Capítulo 93

14 3 0
                                    

Corro con el corazón en la boca y llegó al pasillo de las habitaciones.
Las puertas están abiertas y al mirar en mi habitación, veo que está todo volcado.
Ya pasaron por aquí.
La de Amanda está intacta, pero no hay nadie.
Cuando me volteo para irme, escucho el sonido de un sollozo reprimido.
Me volteo nuevamente y decido buscar.
Debajo de la cama no hay nadie.
Abro el guardarropa y alguien salta arriba mío y me comienza a pegar muy fuerte.
Al rato para, y me abraza.
Esa persona es Adele.
- que bueno que eres tú... Nunca pensé que diría eso.
La chica está llorando pero intenta esconderlo con una sonrisa superior.
En ese momento me da pena.
Nos levantamos y le pregunto qué pasó.
- estaba aquí con Amanda, rogándole para que me hiciera un vestido para dejar loco a Aeneas y escuchamos ruidos. Yo le dije que se escondiera, pero ella salió a buscar a su mamá...- ella deja de hablar e intenta controlar los sollozos- y yo me escondí en el armario.- continúa.
Adele Rose, por más dura que aparente, es frágil por adentro. Solo conoce lo superficial y eso es.
- ¿ hay algún lugar seguro en el castillo?- pregunto.- ¿ algún búnker o algo así? Seguro si ella encontró a Samantha estarán allí con el dios.
Adele mira a un lado y piensa unos segundos.
- bueno... Algo así. Tiene protección para que no figure en los mapas mágicos.
- allí iremos¿ adónde es?
- es en la torre oeste, pero si nos descubren estaríamos encorralados.
Se escuchan voces y pasos marciales.
Adele me jala y nos escondemos en medio a varios vestidos. Creaciones de Amanda. Ella tiene talento.
Rose empieza a llorar nuevamente y le digo bajito:
-  ¿ quieres morir?
- n-no.
- entonces cállate.
Sé que no es muy gentil, pero también estaba una pila de nervios.
Ella se controla y yo presto atención a las voces.
- ¿ ya encontraron a la tal Siberia?- dice una voz grave y masculina.
- todavía no, pero esa desgraciada no se puede esconder tanto tiempo.- dice otro.
Hasta en la oscuridad veo la sonrisa de Adele al escuchar el insulto.
- bueno, acá no está. Busquemos en la cocina. Puede haber ido detrás de la cocinera.
¡ Laura!
No, ella está bien.
De seguro Ares la escondió, sería lo primero que haría.
Las personas se van, y después de minutos que parecieron horas, las dos salimos del mueble.
- vamos.

SiberiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora