Lucerys Velaryon

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Segunda parte del one shot anterior.

Habían pasado cerca de seis años desde que Rhea había dejado a los Velaryon, pero ese día finalmente los iba a volver a ver.

Rhea no estaba entusiasmada en lo absoluto, desde que su cuerpo había madurado y se había convertido en una mujer madura ante los ojos del reino, su cuarto se llenaba de pergaminos con propuestas de matrimonio, títulos, riquezas, hijos, experiencias y deseos algo incómodos.

Dormía cómodamente sobre los papeles, no había ninguno que la convenciera, aunque, realmente no le importaba en lo absoluto.

—¿Princesa? —uno fuertes golpes se hicieron presentes en su puerta. —el Rey solicita su presencia. —dijo su doncella entrando mientras ella perezosamente se levantaba de su cama y se alistaba.

Al salir de sus aposentos, recorrió perezosamente el camino, seguramente ya habían encontrado a su futuro esposo.

Llegó más lento de lo que ella hubiese deseado al comedor, al llegar, pares de ojos fueron puestos en ella, le incomodaba la atención, definitivamente lo hacía.

—Rhea, sobrina, te estábamos esperando. —dijo Viserys.

—Lo lamento tío, estaba un poco ocupada. —se disculpó abrazando a su tío.

—Descuida cielo, ya podemos comer. —dijo Alicent.

La menor tomó asiento al lado de Aemond, quien sin importarle, se acercó descaradamente a su oído.

—¿Cansada de leer pergaminos, sobrina?

—Bastante.

—Tienes baba. —rió Aegon señalando la mejilla de su prima haciendo reír a los presentes.

—Herencia supongo. —dijo y el peliblanco a su lado rió, Aegon cuando era pequeña babeaba siempre que dormía.

Rhea miró el lugar, todos habían madurado, pero él no se encontraba allí.

—¿En dónde está?

Las puertas del comedor se abrieron dejando ver a un joven alto, blanco, ojiazul y pelinegro.

Ese no era él, definitivamente.

—Es un placer volver a verte, princesa.

Rhea no respondió, estaba ocupada tomando el líquido de su copa e intentando perderse en él.

—Es descortés ignorar a tu prometido. —dijo Aegon y Rhea se atragantó.

Helaena y Rhaenyra se levantaron para auxiliar a la menor quien no dejaba de toser, sentía la mirada del ojiazul en su cabeza, con su típico sonrisa burlesca.

—¿Ya estás mejor?

—Sí, lo lamento. ¿Cómo?

—Hemos pensado en que la mejor manera de tener una alianza es casando a nuestros pequeños. —dijo Alicent tomando la mano de Viserys.

—¿Aprobaste esto?

—Daemon se encogió de hombros. —es Lucerys, será un buen esposo.

—Mi hermanita menor se casa. —molestó Baela

Rhea gruñó, el resto del almuerzo se la pasó deseando que aquello fuese una pesadilla.

¿Ella? ¿Casada con Lucerys Velaryon?

Al terminar de almorzar, fue la primera en retirarse, quería despejarse. ¿Cómo iba a casarse?

Al caer finalmente la noche, la princesa se encontraba en sus aposentos anhelando el sueño, pero esos pensamientos no se iban de su cabeza.

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