Capítulo 13

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Pero, los monstruos no existen, me convencí de ello cuando tenía 7 años y me aterraba la oscuridad y mis peluches me miraban( estaba segura de ello) y mi hermano me consolaba diciendo que lo único que nos podría hacer mal eran las otras personas y la furia del Guerrero, que en ese momento no estaba contra nosotros pero ahora según entiendo sí.
-¿ estás seguro padre?- dije seriamente
- está en el libro y esos eran monstruos conocidos que tú solo no conoces por ignorancia a tu religión- respondió mi madre por él.
Bajé la cabeza, si estuviéramos en casa ese momento los " monstruos " podrían haberle echo daño a mi familia y sería mi culpa.
Lágrimas escurrieron sobre mis mejillas.
- Siberia, no llores- mi hermano también tenía los ojos mojados pero se mantenía fuerte por mí.
Ignoré a mi hermano aunque paré de llorar.
-¿ pero, por qué se quemó si venía a hacernos daño?
- porque el dios te dio otra oportunidad , una valiosa que debes aprovechar.- volvió a hablar mi padre.
- lo entiendo,¿ qué hago ahora?
- ahora cumple la ley y se justa y todo estará bien... Pero si no lo haces de corazón no adelanta, Siberia, dime que todo lo que hagas en nombre del dios lo harás de corazón
- lo prometo
En eso una lágrima escurridiza cayó sobre mi anillo que tenía el rubí de un tono más rojo que antes.
- terminamos la conversación
Mi hermano y yo nos retiramos de la lujosa habitación y le dije:
- me siento sucia, me voy a bañar
- okey
Él se dirigió a su cuarto, que se encontraba junto al mío y yo me dirigí a mi linda habitación de huéspedes.
Me quité la ropa y la doblé sobre la silla, calenté el agua y me sumergí en el agua y en mis pensamientos.
Cuando me terminé de lavar me puse un pijama viejo que me encanta( y que antes era de mi hermano y me quedaba grande) y me dormí.
Esa noche tuve pesadillas diferentes , soñé con esos monstruos lastimando a mi familia y llorando toqué la puerta de mi hermano quién me la abrió despeinado y con una sonrisa cansada, sin decir palabra me dirigí a su cama y lloré en su hombro hasta que el sueño me ganó y me desperté a la mañana siguiente con el luz del alba que entraba por una verja en la ventana.
Octavio se encontraba frente a mí, dormido como un bebé y se me ocurrió algo.

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