Caos

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Salome sollozaba de horror. Andrés se había levantado del sofá y había golpeado la pared. Alison lloraba mientras tapaba su boca. James tiraba de sus cabellos mientras negaba. Thomas miraba rabioso la alfombra. Alexander estaba sentado en el sillón abrazando sus piernas y con su cara oculta en sus rodillas mientras lloraba.

Su familia ya sabía, ya sabían la verdad. Sus padres conocían la principal razón de sus pesadillas. No había dicho nombres sólo había contado que había sucedido.

—Por eso no deben culparse... no es su culpa —dijo entre sollozos Alexander.

—¡Claro que es nuestra culpa! —exclamó Andrés.

—¿Quién te lastimó? —preguntó Salome entre lagrimas.

Alexander negó. A pesar de todo lo que había sufrido no quería delatar a Samuel. Tenía miedo.

—¿Fue ese desgraciado? —Rugió James—. Fue el maldito de Samuel.

Alexander miró sorprendido a su hermano. Miró con horror a James. Alexander había olvidado que sus hermanos sabían de Samuel. Sus hermanos sólo sabían que Samuel lo golpeaba, James, Thomas y Alison no sabían que era Samuel el que lo había entregado a dos de sus amigos para que lo violaran, no sabían que el mismo Samuel fue quien lo había violado. Sus hermanos no sabían que Samuel incluso lo había vendido cuando estaba mal de dinero. Pero sus hermanos eran listos, solo debían sumar dos mas dos.

—Sí, fue... fue él —dijo Alexander.

—¿¡Por qué me dijiste nada!? —estalló Alison— sólo me decías que te golpeaba, que te humillaba. Por qué.... por qué nunca me dijiste las bajezas que te hacia.

—¿Espera un momento tú lo sabías? —preguntó Andrés enojado— sí sabías aunque sea que ese mal nacido golpeaba a tú hermano debiste decirnos a tú madre y a mi.

—Alexander me dijo que ya no lo hacia... el me dijo que había cambiado. Pero.... pero cuando tenía 16 no aguanté y le dije a James y Thomas —gritó Alison.

Andrés miro a sus hijos mayores esperando una respuesta.

—Fuimos a su casa con unos amigos y lo golpeamos al principio sólo éramos él y yo—dijo James— pero la sangre "Johnson" ardió en Thomas y también lo golpeó. Mis amigos también le dieron lo suyo.

—Desde entonces se ha mantenido alejado de Alexander. Hasta ayer —dijo Thomas mirando a Alexander quién miraba a su familia sorprendido.

—Lo vamos a denunciar —dijo Salome— ¡ese hijo de puta pagará lo ajenos hizo a mi bebé!

—No —exclamó Alexander— ¡No!

Andrés se acercó a su hijo y se arrodilló frente a él.

—Hijo, debemos denunciar lo que hizo... no podemos permitir que siga libre. Te hizo mucho daño. No me digas que aún te gusta.

Alexander negó—. El ya no me gusta, lo odio. Pero, hace mucho pasó eso. Sólo... sólo quiero superarlo, dejar de temer. Quiero ser mejor, quiero ser feliz.

Andrés se levantó del suelo y se sentó junto a su esposa. Después de unos minutos de tenso silencio Andrés habló:

—Está bien, pero a la mínima señal de que ese desgraciado te está buscando iré sobre él.

Lo que Alexander no sabía era que su padre no dejaría las cosas tan fácilmente. Andrés pensaría en la forma más discreta para hundir al desagraciado que había robado la felicidad de Alexander.

Diario de un SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora