Capítulo 88

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Aeneas.
Dark de seguro lo hizo seguirlo y me rastreó con el olfato.
¿ qué hice para merecer esto?
Más humillación delante de él ¿ cuándo va a acabar?
Solo lo dejé abrazarme ayer, porque estaba en un momento de fragilidad. No sabía qué hacer.
- ¡ princesa!- exclama él.- ¿ estás bien?
- suelta a mi hermano.
Sé que debería agradecerle por salvarme, pero... No me gustó que ÉL me salvara.
¿ no podías llamar a otra persona Dark?
- ese desgraciado merece morir por sus actos.
Aeneas levanta más a Octavio y le golpeó la cabeza en el techo.
-¡ lo vas a matar! ¡ suéltalo!
- ¿ estás segura?- pregunta un poco desconfiado.
- ¡ claro!
Él lo suelta y mi hermano se desmaya en el piso.
Dark y Aeneas se me acercan, y el perro comienza a lamerme( hablo de Dark por las dudas).
- ¿ estás bien?
- solo un poco golpeada, pero no importa. Tenemos que cerrar el portal.
Antes de que Sr. Presumido hablara recibió un puñete por parte de mi hermano, que se había levantado y ahora le pegaba a Aeneas.
Dark ladra y sale corriendo.
- ¡ déjalo!- grito e intento separarlos.
Al instante un dolor agudo me inunda el ojo izquierdo y lágrimas comienzan a aparecer.
- ¡ lo siento!- dice mi hermano con pavor separándose de la pelea.
La rabia y el miedo me inundan como un tsunami sin aviso.
- ¡ aléjate de mí!
Aeneas está mirando con muy mala cara a Octavio, y estoy segura que si no fuera por mi, ya lo hubiera matado.
- aléjate de ella o hablarle será lo último que harás.- dice mi hermano en una amenaza.
Octavio se para y sale corriendo en dirección al portal, que se cierra rápido.
Todo se vuelve oscuro.
La luz del portal se fue. Mi hermano se fue.
Aeneas no dice nada, yo no digo nada.
Nos quedamos un buen tiempo así, hasta que él se para y me ayuda a pararme después.
- te llevaré a la enfermería.
- no es necesario.
Cuando me dispongo a salir, él me coge del brazo.
- espera.
-¿ sí?
- creo que salvarte la vida y no matar a tu hermano fue la primera prueba. Generalmente mato a quien me ataca; y si quisiera tu mal dejaría que te llevara.
Me río levemente.
- ok, ya tienes tu primera prueba. Faltan dos.
Salgo de la biblioteca y cuando voy a voltear la esquina, él grita:
- ¡ espera!
-¿¡ qué más quieres?!
- ¡ te amo!
No sé qué decir, así que no digo nada. Solo me pongo roja como un tomate con vergüenza.
Y me voy a la enfermería.

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