Capitulo LX: Historia Politicamente Correcta

303 31 4
                                    

Cuándo apenas se iba a estrenar Frozen, en muchas partes de la Internet se criticaba un tema que quizá pueda parecer algo superficial pero admito que deja la semilla para pensar en cosas inesperadamente profundas respecto a la ficción, y su relación con la sociedad, e inclusive, cuestiones de responsabilidad social.

¿Qué se criticaba? Si era correcto que los personajes fuesen europeos blancos.

A primera instancia, sé que muchos podrían verlo como la queja de individuos sin vida propia obsesionados con la corrección política. ¿Por qué no debería ser el grueso de los personajes de una historia que se desarrolla en un país europeo ficticio en algún punto del pasado de raza blanca? No estamos hablando de la Nueva York moderna, o de Londres, o de cualquier otra gran metrópolicontemporánea que son en su mayor parte hervideros del multiculturalismo y el pluralismo.

Hablé hace un par de episodios de un tema similar respecto a cómo muchas historias que se desarrollan en muchas de esas grandes ciudades del hoy, dónde es tan fácil encontrar gente que hable cuánto idioma sea posible a la distancia de tan sólo unas cuantas calles parece haber una fuerte disonancia respecto a la realidad y la ficción: tantos personajes que se apegan al ideal egocéntrico de belleza y cultura puede tener razón de ser en el medio de Kansas, ¿pero en Manhattan? ¿En París?

En tales casos, concluí, que no es tanto por no querer ofender a grupo alguno, o por tratar de ser incluyente, sino de simple reflejo de una realidad innegable en muchas ciudades modernas.

Pero no quiero hablar tanto en ésta ocasión de lo mismo, del presente, sino más bien del tiempo pasado.

La idea que una película como Frozen hubiera tenido, no sé, un personaje de origen africano quizá no sea de todo absurda, pero probablemente se podría catalogar como un poco irreal: claro, contacto entre Europa y África ya existía en ése momento, y sin duda estaríamos lejos de ver la primera obra desarrollada en el viejo continente con un personaje traído de las oscuras tierras indomables africanas (Othelo nos envía un fuerte saludo) pero a menos que se tratase de algo relevante para la trama, incluirlo sólo porque sí quizá hubiera resaltado de modo extraño.

¿Pero no es un doble estándar injusto? ¿Podemos aceptar el hecho de que exista alguien con poderes mágicos de hielo con la capacidad de crear hasta ropa y castillos pero no que alguien de una raza distinta se encuentre en un país extranjero?

Tal vez la mejor manera de explicarlo sea con ese viejo dicho del escritor que dice “pide lo imposible pero no lo improbable”, que quiere decir que los lectores o los espectadores pueden aceptar premisas muy absurdas o inclusive hasta ridículas si es que se los plantea de un modo inicial de tal forma, pero querer luego doblar la propia realidad de la historia dejará a todos incrédulos. Toda obra tiene ciertas reglas internas distintas a otras obras y si se violan, haya va la fe del público en que puedas hacer algo de calidad: si de pronto en tu historia de zombis aparecen dragones, bueno, ambas son criaturas inexistentes en el mundo real, pero sus naturalezas son muy diferentes, y las expectativas de lo que esperamos la una de la otra es tan chocante que aunque no creo que puedan haber conceptos intrínsecamente imposibles de llevar a cabo, al menos reconozco que se necesitaría de un autor muy diestro para hacer que puedan funcionar.

Muchos fans de obras de Disney, por ejemplo, demandan mayor diversidad y representación en sus historias; sería ir por la fruta más baja del árbol tildarlos de obsesivos y progres de poca monta que pierden el tiempo en nimiedades que a pocos le importa, pero eso sería una caricatura injusta porque, y a pesar que la corrección política a veces se estrella, y fuerte con mi sentido especial de comediante, diré que sin duda tienen el corazón en el lugar correcto y que muchos de sus puntos no pueden ser descartados como simples quejas sin ton ni son. No hay que olvidar, por ejemplo, que dedique toda una mini-serie en Ficcionando hablando de un arquetipo de personajes (las “princesas de cuentos de hadas”) y su evolución con el paso del tiempo; uno podría decir, retomando tales heroínas, que alguien como Belle, que en su tiempo podría ser vista como proto-feminista (“tiempo” en el sentido de la era en que se desarrolla la historia, no en el tiempo en que se lanzó su filme) es alguien demasiada adelantada dentro de su contexto histórico y que sería irreal esperar que una mujer joven de la Francia barroca se comporte como ella lo hace.

FiccionandoWhere stories live. Discover now