Aegon Targaryen

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Segunda parte del one shot anterior.

El vino, el dormir y las mujeres en los burdeles siempre fueron el sueño de Aegon, vivir sin responsabilidades, sólo ser el hijo de un rey con más atribuciones que los demás, los niños no le hacían gracia, salvo sí era para pelear, no se imaginaba siendo esposo, menos padre.

Cuando su madre, la reina consorte del rey Viserys, Alicent Hightower le informó sobre su compromiso, se disgustó tanto que bebió todo un barril de vino, despertó con seis mujeres en su cama, sudoroso y sin recordar la noche anterior.

Su hermano menor, Aemond había notado cuantas mujeres habían entrado a sus aposentos, no le importaba en lo absoluto, después de todo, era Aegon, una decepción.

Su hermana menor, Helaena también lo había notado y escuchado, creyendo que Aegon hacía gritar a las mujeres de felicidad, volviendo a tejer una cabellera castaña oscura.

Su padre, el rey consorte Viserys Targaryen, había sido avisado del matrimonio, ansioso por ver a Aegon convertirse en un hombre responsable, irrumpió en sus aposentos.

—¡Aegon! —gritó el mayor. —¿Qué significa esto?

Según dicen, Aegon saltó de su cama, con las sábanas por la cadera y su pecho desnudo, despertando a las seis mujeres desnudas a su alrededor, quienes al ver y escuchar al rey salieron corriendo sin importarles estar desnudas.

—¡Padre! ¡No es lo que crees!

—¿No es lo qué creo? Lo que creo, Aegon, es que no eres lo suficiente, vas a casarte. ¿Y vas a un burdel? ¿Qué pensarán los Tyrell? Casarán a Eveelys, su única hija contigo. ¿Planeas dar esa impresión?

—No, yo...

—Por una vez, Aegon, no me decepciones.

—Yo...

—Vístete y báñate. —ordenó sin mirarlo, saliendo del lugar. —limpien la habitación del príncipe Aegon. —demandó, Aegon seguía desnudo, poco le importaba, los sirvientes entraron, preparando su baño y dejando sus ropas en su cama.

El primogénito del rey no podía pensar en nada más que en aquella mujer. ¿Sería atractiva? ¿Cómo serían sus atributos? ¿Podría jugar con ellos?

—Príncipe, hemos terminado.

Su resaca era evidente, pero al menos lograba estar en pie, cambiándose con ayuda de los sirvientes.

Sus aposentos olían diferente, no olían a mujeres, ni a burdel, ni a vino ni a sudor, era un lugar completamente nuevo para sí mismo.

—Aegon. —dijo la mujer, su madre entrando. —bajarás a desayunar con nosotros, no tardes.

En sus ojos no había amor, ni aprecio ni admiración, esas miradas le pertenecían a Aemond y a Helaena, a él sólo le quedaba las miradas de decepción, odio, pena y asco.

Asintió sin esperar respuesta, salió de sus aposentos unos momentos después de la salida de la mujer, entró al Comedor bajo las miradas acusatorias en su contra.

—Vas a casarte y llevas seis prostitutas a tus aposentos, eso no es digno de un rey.

—Rhaenyra es mi heredera, Otto. —gruño Viserys. —eso no es comportamiento digno del hijo de un rey.

—¿Qué importa? La tipa Tyrell no me interesa, tan sólo es una jodida alianza, nada importante.

—Compórtate Aegon. —dijo Alicent comenzando una oración, acto seguido todos cerraron sus ojos, escuchando la oración, pero Aegon se negaba a cerrar los ojos, sí lo hacía, recuerdos de la noche anterior llegaban.

—¿Y cómo es la chica Tyrell, esposo?

—Aemond la conoce.

—Eveelys es digna, él que no es digno es Aegon.

—Es tu hermano.

—Desgraciadamente, deberían de casar a Eveelys conmigo.

—¿Tan desesperado estás de...?

—¡Basta! ¡No hablarán de sus temas asquerosos en la mesa y menos en frente de su hermana!

Alicent gritó y ambos hermanos guardaron silencio, Helaena estaba en su dimensión, perdida en está, mientras todos comían.

—El compromiso será en dos lunas. —anunció el rey. —más te vale comportarte.

[***]

La chica Tyrell, Eveelys Tyrell era una mujer hermosa, lastimosamente unos cinco años menos que sí, una joven de veinte días del nombre, como Aemond, castaña y piel pálida como la nieve, ojos miel y labios rojos delgados, los vestidos se ajustaban a su cuerpo y a sus atributos, Aegon no podía dejar de verlos, cosa que no pasó desapercibida para Aemond, quien lo pateaba cada que se distraía mirando el pecho de la mujer.

La boda fue un éxito, Aegon estuvo sobrio toda la noche, ansioso por consumar el matrimonio, mientras que Eveelys estaba nerviosa por la consumación, temía que le doliera. ¿Y sí el príncipe abusaba de ella?

Esa noche, con un vestido transparente fino, se entregó al príncipe Aegon, sintiendo su miembro llegar hasta lugares que ella no creía conocer, gimiendo y jadeando mientras el príncipe estaba encima de ella, besando sus labios, dejando marcas en sus senos y cuello, aumentando la velocidad cada que pasaba sin permitirle respirar.

Había tomado el cuerpo de la ahora princesa tantas veces que se le había sido adictivo, escucharla gemir, ver sus expresiones, sus labios entreabiertos, su respiración entrecortada y sus uñas en su espalda eran su parte favorita, siempre lo hacía adentro, esperando hijos.

Sus deseos habían sido concedidos, tres lunas después había un heredero en el vientre de la princesa.

Para seis lunas después, Jaehaera Targaryen Tyrell y Jaehaerys Targaryen Tyrell ya habían nacido, teniendo un hermano un invierno después.

Aegon reía al ver la expresión de su joven esposa en esa nueva experiencia, había tomado sus caderas mientras aumentaba la velocidad, el embarazo le había sentado bien, llegó a lugares que jamás había creído llegar, la escuchó gritar tantas veces que era su sonido favorito, de esa posición había salido Maelor, su hijo menor.

La princesa después del nacimiento del menor había abandonado a Aegon, ya no dormía casi junto a él, escuchó rumores en los que decían que Aemond también la había hecho gritar y hasta más que con él.

Molesto y dolido bebió hasta dormir, dañando al día siguiente a la pequeña Dyana, la doncella de Eveelys, discutiendo con su madre y su esposa.

Perdiendo a Jaehaerys y Jaehaera junto a Maelor.

—Jaehaera es igual a mí. —murmuró mirándola. —todos dicen que es extraña, como yo.

—No creo que seas extraño, hermano. —dijo Helaena. —sólo no eres comprendido. ¿Por qué Dyana se fue?

—Cosas.

—¿Le hiciste daño?

—No Helaena, descuida, sólo se marchó y ya.

—Puedo ayudarte a ver a tus hijos.

—No creo que sea lo mejor, Eveelys me odia.

—Créeme hermano, tal vez logres verlos algún día.

—Lo dudo.

—Pero son Targaryen.

—Y Tyrell a la vez, Eveelys lo hace para protegerlos.

—Como un dragón cuida a su huevo. —murmuró Helaena. —el dragón verde escupe fuego y quema al dragón pequeño.

HOTD OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora