Descubierto

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Alexander sentía las lágrimas acumularse en sus ojos. Levanto la mirada lentamente y vio a su madre llorar, sintió como su alma se rompía. Luego miró a su padre y vio decepción y tristeza, ya no pudo contener las lágrimas. Hamilton, El profesor de matemáticas tenía su chaqueta en sus manos. Miró sus brazos y vio que estaban llenos de cicatrices y heridas.

―¿No dirás nada? ―preguntó su padre, Alexander negó.

La psicóloga de la escuela miraba la escena en silencio pero decidió intervenir―. Alexander puedes esperar afuera, hablare con tus padres un momento.

Alexander no dijo nada solo se levantó de su asiento y salió en silencio.

Se sentó en el suelo junto a la puerta de la oficina de la psicóloga. No le interesaba escuchar lo que conversaban los adultos, solo quería desaparecer.

Las cosas se dieron muy rápido. Estaba en el pasillo hablando con Rodrigo después de salir del salón. De un momento a otro el profesor los sacó de su mundo. El profesor Hamilton le pidió a Rodrigo regresar al salón y a él, a Alexander, le pidió que lo acompañase. Alexander sin entender lo siguió pero cuando leyó "psicóloga Miranda Roth" comprendió que estaba en problemas. Alexander miró a su profesor sin entender y cuando el mayor señalo su brazo izquierdo y descubrió que aún tenía la manga hasta el codo entró en pánico. Alexander le suplicó al profesor que no llamase a sus padres pero nada funciono.

Alexander se sentía mal por defraudar a sus padres pero no era su culpa ser así, todo lo que sentía, todo lo que hacía solo era una secuela de un trágico romance. La puerta se abrió y el profesor salió.

―Ve al salón a buscar tus cosas ―Alexander asintió sin ganas a las palabras del profesor.

Camino sin ganas a su salón pero en el camino se encontró con Emmanuel.

―¿Qué sucede? ¿El maldito de Sebastián te hizo algo? ―preguntó alarmado el mayor cuando vio a Alexander llorar.

―No... ―respondió con las voz ahogada.

Emmanuel enmudeció al ver los brazos de Alexander. Quedo paralizado, no supo que decirle. Alexander siguió caminando y entro al salón. Todos sus compañeros quedaron en silencio al verlo entrar.

Los murmullos comenzaron a escucharse al verlo llorar. Alexander los ignoro.

Se acercó a su asiento y tomó sus cosas. Rodrigo lo detuvo, se quitó su chaqueta azul y se la dio a Alexander.

―Gracias ­―susurró, en silencio se colocó la chaqueta y sin más salió del salón.

En el pasillo sus padres lo esperaban.  




Diario de un SuicidaWhere stories live. Discover now