Capítulo 38

33 7 0
                                    

Volví a tocar la misma frase y sentí de nuevo la descarga.
- ¿ qué encontraste?
Él se acercó y comenzó a leer la oración que apuntaba yo.
-<baja tu mirada y encuentra la respuesta a tus preguntas, baja tu orgullo y encuentra el camino a seguir >
Qué raro.... Baja tu mirada.... Baja tu orgullo..... Respuesta a tus preguntas.....camino a seguir.
No entiendo.
Miro a Octavio y veo que también está confuso.
Baja tu mirada....
Miro la próxima frase:
< camina con pasos lentos y calculadores, encuentra pruebas a tus acusaciones... >
No, eso no tiene nada que ver y al tocarla no siento ninguna descarga.
Baja tu orgullo. Eso no es literal.....
¿ qué tienen que ver las dos frases?
La palabra " baja".
Me ubico en la palabra " baja" de la primera frase y la jalé para abajo. Para mi sorpresa se movió un centímetro y al final de la hoja aparecieron varias palabras.
Estaban en otro idioma. ¡ rayos!
- intenta con el otro " baja"
Me asusté. Estaba tan concentrada que me había olvidado de la presencia de mi hermano.
Intenté con el otro " baja" y las mismas palabras que habían aparecido cambian de orden y se vuelven legibles. Las leo.
-< el Anillo de Fuego debes de portar y  sangre divina tener, hecho por las manos de la misma diosa y tan poderoso como ella es. Creado para el hijo de Arcansio y Diciembre....>
- ¡ cállate Siberia!
-¿ qué?
- ese debe de ser el nombre del Dios, decir su nombre es cómo invocarlo y él te odia. No es buena idea. Te enviará algo.
-¿ qué hacemos?
- dame el libro.
Comenzó a buscar una página y cuando la encontró me dijo:
- ve a la cocina y busca aceite, azúcar y un vaso de agua. Voy a asegurar la puerta de la habitación de nuestros padres.
-¿ vamos a cocinar para cuando venga?
Octavio estaba  temblando. Nunca lo había visto más asustado.
Sin esperar su respuesta bajé corriendo y vi que él se dirigía al cuarto de mis padres.
Busqué el aceite y lo cogí al encontrarlo, ¿ habría problema si era extra virgen? No importa
Fui a la repisa donde estaba el azúcar y cuando giba por el agua escuché ruidos. Voces.
La puerta de enfrente salió volando y tomé un vaso lo más rápido posible, le puse agua.
La puerta seguía en el suelo pero nadie entraba. El silencio era mucho peor que las voces, mucho peor.
Tampoco tenía objetos para defenderme si me atacaba algo.
No tenía oportunidad contra lo que quiera que me atacara.
No sería nada bonito.

SiberiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora