Capítulo 20

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Al cabo de algún tiempo, cansados, todos nos decidimos ir a la cama.... Menos Amanda claro.
-¿ quieres hacer una reunión en mi habitación?,voy a invitar a tu hermano.
- no gracias, estoy muy cansada- no mentía
- ok
Cuando subió, yo me dirigí a mi habitación, ella a la de ella y él a la de él.
Me bañé, me puse una pijama y me eché.
Me desperté en la noche con el recuerdo de Amelia y decidí ir a la habitación de Octavio.
En silencio me acerqué, abrí la puerta..... Pero no había nadie. Bueno, creo que al final sí hicieron aunque ellos solos la " reunión"
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Octavio
Me bañé, me puse me puse shorts ( ignorando el frío) y comencé a pensar en Sib.... Amanda, tenía que pensar en mi novia, no en mi hermana.
Dentro de media hora, alguien tocó la puerta y pensando que era Siberia, abrí la puerta.
No era Siberia.
Era Amanda.
Y yo no tenía polo.
Sus lindos ojos me inspeccionaron y ella se mordió el labio inferior
- ven a mi habitación, me aburro- y se fue
Me puse un polo y me dirigí a su cuarto.
Toqué la puerta ,ella me abrió y cuando entré cerró la puerta detrás de mi y se sentó en la cama. Su pijama tampoco era para invierno.
- siéntate
Me senté y comenzó a hablar
- cuéntame cosas sobre ti
- bueno, toda mi vida he vivido aquí, nunca tuve una novia...- porque no quise, pensé- y mi único amigo siempre fue... Mi hermana
- lamentable- y se rió
- no te rías- dije no tan serio
- ¿ ahora vas a llorar ?- dijo molestando y acercándose más a mí
Un instinto me hizo cogerla de las caderas. Ella me besó, tuvimos largos y apasionantes besos, hasta me encontré sin mi camiseta y ella sin las suya. Nos fuimos despojando de las vestimentas y me acordé de ella.... Esa chica que nunca olvidaría ni en mil años porque vive en mi. Y detuve a Amanda con una disculpa:
- no tenemos protección
- oh, verdad.
Nos volvimos  a poner la ropa pero antes de que me vaya Amanda me jaló del brazo
- quédate
- ok
Nos echamos y dormimos.
Soñé con esa chica que necesitaba olvidar pero que no podía, eso no era justo para Amanda. Pero tampoco era justo para nadie. Me sentía horrible en aquel momento y lo único que me mantuvo en tierra fue el abrazo que me estaba dando una tierna y dormida Amanda.

SiberiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora