Aegon Targaryen

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—Mi pequeño ser. —murmuró el peliblanco besando la cabeza de su hijo. —¿Cuándo dirás kepa? —papá.

—¿Desde cuándo te importa qué Aegon IV aprenda alto valyrio, esposo?

—Me importa desde hace mucho, mi amor, mi hermana tiene razón, hay que honrar a nuestros ancestros.

La menor sonrió ante la mención de la reina, Rhaenyra ahora era la reina de los Siete Reinos, sin necesidad de una horrible guerra.

—Y no lo dudo esposo, pero. ¿Estás celoso de qué Aegon III supo decir más rápido muña? —mamá.

—Claro que no, es sólo que... ¿Por qué no dice papá? No consigo de ninguna forma que diga papá, dijo el nombre de Aemond antes que el mío.

Aerea asintió incómoda recordando los rumores que corrían por el reino, algunos pensaban que Aemond era el padre de los hijos de Aegon, aunque aquello no era más que una vil mentira, Aemond amaba estar con sus sobrinos.

—Esposa, no quise incomodar, no hay cosa que más amé en el mundo que verte siendo feliz con mi familia, sé que los rumores no son más que eso, no tienes de que preocuparte, yo te creo.

Aerea acarició la mejilla de su esposo, esté cerró los ojos ante su tacto.

Su paz se vio aturdida por una tos que venía desde la puerta de sus aposentos.

—¿Jaehaera? ¿Qué sucede? —la madre se acercó a la menor, tocando su frente. —cariño, estás hirviendo.

—No me siento bien mamá. ¿Puedo quedarme con ustedes?

—Acuéstate en la cama, llamaré a un maestre. —dijo la mayor saliendo de la habitación.

—¡Esposa! Ayúdame el bebé me está mordiendo. —lloriqueo Aegon, su hijo había atrapado su dedo entre sus diminutos dientes. —pequeña bestia, no me muerdas.

Jaehaera tosió nuevamente asustando a los dos varones.

—¿Cómo te sientes?

—Me duele la cabeza.

—¿Sólo eso?

—Cuándo volé en Ennox también volé por la lluvia, la abuela me dijo que esto podría enfermarme, pero creí que no.

—No eres inmortal hija. ¿Por qué creerías eso? ¿Quién te lo dijo?

—El tío Aemond dijo que los dragones no se enferman.

—¿Y él que va a saber de dragones? No tuvo uno hasta los trece. —dijo y rápidamente se arrepintió. —pero cielo, tú no eres un completo dragón, eres como tu madre y yo, humana.

—Pero el tío Aemond...

—El tío Aemond también es humano, Jaehaera.

Su conversación se vio interrumpida por la madre, un maestre y la abuela de Jaehaera.

—Princesa. ¿Qué siente?

—Me duele la cabeza.

—¿Sólo eso?

—Mi garganta duele mucho.

—Te dije que te ibas a enfermar Jaehaera. ¿Por qué no viniste con tus padres inmediatamente?

—Papá estaba ocupado con la tía Rhaenyra, mamá estaba ocupada luchando contra el tío Aemond y...

—Sabes que no hay nada más importante que tu, Jaehaera. —interrumpió Aegon tomando la mano de su hija. —nunca.

—Creo saber lo que la princesa Jaehaera tiene, sus majestades.

—¿Qué es, maestre? —cuestionó Aerea besando la cabeza de su hija.

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