-No es nada, solo me quedé pensando. -acomodé uno de mis mechones detrás de mi oreja y seguí hablando. -¿Cómo llegaste aquí?

-Vine corriendo. -Una sonrisa amplia se formó en sus labios de color rosa. -Es mi ejercicio matutino. -Se encogió de hombros como si fuera la cosa más normal del mundo.

Me quedé boquiabierta. ¿Vino corriendo? Pero si eran como dos kilómetros de aquí a su casa. Yo corro 5 metros y muero de asma epilepsica. ¿Cómo carajos podía tener tan buen estado físico?

Duuh! Es "Inmortal".

En el momento en que pensé en eso la curiosidad me consumió y las palabras salieron solas de mi boca.

-Los ángeles tienen buen estado físico. -Suspire. -Ojala yo tuviera esa fuerza de voluntad de correr por las mañanas.

Ella juntó sus cejas en señal de desconcierto. Luego carraspeo unas cuantas veces.

-Supongo que Iam te lo dijo... -Se le notaba un poco incómoda con la dirección que tomo nuestra plática.

-Sí. -la mire extrañada y luego sonreí. -Déjame decirte que me parecen las criaturas más fascinantes que podrían existir. En verdad, hoy me considero su fan número uno. -Ella estalló en una carcajada mientras me miraba con gentileza.

Hasta cuando reía se veía preciosa. Yo por otro lado cuando reía parecía una foca loca con ataque de asma.

Deberías intentar ser más femenina como ella... nah eres un caso perdido.

-Nosotros ya no somos ángeles, más bien somos demonios. -se notaba un ápice de incomodidad en sus ojos. Luego sonrió-Así que considérate fan de los desterrados, los quebrantadores las reglas celestiales. -lo dijo con una voz de misterio muy graciosa, como si estuviera conduciendo un programa de terror en media noche.

-Desde hoy me considero una desterrada más, no me importa si no soy un ángel caído, jodanse me quedo con su título. -Ella estalló en una carcajada y yo fruncí las cejas como si estuviera hablando de algo extremadamente serio.

-Está bien, hermana desterrada. -me guiño un ojo mientras seguía riendo. Sentí como mi corazón se encogió de ternura. La hermana de Iam me agrada y mucho. De hecho Pam podría empezar a cuidar su puesto de mejor amiga porque ésta chica era jodidamente tierna y divertida.

-¿Tienes hambre Kaley? -Pregunté mientras me acomodaba en mi silla.

-Me muero de hambre. -Se tocó el estómago e hizo una mueca de dolor. No pude evitar reír. -Por cierto no me digas Kaley, eres mi cuñada así qué dime Kal -una sonrisa divina se formó en sus labios, mientras jugaba con unos de sus mechones rubios de manera sensual.

¿Cómo puede ser tan tierna y sexy a la vez? Yo solo puedo o ser tierna, o ser sexy. Nah, en realidad ninguno de los dos me sale. Soy marimacho como dice Austin.

-¿Se puede saber para qué mierda me dijiste que venga Jay... -La voz de Austin se hizo presente. Me giré para verlo y me percaté de que se había quedado petrificado viendo a Kaley. Ella lo miraba de una manera sensual pero sutil. Él no dejaba de parpadear, como si no creyera lo que tenía enfrente.

-Soy Kaley, un gusto. -Su voz sonó tan dulce, como una niña de diez años.

Austin no reaccionaba. Estaba ahí perplejo como un retrasado mental mientras miraba a Kal. No dejaba de parpadear, parecía como si tuviera un tic nervioso.

Dios Austin, ¡ACTUA NORMAL!

Le di una patada a Austin sin que Kal lo notase. Él se sobresalto y me fulmino con la mirada, luego volvió a mirar a Kaley. Carraspeo unas dos veces y por fin habló.

¡Aleluya señor Jesús!

-Soy Austin- Tomó la mano de Kaley y le dejo un beso, así como hacen los príncipes de los cuentos de Disney. -Es un placer señorita.- Su voz sonó seductora y no pude aguantar mi risa de foca desnutrida con ataque de epilepsia. Él me fulmino con la mirada y yo le quité la lengua.

Qué nivel de madurez eh Jay.

-Un gusto conocerte Austin, eres muy lindo.-Kaley sonrió como una niña pequeña y pude ver como Austin se derretía -Tienes unos ojos muy hermosos. -Esta vez su voz sonó seductora y vi como mi amigo retrasado se ponía colorado. - ¡Nos vemos luego Jay!

Ella se levantó de la silla en la que estaba sentada y sonrió dulcemente. Luego se marchó meneando sus caderas como toda una diva.

-Es hermosa... -Austin tenía una cara de estúpido, como si sufriera un retraso mental.

-Lo es. -Sonreí mientras veía salir a Kaley por la puerta de la cafetería y se marchaba trotando con su botellita de agua en sus manos. -Ahora hablemos de mi plan.

Austin me miro y frunció el ceño como si no entendiera mis palabras. Revoleé los ojos.

-Te llame porque tengo un plan, y tú serás parte del plan quieras o no. -Achiqué mis ojos en señal de advertencia. Él refunfuño unas cuantas palabrotas pero finalmente asintió.

-¿En qué consiste tu plan? -preguntó mientras se rascaba la cabeza desinteresado.

Le tiré un escarbadientes en su cabeza y él me fulminó con la mirada.

-Presta atención que solo lo diré una vez. -Mi voz sonaba bastante seria. -Es sobre el chico que te conté.

-¿Qué chico? -juntó sus cejas intentando comprender. Revoleé mis ojos.

-El chico que te dije que me gustaba. -Él achico sus ojos intentando recordar y luego se le iluminó la mirada y asintió. -Bueno, necesito recaudar información confidencial sobre él.

-Estás loca. -Chasqueo la lengua y yo le tiré otro escarbadientes. -Yaaa, te presto atención.

-Mi plan es el siguiente. -Me acerqué a él como si fuera el secreto más oscuro de la historia de la humanidad. Él se acercó a mí mientras levantaba sus cejas con atención.

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