Capítulo 31

29 9 1
                                    

- hey,esa chica, sea quién sea, no es la novia de Octavio y nunca lo será porque sabes que él no es correspondido. Ella no lo ama y tú si, así que si mi hermano no tiene ningún problema mental se quedará contigo.- mi voz fallaba pero ella me escuchó claramente. Estaba pensando en lo que dije.
Abrió la puerta.
Se veía destrozada.
Sus ojos estaban hinchados de tanto llorar y tenía pequeños cortes por toda la cara. Seguro se había arañado.
Había una pequeña tijera al costado del water y cuando le miré los brazos....
Tenía cortes largos aunque como la tijera no era tan grande, ni ella tan fuerte, no eran profundos.
Había un poco de sangre en el piso y un las manos de mi amiga, mi única amiga.
Amanda se ha querido suicidar.
Me arrodillé junto a ella ya que mis rodillas estaban temblando y simplemente la miré.
Lo que sentía no era tristeza, ni odio, ni pena. Era un tipo de traición, un tipo de sentimiento que solo sientes cuando ves a alguien que quieres en esas condiciones, cuando te pones a pensar que si no hubieras llegado antes nunca más verías su sonrisa ni su viva y deslumbrante mirada.
Mis ojos se cerraron. Ya no podía ver eso. Comencé a llorar instintivamente aunque sé que al hacer eso no ayudaba a Amanda.
-¿ cómo pudiste?- mi tono me sorprendió. Era severo y decía que reprimía una tristeza. Era el mismo tono de mi madre cada vez que se ponía rígida.
- Octavio se acostó conmigo por pena. No por amor.
No abriría mis ojos.
- eso no es excusa Amanda. Si no estabas pensando en ti.... ¿ por lo menos no pensaste en mí?¿ o en él?
- lo siento.
Tomo coraje y la miro.
Está llorando y ella sabe que lo que hizo no es justo, pero un lo siento no bastará.
Cojo papel, me levanto y lo mojo con el agua del fregadero.
Me acerco a mi única amiga y le limpio las heridas.
Boto la tijera y limpio la sangre del suelo con dificultad.
Ella se queda sentada en el piso, ha dejado de llorar pero tiene esa mirada de las personas que sufren.
No la espero. Simplemente me voy y vuelvo a la banca. Ella no me sigue y no volveré por ella.
La reunión todavía no ha terminado. Le deben de estar mostrando a mis padres todas mis notas y llamadas de atención.
Típico.
En ese momento escucho un estruendo y una fuerza me lleva al piso. Hay fuego por todas partes y mis oídos resuenan y me duelen. Me cuesta respirar.

SiberiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora