Capítulo 97

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- si tu idea es dejar de babear en mi hombro, la apruebo.- dice Amanda.
Ignoro su comentario y me paro muy rápido.
Llamando la atención de todos.
-¡ eureka! ¡ lo tengo!
Me siento como una científica loca.
- ¿ qué?- pregunta Samantha y todos se me acercan.
- tengo una idea.
- continúa.- dice Arcansio.
- no los podemos eliminar a todos, así que hay que hacer que huyan.
- pero aunque soltara los demonios... Diciembre los conoce a todos, y les habrá avisado a sus soldados. No podemos hacer eso.
- sí, sí. No usaremos los demonios. Usaremos la locura.
- me confundes.- dice Amanda.
- los dejaremos locos. Y así huirán.
- bien, ¿ pero cómo pretendes hacer eso?- pregunta Adele.
- no lo sé. Bueno, lo que sé es que Aeneas me va a tener que ayudar... Tenemos que transmitir la locura por el aire.
- pero, ¿ qué sustancia los dejaría locos? ¿ o los haría volver por protección? ¿ y cómo nosotros vamos a protegernos de ella?- pregunta Aeneas.
- magia. magia ¡magia!- grito eufórica, y me tapo la sonrisa con las manos. Nos puede escuchar alguien.
- no es así Siberia. No hay un hechizo sobre locura.
- Octavio puede crear hechizos, yo puedo intentar...
- ¡ no!¡ no puedes!- grita Adele y rompe a llorar en el hombro de Aeneas.
¿ por qué necesita llorar todo el tiempo?
Miro a mi amiga, y con su expresión ella me dice que no haga ningún comentario malo sobre lo que pasó.
- tenemos que intentarlo Adele, tal vez combinando nuestros poderes lo logremos. No podemos desesperarnos. Eso nos distrae de nuestro objetivo, y no nos ayuda a hallar una solución.- digo con mi voz más dulce.
- ajh. Te odio.- dice con superioridad, secándose las lágrimas.
- el sentimiento es mutuo.- le sonrío.
- tu idea es muy buena Siberia, pero tenemos que preocuparnos en cómo ejecutarla.- dice Samantha.
- voy a intentar crear el hechizo. Estoy rodeada de locura, no será tan difícil.
Me siento y todos van al lado opuesto del vestíbulo.
Cierro los ojos y siento esa llama de poder que habita en mí, tengo en cuenta su presencia y su grandeza.
Quiero un hechizo que traiga desesperación, que haga ver cosas donde nada hay.
Pienso en el ataque de Algo. En como sentí miedo e inseguridad al no poder verlo.
Mi llama aumenta, triplico esa sensación. La transformo en algo que ni guerreros entrenados podrían aguantar.
Palabras, conjuros, el aliento del miedo sopla en mi nuca.
Lo tengo. Es horrible.
Ahora me concentro en superar ese miedo en mí, pero no olvidarlo.
Me imagino como si fuera un escudo protegiendo a los presentes de esa sala.
Y el miedo se va.
Abro los ojos, para encontrarme en llamas. Amanda tiene admiración en la mirada.
Y el dios, tiene orgullo.

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