—Y tú eres su primogénita, su heredera.

—Mis hijos serán aptos Aegon, descuida. —dijo, terminando de acomodar su vestido. —buenas noches. —dijo saliendo de los aposentos del peliblanco, dirigiéndose a las cocinas.

—¿Larga noche? —Daeron preguntó, dándole una copa de agua.

—Un poco. —suspiró, bebiendo un poco. —¿Y tú?

—Bueno, tus queridos niños no han dejado en paz a Aemond, Baelon y Daella estaban jugando con sus dragones de madera, Aegon estaba jugando con su parche, Daeron jugaba con su daga mientras que Daenerys jugaba con su dragón.

—Me alegra que su huevo haya eclosionado. ¿Cómo lo ha llamado?

—Drogon.

—Oh, mi dulce niña. —sonrió.

—Te encamaste con Aegon a tus once años. ¿No?

—Me casaron a los diez.

—¿Y Baelon vino...?

—A los once.

—¿Cómo es que has tenido cinco hijos con a penas dieciséis inviernos? Soy mayor que tú una luna y no he ni tenido sexo.

—Baelon fue el mayor, Aegon y Daeron fueron mellizos, Daella llegó cuando Aegon y Daeron tenían un invierno, nació nueve lunas antes que Danny y finalmente, Danny es la menor, Baelon le lleva cuatro años a Danny.

—Daenerys es la que más se parece a Aemond.

—Bueno, es su tío. —dijo, bebiendo de la copa.

—Y Aegon su padre y no se parecen, excepto Aegon y Daeron, tienen su cabello.

—¿Ya ves? Debo ir a dormir.

—¿Cómo lo haces con Aegon? Es lisiado.

—Grosero, eso no se pregunta.

—Quiero saber.

—Cómo cualquier pareja.

—¿Lo montas?

—¿No qué no has tenido sexo?

—Del decente y bueno no.

—Lo monto. ¿Feliz?

—¿Cuánto dura?

—Sí antes no duraba nada, ahora menos, buenas noches. —dijo saliendo antes de que el mayor pudiese preguntarle algo otra vez, caminando a sus aposentos privados, en donde Aemond la esperaba, acostado en su cama. ¿Qué haces aquí?

—No es la primera vez que vengo, vengo desde que tengo quince.

—¿Y los niños?

—Duermen, las nodrizas los han acostado.

—Bien. —suspiró. —¿Qué haces aquí?

—Me dijeron que montaste a Aegon, por una hora. ¿Tan bueno fue?

—Oh, cállate.

—¿Qué? —siguió riéndose. —¿Finalmente te llenó con su semilla? ¿Fue útil?

—Fue el sexo más horrible que he tenido. —gruñó frustrada.

—¿Por qué?

—Estaba flácida, insistió que era mi culpa. —gruñó y Aemond rió.

—Bueno cariño, estás acostumbrada a mí, no puedes pedirle que te dé el mismo placer que te doy a ti.

—Fue un desastre, no dejaba de mirarme los senos, los tenía en su cara y no dejaba de verlos rebotar. —gimió, sentándose en la cama.

—Tranquilízate amor, yo te ayudaré. —dijo. —quítate el vestido.

—Aemond, hay una guerra allá afuera. ¿Y piensas en sexo?

—La guerra nos estresa, hay que librarnos del estrés. —dijo deshaciéndose de sus pantalones. —ven amor, hazme lo mismo que le hiciste a Aegon.

[***]

Llevaba al menos treinta minutos con Aemond, ambos absortos en su placer.

Aemond miraba sus senos rebotar mientras ella lo montaba, gimiendo su nombre mientras movía sus caderas.

—Dioses, quiero pintarte y tenerte en mi cuarto todos los días. —gimió y la peliblanca también lo hizo.

Sintió la tensión en su vientre, a lo que jadeó, tomando más fuerza y golpeando al mayor con más fuerza mientras esté tenía sus dedos profundamente enterrados en sus caderas.

—Ae...

—Vamos amor, ya me diste cinco niños. ¿Qué tal sí me das otro?

—La guerra...

—No me importa. —dijo, tratando de igualar la velocidad de la menor, logrando que varios gemidos se escaparan de su garganta. —guerra o no, eso no me impide hacértelo día y noche. —gimió, la peliblanca se apretó a su alrededor. —vamos amor. —dijo y la menor gimió, deshaciéndose en su regazo mientras él la seguía segundos después. —¿Qué tan difícil fue?

—Shh.

HOTD OSWhere stories live. Discover now