Una charla

1.1K 140 1
                                    

Había pasado más de dos semanas desde que Alexander había viajado con su familia. Los primeros días simplemente disfrutaron de los lujos del hotel, la playa y el mar. Pero ahora Alexander comenzaría a visitar diariamente al psicólogo Derek Planck.

Derek lo recibió con una sonrisa cuando Alexander entró a su oficina.

-Es un placer, soy Derek -saludó el hombre.

Alexander asintió y se sentó en el gran sofá de la estancia.

-Yo soy Alexander. ¿Qué haremos hoy?

-Lo que tú quieras. Podemos jugar videojuegos un rato o simplemente hablar.

-Creo que hablar estaría bien -concedió el menor.

Derek miró sorprendido e interesado al menor.

-Eres único, de todos mis pacientes jóvenes eres el primero que elige hablar antes que los videojuegos.

-Se que charlar es lo que mejor puedo hacer si quiero recuperarme del todo.

-¿Para que quieres recuperarte?

-Para ser mejor persona, no ser un estorbo y poder estar con quien amo sin lastimarlo.

-¿Te molesta si tomó notas? -preguntó el mayor.

-Adelante, no es ningún problema.

Derek anotó un par de cosas en su libreta.

-Es comprensible, cuando nos sentimos débiles pensamos que solo molestamos -reanudó el psicólogo refiriéndose a lo dicho anteriormente por Alexander.

-¿Acaso no lo hacemos? -preguntó el menor con una ceja alzada.

-Lo hacemos, sí, pero solo cuando lo creemos así.

-¿A que se refiere?

-pregúntate esto ¿un niño piensa que molesta a sus padres cuando se enferma?

Alexander meditó por unos instantes antes de negar.

-No, los niños no piensan que molestan.

-Y dime, ¿sus padre piensan que ellos molestan?

-No, solo se preocupan por que estén bien y puedan superar su enfermedad.

Derek sonrió y volvió a anotar en su libreta.

-Eso es correcto. Cuando amamos a alguien no pensamos que molesta por más ayuda que necesite esa persona.

Alexander miró sus manos como si contuviesen la verdad del universo.

-Cree que pueda regresar a como era antes.

-¿Tú quieres ser como eras antes?

-No, aunque es lo que todos quieren. Quesea como era antes de que eso me pasara. Pero No sé que espera la gente de una persona con problemas mentales, no sé que espera la gente de una persona maltratada sentimental, mental y emocionalmente, ellos creen que después de tanta mierda recibida por la vida uno vuelve a ser el mismo. Pero no -dijo Alexander con una sonrisa triste.

Derek suspiró y se concentró. Poco a poco llegaba al problema principal.

-¿Qué te pasó? ¿Crees que puedas contarme? -preguntó con cautela el hombre de cabello canoso.

-Me enamoré de la persona incorrecta.

-Siempre nos equivocamos en el amor. ¿Te rompieron el corazón, Alexander?

-Ojala hubiese sido solo eso. Solo me habría encerrado en mi cuarto a llorar por un amor perdido, pero fue más que un corazón roto lo que me llevó a ser lo que soy hoy.

-¿Podrías explicarme?

-No solo rompieron mi corazón, rompieron mi alma, mi cuerpo y mi espíritu.

Derek dejó de anotar unos instantes antes de mirar a Alexander quien estaba al borde de las lágrimas. El mayor sintió la rabia crecer en su interior, trataba con una victima de los casos que más odiaba. Decidió que lo mejor sería hondar en ese tema un poco más adelante, no quería agobiar al chico en la primera sesión.

-Cuando te hablabas de no querer ser el mismo de antes ¿Por qué lo decías?

-Antes de toda lo que sufrí era infantil e ingenuo. Era muy confiado, creía que nadie podría hacerme daño por quien era mi padre. Por eso no quiero ser el de antes, pero tampoco quiero ser quien soy ahora.

-Entonces por que no solo evolucionas. Acepta quien fuiste, acepta quien eres y une a ambos para ser quien quieres ser.

-No es fácil.

-Nada en esta vida lo es, si algo fuera fácil no tendría trabajo -dijo con un toque de humor el mayor.

-¿Me ayudará? -preguntó Alexander.

-Claro que lo haré, para eso estoy aquí. Para que superes tu pasado, aceptes tu presente y construyas un futuro -dijo el hombre con una sonrisa que transmitía confianza-. Ahora solo debes dejar que todo fluya, estoy aquí para atajar todo lo que me lances.

Alexander sonrió.

-Bueno, creo que debería comenzar desde el inicio ¿no?

-Sí, cuéntame lo que quieras que escuche. Poco a poco iremos revelando los secretos de tu mente.

Alexander comenzó a relatar todo lo que había vivido. Se desahogó, habló como nunca lo había hecho. Derek escuchaba con paciencia y hablaba cuando tenía que hablar. Ese era un gran paso para que Alexander se reconstruyera a si mismo con los pedazos de su vida. Era hora de que se superara.


Diario de un SuicidaWhere stories live. Discover now