Daemon Targaryen

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Daemon no era hombre de compromisos, normalmente los evitaba a toda costa.

Hasta que su perdición nació.

La hermana de la princesa Rhaenyra, Aenyra.

Su sobrina, años menor que él, hija de su hermano Viserys y su esposa, Aemma, era una joven hermosa, con todas las cualidades de un Targaryen, la sangre del dragón corría por sus venas.

Daemon no lograba descifrar lo que sentía, acudía a  Casas del Placer desde que era niño, no le llamaba la atención ninguna mujer. ¿Por qué Aenyra sí?

—Tío Daemon. ¿Cómo estuvo el viaje?

—Daemon volteó mirando a la menor. —estuvo muy bien sobrina.

—¿Por qué has regresado tan pronto? Padre te calculaba unas dos lunas fuera.

—Quería venir a ver a mi familia. —sonrió el mayor provocando una suave sonrisa en la menor.

—Me alegra que hayas venido a vernos, Rhaenyra es muy feliz con tu presencia.

—Ese pequeño diablillo, ambos sabemos que soy su tío favorito porqué no le dijo a Viserys de sus aventuras.

—Y porque eres su único tío. —dijo y Daemon rió.

—¿Cómo vas con tu compromiso? ¿Algún pretendiente digno?

—Padre cree que debo casarme con John Lannister, Sir Otto ha pedido mi mano.

—La sonrisa de Daemon rápidamente se esfumó. ¿Qué Otto había hecho qué cosa? —¿Y tú padre, el Rey, qué ha dicho?

—Antes de que mamá muriera él había pedido mi mano, madre le negó, al fallecer la pidió de nuevo, creo que se aprovecha de la vulnerabilidad de mi padre, dice que me protegería.

—Te llenaría de bastardos para que no puedas ascender al trono.

—El matrimonio es un acuerdo político, tío Daemon, tú mismo lo dijiste, no amo a Otto, no lo planeó, dudo algún día ser capaz de ello, pero padre decidirá, aunque me escaparía.

—¿Del uno al diez qué tan desesperado está tu padre por tu protección?

—Por los Dioses, creo que un quince.

—Hablaré con tu padre, no te preocupes.

—No me preocupa, dudo casarme con Otto.

—¿Y con cualquier otro? ¿Quieres casarte?

—No, pero la corona la han identificado débil, no queremos una guerra, unir lazos con los otros reinos puede ser la clave para evitar una.

Daemon asintió, Aenyra era diferente a Rhaenyra, físicamente muy parecidas, excepto que Aenyra tenía el cabello por los hombros.

Aenyra era un ser pacífico, una gran guerrera y jinete, y según decían las mujeres, virgen.

Por eso, cada lord y rey pedían su mano, querían desvirgar a una mujer pura y tener herederos del linaje Targaryen.

—Tengo que irme, ha sido un placer.

—Igualmente pequeña. —Daemon sonrió mirando como la menor se marchaba al lado de Sir Crispin Cole.

Gruñó estresado, no iba a permitir que Aenyra se casará con cualquier imbécil que la viese como incubadora, Aenyra merecía más.

Y definitivamente, mientras su sangre corriera por sus venas, jamás dejaría que Otto Hightower, Lord Imbécil Mano de su hermano, la tocará.

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