Capítulo 18

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La extraña volvió a gritar.
Me acerqué más y vi que ella tenía la pierna desgarrada y marcas de garras, tenía un vestido verde largo, parecía una princesa ensangrentada.
-¿ qué ha pasado?
- una fiera, no pude ver cuál de las muchas que tenemos en la región, me ha atacado sin razón aparente.
- apóyese en mí, mi auto se encuentra a  poca distancia la llevaré al hospital más cercano.
- un hospital no puede curarme y tú lo sabes Siberia.
-¿ cómo sabe mi nombre?- dije seria apartándome
- yo era cómo una segunda  madre para ti, pena que ya no me recuerdes.
- nunca la he visto en mi vida y si fue tan importante para mí la recordaría, déjeme llevarla a un hospital.
La mujer comenzó a reírse, su melena también roja le caía en la frente. No parecía de este mundo.
- sé que no me recuerdas; pero ahora, yo, Amelia, vuelvo de dónde he venido y maldigo a la bestia que me ha matado, aunque temporalmente.
Al decir esas palabras, Amelia , cerró sus rojos ojos y soltó su último aliento con una sonrisa.
Estaba perpleja con lo que había visto.
De repente, mi mano derecha comenzó a arder y al verla, vi graves quemaduras alrededor de mi anillo. Parpadee lentamente para quitar mis lágrimas de dolor y de pronto me encontré a una rama en mis manos, a Amanda a mi izquierda y al auto tras mío. Había vuelto al mismo lugar donde estaba antes de correr para socorrer a Amelia.
-¿ estás bien?- estás con esa rama en la mano como medio minuto.
- ¿ no escuchaste aquel grito?
-¿ qué grito?
- ninguno
Amanda estaba loca, pero yo estaba empezando a creer que tenía un problema psicológico. No quería asustarla.
- imaginaciones mías
Ella volvió a sonreírme y me ayudó a empujar un gran tronco( bueno, no tan grande) a un lado. Nos subimos al auto y continuamos el camino.
En poco tiempo llegamos a la mansión de Amanda y me metí a la ducha y puse al máximo el agua fría para quitarme la conversación con la extraña mujer de aproximadamente 30 años de mi cabeza.
Al salir de la ducha me puse una bata y salí del baño. En mi cama encontré el vestido osado que Amanda había escogido. Me reí y me arreglé el pelo en un recogido que me quedó muy bien, me puse un maquillaje oscuro y me vestí; Amanda había dejado unos tacones junto al vestido, los cuales me encantaban. Ya lista me miré al espejo y creo que me veía más linda que una de las 12 musas, mujeres que cuidaban de los doce meses y del tiempo, hermosas y poderosas..... Con mis mismos ojos y perfil según historias en las que no creía ,pero que tendría que obligarme a creer por la seguridad de mi familia.

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