-Te amo Matt. -Dije riendo mientras con un puño le hacía un saludo secreto que ambos usábamos.

-Apúrate. -Me ordenó mi madre mientras estiraba a mi hermano hacia el baño, él se retorcía como si fuera una yegua indomable.

El tiempo pasó volando. Hace unos minutos mamá se había marchado con Matt a visitar a la abuela. Yo me quedé limpiando la casa, había sido una eternidad terminar de asearla pues Matt se había encargado de esparcir el chocolate hasta el último rincón de la casa. Apenas había terminado cuando me llamo Pam para invitarme a salir. Fue entonces que recordé que estaba enojada con ella y le respondí con un simple y seco "No, gracias" y corté. Me quedé pensando en que había sido un poco dura con ella, pero en realidad no me sentía con ganas de salir, estaba exhausta. Observé a mi lado a Rocco, el gato persa de mi mejor amigo, Austin. Él me lo había dejado a mi cargo cuando se fue de vacaciones con sus padres la semana anterior. A penas me había percatado de su presencia. Le acaricié su cabecita mientras ronroneaba.

-Gato feo- Le dije mientras lo mimaba. Me quedé allí con el gato viendo la televisión. Un programa aburrido de serpientes venenosas estaba dando en la televisión, quería cambiar de canal pero me daba tanta flojera levantarme. Mientras me decidía en si me levantaba o vería el programa de serpientes el gato camino a la ventana. Fue entonces que la bestia peluda saltó por ésta yéndose hacia el patio en la oscuridad de la noche largándose a correr. Me desesperé. Salí velozmente a la calle en busca del animal pero estaba oscuro y no veía nada. Si Austin se entera que perdí a su gato me odiara toda su vida. Me dije mientras buscaba entre cada arbusto del vecindario.

-¡Rocco! Gatito lindo. ¡Vuelve! No eres feo, lo siento. ¡Rocco! -lo llamaba mientras mi paciencia corría el riesgo de perderse junto con el gato. Hacía frio. Una brisa helada me envolvió mientras a lo lejos veía al gato desgraciado correr entre la los árboles de una propiedad privada. No me agradaba para nada ir a aquel lugar. Había varios árboles, era como un pequeño bosque privado. No me quedó de otra. Corrí en dirección al gato y éste condenado animal al verme corrió con más velocidad en dirección contraria la mía.

-Vete a la mierda Rocco.- refunfuñe mientras corría detrás de él. Ya me estaba cansado. No es que tenga el mejor estado físico. Caminar rápido ya es un logro para mí. Ese gato me las pagaría caro cuando lo atrape. Habíamos salido de nuevo hacia la acera. Corrió hacia un callejón y lo seguí. Fue allí que me tropecé con alguien. De tan concentrada que estaba de atrapar al animal no me percaté de que alguien estaba frente mío. Caí al suelo y me raspé la rodilla. Un líquido rojo traspasaba mis jeans.

Mierda.

Estaba un poco confundida. La adrenalina había corrido por mis venas por un instante y ahora estaba tendida en el suelo. Fue entonces que escuche esa familiar voz.

-¿Estas bien? Venias muy rápido. -Dijo aquella voz que me hacía estremecer. Levante la mirada hacia aquellos ojos que tanto añoraba verlos. Y ahí estaba. Alto y fornido. Su melena negra estaba revuelta. Sus ojos grises a la luz de la luna, tan profundos como el mar. Llevaba una camisa negra y unos jeans holgados. Estaba jodidamente bueno. Y yo lo tenía más que claro.

-Estoy bien... -Le informé, mientras hacía de lado a uno de mis mechones dorados que estaba sobre mi rostro. Al verme su expresión se transformó. Una mirada sombría apareció. Sus ojos ya no eran grises, ya no denotaban tranquilidad. Ahora se encontraban oscuros y lo único que transmitían era desagrado. ¿Acaso estaba molesto por la noche anterior? ¿Se habrá enojado porque lo desperté e incumbí su propiedad privada? Si era eso, debía disculparme.

