Ayudando a mí enemigo -II

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Alexander miró el edificio en construcción que se alzaba frente de él. Enterrando su miedo en lo más profundo de sí, se recordó que era un Johnson y entró con la frente en alto. El hombre que vigilaba la puerta lo detuvo.

―¿Chto vy khotite zdes' ? (¿Qué quieres aquí?) ―preguntó el hombre en ruso.

―¿Razve vy ne znayete , kto ya? (¿Acaso no sabes quién soy?) ―dijo Alexander con un tono amenazador.

― Pochemu ya khotel by znat', kto ty (Por qué me interesaría saber quién eres) ―dijo el hombre con burla.

― YA lyubimyy plemyannik Dmitriy Vy ne khotite , chtoby on znal , chto ty brosil vyzov mne eto ? (Soy el sobrino favorito de Dmitry ¿No querrás que se entere que me has desafiado o sí?).

El hombre palideció repentinamente con una leve disculpas se hizo a un lado y dejó pasar a Alexander .

―Quien diría que la princesa se atrevería a venir ―dijo Sasha con un acento tosco saliendo entre las sombras.

―Te dije que lo harías y si algo hacemos los Johnson es no retroceder a nuestra palabra.

―Me alegra que seas fiel a ti mismo ¿Quieres verlo?

Alexander miró ligeramente sorprendido a Sasha.

―No, no quiero.

―¿Seguro? Si eres sobrino de Dmitry e hijo de Andrés la vena sádica no te debe haber faltado ―comentó el hombre con una sonrisa torcida―. Él te humillo ¿no quieres verlo en ese mismo estado? Deberías darte el gusto, después de todo... ―El hombre se acercó a Alexander y susurró al oído―. Esto solo lo sabremos tú y yo.

Alexander no dijo nada pero dejo que Sasha lo guiara por el interior del edificio. Cuando llegaron frente a la puerta donde estaba encerrado Samuel Sasha soltó la mano de Alexander .

―¿Por qué nos detenemos aquí?

―Cuando estés listo. No quiero ser tu excusa después.

Alexander regresó su mirada a la puerta y con dudas la abrió lentamente. Samuel estaba sentado en el rincón observando la puerta fijamente cuando vio que Alexander entrababa comenzó a llorar.

―¿Qué... qué haces aquí? ―preguntó con voz rasposa el rubio.

Alexander entró y con cautela se acercó a Samuel. Sasha también entró a la estancia y cerró tras de sí la puerta.

―¿Estás bien? ―preguntó el más bajo ignorando la pregunta anterior.

Samuel asintió, miró a Alexander y sonrió tristemente.

―¿Vienes a ver como he quedado? ―preguntó el rubio.

―Si he venido ha sido a sacarte de aquí, no a verte sumergido en la desgracia.

Alexander se alejó de Samuel y se acercó al mayor.

―¿Qué te hizo cambiar de opinión? con esto traicionaras a la familia.

―Lo sé, pero a tendré tiempo de arrepentirme después.

Sasha se acercó a Samuel y con cuidado lo ayudó a levantarse. Alexander observaba todo en silencio y poco después sonrió. Ahora entendía por qué Sasha se arriesgaba tanto por Samuel, el hombre se había enamorado del rubio. Alexander sintió una presión en el pecho, en ese momento Rodrigo ya debía de haber leído la carta que le había entregado a su hermana en la mañana. Rodrigo debía odiarlo en ese momento.

Diario de un SuicidaWhere stories live. Discover now