Aemond Targaryen

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Aenerys Velaryon se encontraba encadenada en una de las celdas de los calabozos de la Fortaleza Roja, escuchando las voces de los otros esclavizados, junto a sus hermanos menores, quienes se aferraban a ella como si sus vidas dependiesen de ello.

Tristemente sí lo hacían.

La guerra había asesinado a su madre y a su padrastro Daemon, sus tres hermanos, su abuela Rhaenys. Había perdido a toda su familia, Rhaena y Baela también estaban encerradas en uno de los tantos calabozos.

—¿Hermana?

—Dime.

—Tengo hambre. —murmuró el menor de los hermanos y la princesa sintió su corazón romper.

—Mi niño, ya tendremos comida. ¿Sí? —la peliblanca se agachó a la altura del menor, su cara estaba sucia y sus ropas también. —cuando salgamos, te daré un enorme banquete, a ti y a Vis. ¿Entiendes?

—Hermana.

—¿Sí?

—Tengo frío.

—¿Quieres qué te cuente una historia? Así podrás dormir.

Ciertamente, calculaba debido a la poca luz, que estaban en horas de la tarde, sus hermanos mayormente dormían, ella se mantenía en guardia.

Unas doncellas entraron a los calabozos, acompañadas de cinco guardias, asustando a Aenerys.

¿Ya iban a ejecutarla? ¿Por fin podría volver con su familia?

Los guardias se acercaron a su celda, asustada, se acercó a la cama de paja improvisada de sus hermanos, cubriéndolos.

—Agarrenlos. —declaró una de las doncellas de Alicent.

Los guardias tomaron a sus hermanos bruscamente, lastimándolos.

—¡Sueltenlos! —declaró la morena, golpeando a uno de ellos, esté levantó su mano.

—¡Baje la mano! La necesitan completa. —dijo la mujer y otros guardias la tomaron a ella, siendo obligada a salir de los calabozos.

La condujeron por los pasillos de la Fortaleza, en donde ella años atrás había jugado, reído y llorado, una niña inocente en un ambiente de víboras.

La llevaron a su antigua habitación, nada había cambiado, exceptuando la tina que había en ella, junto a Alicent Hightower.

—Ya suéltenla. ¿Te hicieron algo? —murmuró tomando su rostro.

—¿Más? —gruñó alejando su cara, en los ojos de la pelirroja no había más que dolor, había perdido a Aegon, Helaena, sus nietos y a su padre.

Una de las criadas arrancó su viejo camisón, dejándola desnuda antes de entrar a la tina, en ella, presenció sus aceites favoritos, esencia de menta y lavanda, mientras otra criada masajeaba su cabello, no había notado cuan sucia estaba hasta que miró el camisón, como lo tiraban al fuego y esté ardía.

Finalmente la dejaron, su cabello estaba suelto, con un pequeño listón sujetando ambos extremos, evitando que cayera y evitará su visión, le pusieron un vestido celeste, como los colores de la Casa Velaryon junto a unas mangas de un tono más claro, le colocaron las joyas que ella reconoció como las joyas que su madre había usado en su juventud, perfumaron su cuerpo y nuevamente Alicent Hightower entró.

—Te ves preciosa. —sonrió la mujer. —escoltenla al Salón del Trono. —dijo y seis guardias se posaron a su lado. —no permitan que escape.

Nuevamente la condujeron por los pasillos, hasta llegar al Salón del Trono, en donde un guardia abrió las pesadas puertas, permitiéndole ver al nuevo rey.

—Sobrina. —Aemond sonrió, sobre su cabeza estaba la corona del Conquistador.

—De rodillas ante tu rey. —dijo un guardia, ella no dejaba de mirarlo.

Uno de ellos pateó su rodilla, obligándola a arrodillarse.

—De pie. —dijo esté y la obligaron a subir su cabeza. —princesa Aenerys.

—Ejecutenme, pero dejen vivir a mis hermanos menores, son niños, inocentes, no saben nada de está guerra.

—No deseo que ningún bastardo de la usurpadora ande por ahí.

—¡El único usurpador eres tú!

—Más respeto ante el rey Aemond.

—Te preguntas. ¿Por qué estás aquí? Cómo sabrás, no tengo herederos, deseo una reina y deseo herederos, te casarás conmigo.

—No lo haré. —dijo y miró a su abuelo. —¡Abuelo! —gritó, Corlys no la miró, sí lo hacía, lloraría.

—Sino te casas conmigo, asesinare a tus pequeños hermanos.

—¡Son inocentes!

—Hijos de una traidora, elige ahora.

—¡Acepto! Dejen a mis hermanos.

—Perfecto, hay una boda que planear. —dijo Aemond y Alicent asintió.

[***]

A pesar de que el pueblo moría de hambre, la boda había sido la más grande de todos los Siete Reinos, Aemond tenía a Blackfyre, la espada del Conquistador junto a la daga de su padre, vestido de negro con una capa roja, y un dragón en su pecho.
Mientras que Aenerys tenía un vestido blanco, con detalles dorados, su cabello estaba regocijo en una trenza corta con mechones sueltos.

La boda había sido como la Fe de los Siete, habían tomado sus manos y había un lazo sobre ellas.

Hasta que el banquete había finalizado, sus pies ardían, hacía meses que no los utilizaba, junto a su cuerpo, dolía como nunca.

—¿Por qué no la desnuda frente a otros mi rey? —Tyland Lannister rió. —¡Hágalo mi rey!

—Ese es mi placer, de ningún otro, lord Lannister. —Aemond gruñó, después de eso, ambos se retiraron.

Las doncellas desnudaron a Aenerys, colocando un fino camisón, acostándola en la enorme cama del ahora rey.

Miró a Aemond, esté la habiá desnudado, parecía fascinado con ella, besando todas sus partes desnudas.

Hasta que el mayor se posicionó, acercando su cadera a la de la menor, la menor, cerró sus ojos.

[***]

Aemond salió de ella, sus mejillas estaban empapadas en lágrimas y sus ojos rojizos mientras que su esposo, jadeaba satisfecho, con su pecho y espaldas sudados.

No podía hacer más que llorar y rogar por la piedad de Aemond, la había tomado como trofeo de guerra, sabía la obsesión de Aemond contra su madre, jamás creyó ser parte de la obsesión y menos haberse entregado a él en contra de su propia voluntad.

HOTD OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora