Tiré mi celular sobre la cama con odio como si fuera una bomba dirigida a Iam, el desquiciado celular rebotó en la cama y luego cayó al suelo de cara provocando un horroroso ruido. Corrí con el corazón en la boca y tomé mi celular como si fuera una pieza de cerámica extremadamente frágil que en cualquier momento podría romperse en millones de pedacitos. Giré mi celular para observar la pantalla y ésta estaba impecable. Nada roto, ningún solo rasguño.

Dios te salve María.

Dejé con cuidado el aparato sobre mi escritorio y luego bajé corriendo las escaleras para dirigirme a la cocina.

-¿Qué hay para cenar? -pregunté con una gran sonrisa.

-Pizza. -dijo mientras se metía una rebanada de pizza a su boca.

Automáticamente el recuerdo de aquella vez en que Iam se había quedado a dormir en ésta casa inundo mi mente. Aquella vez habíamos pedido pizza.

Mi sonrisa se esfumó junto con todo mi apetito.

Maldita pizza y sus malditos recuerdos.

Me senté en unas de las sillas lentamente mientras observaba a la pizza entrecerrando los ojos como si ella fuese mi peor enemiga en la faz de la tierra.

-Más vale que estés deliciosa, de lo contrario te odiare toda mi vida por traerme esos asquerosos recuerdos a la mente. -Le susurré a la pizza sin que mi padre me oyera.

Tomé una rebanada de pizza y la mordí con furia. La mastiqué unas cuantas veces como si fuera un chicle y luego la tragué en seco. Mi padre me observaba con atención y eso me fastidiaba aún más. El sonido de alguien tocando la puerta rompió el silencio en que nos encontrábamos.

-Yo voy. -dije mientras me levantaba y corría hasta la puerta. Tomé perilla de la puerta y la giré con toda la velocidad del mundo. Me creía flash en estos momentos.

-Ya vine. -la voz desganada de Austin me hiso sonreír.

-Hola idiota, tengo cosas que hablar contigo. -Lo tomé del brazo y lo arrastré hasta mi habitación. Él se quejó durante todo el camino pero no le presté atención. Se golpeó la cabeza por la pared unas cuantas veces ya que yo lo tenía del brazo y lo llevaba en zic zac por las escaleras. También en la corrida por las escaleras salió volando un lado de su chancla quedando tirada en las escaleras.

-¿De qué querías hablar? -Preguntó fastidiado mientras se quitaba su única chancla para tirarse en mi cama como si fuera suya. Tomé una silla y me senté enfrente de él.

-Sobre lo que te pedí que averiguaras. -Quería averiguar todo sobre Iam, sin importar lo doloroso que fuese descubrirlo, ya no quería ser una ilusa fácil de engañar.

-Aun no tengo todo Jay, dame una semana más. No es tan fácil acceder a archivos confidenciales. -dijo mientras esquivaba una almohada que yo se la había aventado.

-Agh, necesito esa información urgentemente. -dije mientras me tapaba la cara con fastidio.

-¿Cómo está Kaley? -pregunto ignorando mi comentario.

-No me digas que te gusta ella. -levante una ceja acusatoriamente.

-¿Qué tiene de malo? -su voz sonaba con indignación.

-Oh, no tiene nada de malo solo que es UN DEMONIO. -dije sarcásticamente. Él revoleó sus ojos.

-Todavía no te creo ese cuento Jay.

-Da igual. -me encogí de hombros. -Es la hermana del desgraciado de Iam así que supongo que si intentas relacionarte con ella, te ilusionará y luego te romperá el corazón en miles de pedacitos y ahí te darás cuenta que ella nunca estuvo interesada en ti, más bien estaba interesada en tu gemelo muerto el cual fue su novio. Y como tú eras idéntico a él, decidió jugar contigo. -espeté con rabia mientras apretujaba una almohada con odio. El relleno de la almohada ya empezaba a volar por el aire.

-¿Eso te pasó a ti? -la voz de Austin sonó divertida y eso me enfureció aún más.

-Claro que no, Jazmine Colbeck nunca se enamora. -Lo fulmine con la mirada y él estalló en una carcajada.

-Te gusta Iam. -dijo con una voz burlona mientras hacia un juego extraño con sus cejas. Le tiré la almohada que tenía en mis manos y le dí bien en su rostro.

Revoleando una almohada no borraras la realidad de la situación ilusa.

-Me gusta una mierda -dije molesta. -Iam mi trasero.

-Tan boca sucia como siempre. -dijo mientras reía descontroladamente. Le tiré mi chancla y le di justo en su nariz. Debo admitir que tengo buena puntería.

Lástima que en el amor no tengas buena puntería.

Me golpeé la cabeza sacando esos pensamientos estúpidos de mi mente. Austin me miraba como si estuviera loca mientras veía como un pequeño líquido rojo salía de su nariz.

-YA TRANQUILA- dijo mientras se sobaba su nariz lastimada y tomaba un pañuelo de mi escritorio y se limpiaba la nariz. No era la primera vez que nos hacíamos sangrar, hubo peleas más fuertes entre nosotros dos. Como la vez en que él me había dicho que estaba enamorado de mí y le di un puño en la boca como si fuera una bolsa de boxeo. Le rompí el labio y desde ese día su "enamoramiento" por mí se esfumó.

-Entonces deja de molestarme. -Lo fulminé con la mirada y él levanto sus brazos en el aire en señal de paz.

-Como te iba diciendo, no tengo la información completa. Solo me falta acceder a unos archivos y la persona que tiene la contraseña de esos archivos suele acceder cada quince días. Y mañana se cumplen quince días desde su último acceso asi que doy por sensato que pasará por su cuenta mañana por la tarde y ahí obtengo sus datos y listo. Descargare los archivos y te los mostraré.

-Ya que estas aquí averíguame sobre algo más-me levante dirigiéndome a mi mesita de luz, tomé la cadena y la pluma y se la tendí a Austin. -Quiero que averigües sobre esto.

-¿Qué es esto? -observó la cadena con cautela. -¿Puedo quedármela?

-No. -fruncí el ceño y le arrebate la cadena de sus manos y me la coloqué en el cuello. -Es mía.

-Parece más una cadena de hombre que de mujer. -Dijo él mientras entrecerraba sus ojos.

-Me la dio mi padre. -Mentí mientras me encogía de hombros. -Quítale una foto y averigua sobre ella. -dije mientras hacia una pose sexy para que él tomara la foto. Él largó una carcajada y yo le di un golpe en la cabeza para que se callara.

-Ya, ya te quito la fotografía. -Tomó su celular y el flash me dejó ciega por unos segundos.

-Bueno ahora vete ya, estas interrumpiendo mi sueño de belleza. -Dije mientras me acomodaba mi cabello con mis manos y tomaba el peine para ordenar mi cabello. Él revoleó los ojos.

-Pues no te anda funcionando tu "sueño de belleza", sigues igual de fea. -Dicho eso le tiré mi peine justo en su entrepierna. Se revolcó en el piso refunfuñando unas cuantas groserías a mi persona. No pude evitar soltar una carcajada.

Luego de unos cinco minutos tirado en el suelo se levantó. Me mostró el dedo del medio con rencor y luego se fue. Yo seguía riendo, sentía que en cualquier momento iba a mearme.

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