-Lo siento. Por lo de ayer... no debí entrar sin tu permiso-Dije rápidamente mientras me tropezaba con cada palabra- Tampoco debí despertarte, no sé en qué estaba pensando en ese momento. Necesitaba ayuda y pensé que tu podrías ayudarme... ¡Lo siento!

-Tú... -comentó entrecerrando los ojos con cautela como si yo fuera una amenaza para su existencia- Otra vez tú... Eres fastidiosa- concluyo con una mirada neutra. Bueno bueno esto se estaba poniendo bastante incómodo, ¿acaso pensaba que yo lo perseguía? Porque en definitiva era una casualidad el que nos hayamos encontrado. No gastaría mi tiempo persiguiendo a un chico tremendamente sexy de los cuales restan pocos en el mundo. Bueno... tal vez sí. Pero éste no era el caso. Así que debía defender mi postura.

-Creo que te estas confundiendo... -reclamé mientras lo fulminaba con la mirada, quería seguir hablando pero él me interrumpió.

-No, no me estoy confundiendo. La única persona que se está confundiendo aquí eres tú. Deja de seguirme-refutó mientras me miraba con una ceja erguida.

Maldito idiota.

-¡Que no te estoy siguiendo maldición! -reproché desesperada. - Además, ¿por qué querría seguirte yo a ti? Ni que fueras el último chico sexy del mundo.- Está bien, lo dije sin pensarlo y cuando me di cuenta de mis palabras ya era tarde. Automáticamente me ruborice. Noté una expresión de burla en su cara. Me quería morir.

¡Aprende a controlar tu boca, eres una idiota!

-¿Así que soy sexy? Es por eso que me persigues, ahora todo tiene sentido-Definitivamente lo empezaba a odiar. Podría notar como una pequeña sonrisa de autosuficiencia se asomaba a sus labios. Una electricidad recorrió mi cuerpo. Aquella sonrisa se me hacía misteriosamente familiar. Algo ilógico pues era la primera vez que lo vi sonreír así.

-No.. ¡Claro que no! ¡Eres un idiota!-Cruce mis brazos en señal de enojo pero él rio al verme. Su mirada se había suavizado pero podía notar que seguía con aquellos ojos de hielo. Definitivamente yo no le agradaba y me causaba un poco de gracia que una chica como yo lo intimidara así. Una sonrisa involuntaria se asomó a mis labios en ese momento. Fue entonces que la pregunta del millón se me vino a la mente.-¿Quién eres?-
Su mirada era tranquila pero muy intensa. Como si tratara de comunicarme algo con sus ojos. Una pequeña sonrisa surgió en sus labios y no pude evitar acompañarlo con una sonrisa mía.

- Te tardaste, pensé que nunca lo preguntarías. Eres un poco lenta-Reclamó con una mirada burlona. Mi sonrisa se esfumó. Fruncí el ceño ante su respuesta.

¿Acaso debía rogarle para que me respondiera bien mis cuestionamientos? En sus sueños.

-Olvídalo. Si no quieres decirme quien eres me da igual -Fastidiada por su anterior respuesta proseguí- Pero tienes cara de idiota asique puedo apostar a que llevas un nombre como.... ¿Ryan? O tal vez ¿Joshep? Espera... ¿Allan? -iba citando los nombres de acuerdo a como iban apareciendo en mi mente.

Él solo se quedó callado contemplándome mientras escuchaba con atención cada nombre que salía de mi boca. Una expresión de diversión cruzaba por sus ojos.

-Auch, eso dolió-Dijo interrumpiéndome. Lo miré y me percaté que sus ojos estaban recorriéndome completamente. Me aclaré la garganta tratando de componerme.

-¿Eh? ¿Acerté en uno de los nombres?-Pregunté realmente interesada.

-No. Pero dijiste que tengo cara de idiota- Una sonrisa curvada se dibujaba en sus labios mientras giraba para alejarse de mí. Antes de marcharse me regalo una mirada intensa- Por cierto, me llamo Iam.

Y eso fue lo último que escuche mientras lo veía perderse entre la espesa oscuridad de la noche.

-Iam... -Pronuncie su nombre en la soledad de la noche. Me encanta como suena. Un nombre sexy para un chico sexy. Definitivamente siempre tenía las de ganar.

Idiota.

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DARK SOULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora