les resonó de una manera muy cercana; “Diary of a Wimpy Kid” es un libro de comedia y vivencias de un niño en edad escolar que tiene una gran cantidad de fans adultos, debido a que ven a esta historia como una especie de “viaje por la nostalgia” similar a series como “Los Años Maravillosos”; muchos adultos ven hoy en día caricaturas como “Hora de Aventura” por sus temas surreales y extrañamente oscuros.

Que va, probablemente en ejemplo más bizarro de este fenómeno sea el gusto de muchos adultos varones por el remake de la vieja franquicia “My Little Pony” al grado que es casi un caso de estudio por cuenta propia, pero tomando en cuenta que desde siempre han existido mujeres que recuerdan preferir caricaturas “de niños” como He-Man o Dragon Ball porque tenían acción y conflicto (algo que lamentablemente mucha ficción orientada a las niñas carecen) supongo que simplemente no vemos algo nuevo en cuánto a romper las barreras de género.

Todo producto u obra tiene una fracción pequeña de fans fuera del público original pero algunos llegan a tener un número tan considerable que son una parte muy visible de la obra. ¿Qué puede causar esto?

Entre algunas respuestas:

* Nostalgia: muchas obras han estado presentes desde hace años, y en ocasiones los fans adultos siguen comprando, viendo y leyendo tales obras porque fue con lo que crecieron. Series como Once se basan en personajes de cuentos de hadas que todos conocemos, así que hacer una versión “madura” de tales personajes no requirió de tanta explicación. Y si alguien leyó creciendo a Nancy Drew o Harry Potter, no es extraño suponer que tendrán interés en ver una película basada en ellos.

* Resonancia: hay algo en la obra que de manera involuntaria habla a los fans fuera del objetivo; “The Hunger Games” es un libro juvenil que tiene muchos fans adultos que se sienten identificados con la constante lucha por sobrevivir en un sistema corrupto y elitista (intenten tener una pasantía y sabrán a qué me refiero). Muchos adolescentes modernos escuchan a bandas clásicas como los Beatles, Queen o Pink Floyd porque muchas de sus canciones tocan temas de rebelión juvenil, cosas que no han pasado de moda y probablemente no lo harán pronto. La cinta de Pixar, Ratatouille ha ganado una especie de culto entre estudiantes de arte dado que es una de las películas que mejor expresa lo que se siente tratar de crear algo nuevo y estéticamente bello.

* Casualidad: en ocasiones, hay factores externos que juegan un papel en que algo se convierta popular con un grupo u otro. El programa estadounidense de concursos “The Price Is Right” tiene como público principal gente mayor, retirados que tienen tiempo de ver la televisión vespertina (una hora en la que la mayoría de los adultos están en el trabajo o la escuela). Sin embargo, el show tiene una pequeña pero considerable base de fans universitaria, debido a que como en ocasiones los estudiantes tienen horas extrañas para sus clases y deben hacer tiempo entre una y otra, tienen oportunidad de ver televisión en la cafetería, en el dormitorio o en sus casas y se engancharon al show.

* Fetificación: el sexo vende, no quiero sonar mal y parecer que acuso a la gente, pero es un hecho de la vida, el arte y el comercio. Muchas novelas homoeroticas, dirigidas originalmente a una audiencia gay, tienen un gran seguimiento de mujeres heterosexuales que, bueno, les gusta. Muchos shows adolescentes tienen fans adultos porque les gusta las actrices que están en las series (y mucho ayuda a que realmente no son adolescentes, siendo actrices interpretando quinceañeras con 24 años de edad).

Creo que es más qué obvio decir que en ningún caso tener un público periférico puede ser visto como algo “malo”, sino que, todo lo contrario: dice algo cuándo un trabajo trasciende sus intenciones y se vuelve popular con grupos insospechados. Creo que fue Lewis Caroll (autor de “Alicia en el País de las Maravillas”) quién dijo “un libro para niños que sólo puede ser disfrutado por ellos no es un libro para niños bueno en absoluto”, y su mensaje tiene sentido: independientemente de géneros, estilos o formas, si una historia o una obra es buena (ya depende de lo que cada uno considere que cae en tal categoría) no es inusual suponer que siempre habrá un sector del público que verá la esencia y la seguirá sin importar si estaban en el blanco original o no. Y aún si no siempre el producto es de calidad, creo que es un fenómeno que comprueba que a pesar de nuestras diferencias, los humanos tenemos más similitudes de lo que nosotros mismos llegamos a pensar y disfrutamos de cosas similares, si bien se hace desde nuestras perspectivas particulares.

¿Alguna vez les ha gustado que les decían que es sólo para niños, o para gente del sexo opuesto, o que simplemente la gente no entienda? No olviden comentar, y recordarles que “El Club de Hopewell” la hice para gente como yo: sabiondos de la cultura pop que entiendan las referencias y parodias que contenía pero que su público más numeroso fueron las adolescentes, así que como ven, pasa en todos lados, y hasta en los niveles más bajos del entretenimiento.

Shalom camaradas.

FiccionandoWhere stories live. Discover now