Choque de Miradas

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Anthony estaba en su habitación con Rodrigo cuando Sebastián le envió un mensaje.

Sebastián: Oe, lindura ¿Qué ha pasado? Te fuiste de mi casa y no me avisaste si llegaste o no a la de Alexander.

Anthony sonrió tontamente antes de responder.

Anthony: Moy Dorogoy, ya he llegado. Disculpa si no te envié pero aquí las aguas están agitadas.

Sebastián: Mmmm ¿Por qué? Te vi bastante nervioso cuando hablaste con tu padre.

Anthony: Lamento no poder decirte cual es el problema pero a mí no me corresponder decirlo. Con respecto a mi padre, si estaba nervioso. Quiere conocerte cuando todo se calme.

Sebastián: ¡¿QUEEE?! ¡Voy a morir! Si un enano como tu da miedo no quiero pensar como me torturará tu padre.

Anthony frunció el ceño por la manera en que le dijo su novio pero de cierta forma lo entendía. No por nada su padre había escalado tan alto en la jerarquía de la familia Záitsev.

―¿Estas bien? ―preguntó Rodrigo dejando el diario de Alexander en la cama al notar el ceño fruncido del ruso.

Anthony alejó la mirada de su móvil para enfocarla en Rodrigo.

―Estoy bien es solo que Sebastián me saca que quicio de vez en cuando ―contestó el más bajo.

―Me sorprende que tú y él hayan quedado juntos. Cualquiera que los viera diría que son agua y aceite ―dijo con una sonrisita burlona el chico de ojos verdes.

―Somos diferentes pero nos complementamos.

Rodrigo iba a comentar algo más pero el grito de Salome lo interrumpió. El par se miró curioso y en un mudo acuerdo decidieron bajar a ver que sucedía.

Cuando llegaron a la sala encontraron a la mujer abrazando a Alexander entre lágrimas. El chico se dejaba abrazar mientras escondía el rostro en el cuello de su madre. Rodrigo sintió que el peso que tenía en su alma se esfumaba. Sonrió al confirmar que el chico estaba sano y salvo. Llevó su mano al pecho y sonrió, ahora que lo tenía en frente sabía la respuesta a sus dudas.

Se sintió repentinamente estúpido. Alexander no solo lo alejaba para protegerse ya se lo había dejado en claro, pero las palabras de Salome lo había hecho dudar. Y mientras en la sala de los Johnson Alexander no tenía idea de que era observado por Rodrigo, el de ojos verdes sonreía estúpidamente. Rodrigo se sentía más ilusionado, como si se hubiese vuelto a enamorar. Dejó escapar una sutil risita y Alexander alzó la vista al escucharlo.

Cuando ambas miradas se encontraron Rodrigo no pudo evitar recordar un pensamiento de uno de sus autores favoritos.

"Descubrirás que sólo porque alguien no te ama de la forma que quieres, no significa que no te amé con todo lo que puede, porque hay personas que nos aman, pero que no saben cómo demostrarlo...

José Luis Borges"

Y nuevamente se sintió estúpido, la respuesta era demasiado clara. Esperaba que Alexander no se molestara cuando descubriera que había leído su diario.

Se despide MidoriUP

Diario de un SuicidaWhere stories live. Discover now