Capítulo 58

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-Llegamos a la "sala de armas"
El lugar era grande, con tres ventanas que llegaban al alto techo y armarios, estantes y cajas con pistolas, cuchillos, espadas e infinidad de otras armas de diferentes épocas.
- me voy a poner el traje, estoy en el baño de allá.- Katy apunta una puerta pequeña en una esquina.
- ok.
Camino hasta un armario, lo abro y tiene varias espadas y algunas pistolas; pero, lo que me llama la atención es un arco de plata casi escondido.
Lo saco con dificultad y lo examino.
Aquí estás de nuevo, viejo enemigo.
- deja a Kloe.
-¿ qué?
- así se llama.
Katy había salido del baño ya con el traje.
En ella se veía bien y lo lucía cómodamente.
-¿ le das nombre a tus armas?
- a las más bonitas. Y a las mágicas.
Miro a Kloe y mi mano comienza a quemarse. La suelto.
-¡ no le hagas así! Es frágil.
- me quemó. Kloe es violenta.
- es un arma tontita.
Bueno, no me llevo bien con Kloe y no quiero intentar ser su amiga. Parezco loca.
-¿ tienes alguna base con el arco?- me pregunta mi amiga interesada.
- sí. Pero soy malísima.
- no tienes puntería ¿ verdad?
- ninguna.
- eso se resuelve.
-¿ con magia?
- no, con práctica.
Aj.
- es que...
- cállate. No gastes saliva.
Ella coge una pequeña caja del suelo y la abre: flechas también de plata.
Me la entrega y de otro armario saca varios muñecos, los cuelga en un soporte y me dice:
- mata a ese- señala el primero.
No lo pude " matar" ni cuando ella me marcó donde estaba el corazón y además, Kloe me quemó tres veces más.
Al fin Katy renunció y practicamos combate y uso de la daga. En eso era buena, pero ella era increíble en todo.
- báñate y ponte la otra ropa ¿ sabes el camino a tu habitación?
- sí.
Salgo de la " sala de armas" y llego a mi habitación corriendo.
Me baño y me pongo la ropa de lino.
Sin saber dónde ir, decido buscar a Katy para preguntarle, pero al abrir la puerta encuentro una carta a mis pies.
La abro y dice:
<< Encuéntrame en la Sala de Magia, tu anillo te guiará.  Octubre >>
Ok, esto no es raro.
Me concentro y con su luz, mi anillo me guía al sur del castillo.
A un lugar claro, pero frío  con jarrones de flores por todas partes. Flores rojas.
Abro la puerta sin tocar y antes de que pudiera apreciar el lugar, siento una daga contra mi cuello. Me mantengo inmóvil.
Escucho una risa casi infantil detrás de mí.
- ¡ Siberia! ¡ hola!

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