Alejate

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N/A: Sé que quieren matarme XD pero ayer fue un día de total vagancia en mi cuarto con la PC (aquí en mi cuarto no hay internet está en el de mis padres) y bueno tenía absoluta pereza de conectarme. Por eso hoy publicare 5 capítulos. Muy bien el día de mañana lamentablemente no poder publicar por que hoy me voy a la ciudad mañana tengo clases y ciertos compromisos me retienen allá hasta el marte, pero el martes si regresare con más capítulos. Bueno. Espero no estén tan enojados conmigo :c recuerden que los amo.

Ahora si eRRR capítulo de hoy.

...

Alexander llegó junto a Sebastián a su casa. Sebastián observaba todo con curiosidad.

―¡Cariño! ―saludó Salome quien estaba en la sala.

―Hola mamá, él es Sebastián. Estaremos en mi cuarto haciendo un trabajo ―dijo Alexander sin expresión en el rostro.

Salome asintió. Sebastián siguió a Alexander hasta su habitación. El de cabello azabache se acercó a su armario buscó una muda de ropa, cerró el armario y miró a Sebastián.

―Espera aquí un momento ―dijo Alexander sin mirar a Sebastián.

―Tío, no me digas que te da pena. Si he visto que te cambias en los vestuarios para educación física ―dijo con burla Sebastián.

―Es diferente, además... yo... ―Alexander abrazó la ropa y pensó en las marcas que había en sus brazos. No quería que Sebastián tuviese otra razón para burlarse de él en la escuela― solo tardare un momento.

Alexander salió de su cuarto y fue al baño de invitados. Se quitó la ropa y se colocó un mono negro una camisa de algodón manga larga color rojo. Salió del baño, caminó por el pasillo, bajó las escaleras y se dirigió a la lavandería donde estaba su perrito. Cutter se acercó a Alexander corriendo mientras bailaba la colita. Alexander sonrió y tomó a Cutter en brazos. Alexander regresó a su cuarto con Cutter en brazos.

Sebastián estaba sentado en la cama con su libro de matemáticas. Alexander fuese reído si no sintiese algo de miedo por la reacción de Sebastián. El castaño miraba con odio puro al libro.

Cutter ladró y gruñó al ver a Sebastián. "Es como Rodrigo, Cutter tampoco pasa a Sebastián" pensó Alexander con algo de gracia.

―¿Y ese saco de pulgas? ―preguntó con burla Sebastián.

―Es mío, Rodrigo me lo regalo hace varias semanas ―dijo con una sonrisa Alexander mientras miraba a Cutter.

Alexander se sentó en el suelo y sacó debajo de la cama una pequeña mesa. Tomó su mochila y sacó su libro de matemáticas.

―¿Qué tienes que hacer? ―preguntó Alexander.

―Tengo que resolver todos los ejercicios de la página 30 a la 35. Debo entregarlos en hojas blancas.

Alexander buscó las páginas que mencionó Sebastián y sonrió tenuemente al ver que Cutter se acurrucaba en sus piernas. Sebastián chasqueó la lengua.

―Estos ejercicios son fáciles una vez que conoces las formulas. Te explicare el primero y tu harás el resto. Cualquier duda solo debes preguntarme.

Sebastián asintió, se sentó en el suelo junto Alexander. El mas bajo comenzó a sentirse incomodo por la cercanía de Sebastián. Alexander explicaba detalladamente y a medida que explicaba Sebastián se iba acercando más y más. La incomodidad sumada al miedo que ya sentía no era buena combinación.

―Mi... mientras... haces los ejercicios... yo... yo hare los que indico el profesor para toda... toda la clase ―dijo Alexander alejándose disimuladamente de Sebastián cuando terminó de explicarle.

―Como sea ―dijo con algo de mal humor Sebastián.

Alexander hacia los ejercicios calmadamente y a medida que su mente se entretenía en ellos iba alejando la incomodidad.

―Oye Mari ¿Cómo es aquí? ―pregunto Sebastián haciendo un diminutivo de "maricón".

Alexander giró el rostro para ver a Sebastián. El de tez blanca miró horrorizado a Sebastián estaba a solo centímetros de su cara. Alexander comenzó a respirar forzosamente.

―Po... podrías alejarte ―pidió Alexander.

Sebastián miró a Alexander y una sonrisa torcida se formó en su rostro.

―¿Por qué? ¿Acaso tienes miedo? ―preguntó Sebastián con una sonrisa torcida sin quitar la vista de los ojos de los labios de Alexander.

―¡Alejate! ―gritó Alexander empujando a Sebastián.

Cutter comenzó a ladrar, se había despertado alarmado por la reacción de Alexander.

­―¿Putito? ―preguntó James entrando de golpe a la habitación―. ¿Qué sucede? ―pregunto James acercándose a su hermano ignorando al invitado.

Alexander negaba mientras tapaba sus oídos. Sebastián miró sorprendido sin comprender que le sucedía a Alexander.

―¡Thomas! ―grito James― ¡Alison! ¡Emmanuel!

Alison y Emmanuel llegaron a la habitación y en manual al no conocer la situación de Alexander atribuyó el ataque de pánico a Sebastián.

―Te dije que te alejaras de el maldito bastardo ―gruñó Emmanuel levantado a Sebastián de las solapas.

―¡Yo no le hice nada imbécil! ―exclamó Sebastián.

―Está bien, está bien ―dijo Alison calmando a su novio―. No creo que haya sido él. No es tan estúpido como para molestarlo aquí.

―¿Qué sucede? ―preguntó alarmado Thomas cuando entró a la habitación.

―Tiene un ataque de pánico ―dijo James quien abrazaba a su hermano.

―Llevémoslo al patio trasero para que le dé fresco ―dijo Thomas ayudando a James con Alexander quien lloraba silenciosamente mientras temblaba.

Alexander era una bomba de tiempo que en cualquier momento podía explotar. Si las emociones lo embargaban de pronto, especialmente las negativas, revivía sucesos terribles vividos con Samuel.


Diario de un SuicidaWhere stories live. Discover now