Capítulo 30

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Pasaron los días y llegó el tan esperado jueves. Me moría de nervios y la reunión era solo en el final de la tarde.
Me había estado comiendo las uñas y mordiéndome el labio inferior.
Es horrible esperar todo el día por algo que no quieres que pase, que temes que ocurra.
Siempre he tenido problemas con los profesores por mis notas o actitud supuestamente impertinente y siempre me enviaban notas o cartas, pero nunca una reunión con el mismo profesor había ocurrido en mi largo historial.
Eso para mi colegio era grave.
Y para mis padres inaceptable.
- hey, escuché que tus padres se van a reunir con el profesor..... ¿ estás bien?
Amanda me saca de mis pensamientos y me doy cuenta que no me había percatado de que había sonado el timbre del recreo. Estábamos solas.
- me quiero suicidar.
- si lo haces me avisas. No te daré el privilegio de suicidarte sola.
- jaja, solo tú para hacerme reír en esta situación.
- tengo mis talentos. ¿ a qué hora va a ser la reunión?
- después de la salida. Los voy a tener que esperar para irnos juntos.
- si quieres me quedo contigo. Por si se te ocurre matarte.
- gracias, eres la mejor.
- lo sé.
Se pasó el recreo y las demás clases y llegó la hora de la salida.
Se fueron todos y llegaron mis padres.
- Siberia, espérame sentada en ese banco y no salgas de ahí a menos que te estés muriendo ¿ entiendes?- mi padre apunta una banca de madera al costado de la puerta de la sala del profesor.
- y tú Amanda, cuídala- dice mi madre.
¿ qué? ¿ desde cuándo Amanda es más responsable que yo?
- claro señora- le acaban de aumentar el ego. Un gran error.
Nos sentamos en la banca y cuando mis padres entraron a la sala Amanda dijo:
- vámonos por ahí.
- guau. La próxima le voy a decirle a mis padres que no te confíen nada.
- eres una aburrida.
- no estoy de humor.
-¿ qué pasó entre tú y Octavio el lunes?
- no quiero hablar de eso.
Una mueca de desagrado tomó el lugar de su habitual sonrisa despreocupada y decidí no insistir.
- ok.
- ¿ puedo ir al baño?
- claro.
Se paró y se dirigió a los servicios con paso lento.
Dentro de 20 minutos comencé a preocuparte. Ella no volvía.
Supongo que eso era un caso de vida o muerte.
Me paré y fui a buscarla.
Solo había una cabina cerrada.
- Amanda, ¿ estás ahí?
- Siberia, ¿ crees que soy bonita?
-Amanda, abre la puerta.
Me estaba desesperando. Su voz sonaba terriblemente calmada.
-¡ respóndeme!
- si, Amanda eres hermosa y no vas a arruinar cosa tan bella, así que sal de ahí.
- ¿ te gusta mi personalidad?
- nunca he tenido una amiga y si tú lo eres es por tu gran personalidad y por lo buena persona que eres, así que sal.
Comencé a escuchar llantos y me di cuenta de que eran míos.
- por lo más sagrado, ¡ sal de ahí Amanda!
- ¿¡ qué tiene ella que yo no tenga entonces?!
¿ ella? ¿ estaba hablando de Güen?
- tú eres mucho mejor que Güen....
-¡ no estoy hablando de Güen!
Cuando dijo eso me di cuenta de que hablaba del amor de Octavio.

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