—¡Perdón!

—Deja de pedir perdón, esa niña se marchó de esté castillo creyendo que fue su culpa, tu tendrías que irte.

—Eve...

—¡CÁLLATE POR UN MOMENTO! —gritó sorprendiendo a Aegon.

—¿Qué querías qué hiciera? No me prestabas atención.

—Acabo de tener a tu tercer hijo. —murmuró, gran parte de sí le dolía como los siete infiernos, había creído en Aegon y él la había decepcionado. —¿Cómo pretendes qué te diera atención? ¿Abriendo y qué me tocarás cómo siempre? El matrimonio no es sólo sexo, Aegon.

—Los rumores dicen que Aemond también te toca.

—Jodidos rumores. —gruñó molesta sacando sus vestidos de aquel gran armario. —¿Sabes? Sí quisiera que Aemond o cualquier otro hombre me tocará lo haría, Lega, envía todos mis vestidos a mis antiguos aposentos.

—Enseguida princesa.

—¿Por qué Eve?

—Abusaste de una niña Aegon, no compartiré nada más contigo, no podrás ver a tus hijos, nunca.

—¡Son míos!

—Los pongo en peligro junto a ti, no lo permitiré, hoy fue Dyana. ¿Y mañana? Eres un imbécil.

—Perdóname en serio, yo...

—Se tomó el té por tu culpa, eso puede provocarle problemas mayores en un futuro.

—Yo, no lo pensé.

—Nunca piensas Aegon. ¿Cuál cabeza te domina? Ninguno de las dos te sirve definitivamente.

—Eveelys, yo no quería esto.

—Yo tampoco, no quería casarme contigo.

—Aegon la miró ofendido. —habló de esto.

—Ah, sí no querías entonces... ¿Por qué?

—No lo sé, no pensé.

—Deja de excusarte con esa basura. Sabías lo que hacías y muy bien.

—El vino...

—¿Por qué culpas a todos de tus errores? Mi mamá me comprometió, el abuelo me exige prepararme para ser rey, no se como ser un buen padre porqué mi padre jamás estuvo, el vino me hizo abusar de Dyana. —dijo repitiendo cada frase que recordaba. —sé valiente por una vez y admite tus errores.

—Príncipes, el príncipe Aemond desea pasar. —dijo un guardia, parecía no haber escuchado la discusión.

—Déjelo pasar.

—Que se coma una...

—Hermano, cuñada, oí los acontecimientos. —dijo entrando con sus manos detrás de su espalda. —¿Esa niña llevará a tu bastardo, Aegon?

—No, le dieron el té.

—El té no siempre es efectivo, Aegon. —dijo Eveelys masajeando el puente de su nariz.

—¿Qué van a hacer?

—Anular nuestro matrimonio, ya estarás contento.

—¿Hasta ahora? Siempre vienen putas a los aposentos de Aegon.

—¿Qué, qué?

—¡Él miente mi amor!

—No me llames así. ¿Hage cuánto vienen?

—¿No vas a responder? Bien, hace tres lunas.

—¿Cuándo nació Maelor, Aegon? ¿En serio?

—Perdón.

—Un simple perdón no quitará nada, Aegon, Aemond. ¿En dónde están los niños?

—Están practicando con las zeptas.

—Bien. —dijo agachándose para tomar su zapato.

—¿A dónde vas?

—Con los guardias, les informaré que no pueden permitir la cercanía de Aegon a mis hijos.

—Nuestros.

—Dejaron de serlo en cuanto dañaste a una niña.

—¿Qué sucedería sí el bastardo de Dyana...

—¡Deja de hechar leña al fuego! —gritó Aegon. —¡Ese bebé no va a nacer!

—¿Igual qué Gaemon?

—Cállate.

—¿Quién es Gaemon?

—El hijo bastardo de Aegon.

—¿En dónde vive?

—En el lecho de pulgas.

—Quiero que traigan a la madre de Gaemon.

—Es imposible, falleció.

—Entonces traigan a Gaemon, Syr Osro, traigame sano y salvo a Gaemon, un niño igual a Aegon, pero inteligente.

—¡Oye!

—Enseguida mi princesa.

—¿Qué vas a hacer?

—Querías un hijo. ¿No? Hazte cargo de Gaemon.

—¿El bastardo?

—Nadie puede asegurarnos que no seamos bastardos, encontrarás a Gaemon, serás un padre presente para ese niño y te olvidaras de los mellizos y de Maelor.

—¿Qué pasa sí no encuentran a Gaemon?

—Lo encontrarán.

HOTD OSWhere stories live. Discover now