Parte 308

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Enfrentándose a la muerte y a quienes le servían, Drauko y sus hijos levantaron la mirada, negaron ceder, negaron la vida que venia como premio si se rendirán, y si era el caso, también aceptaban la muerte... pero no entrarían a ese abismo en silencio.

Si la muerte quería arrastrarlos a la nada, bien, que así fuera, pero antes tendría que arrancarle pies y manos, alas y colmillos, pues no le seguirían en paz, y hasta su ultimo momento, con la ira de sus ancestros contenida dentro de sus almas, lucharían para evitar su propia extinción.

Y aquellas criaturas, esos híbridos que eran la vergüenza de los dragones, rugieron ante sus enemigos, y sus gritos fueron acompañados por las voces del pasado. Los tres hijos mayores de Drauko tomaron el poder arrebatado a los jugadores y lo apuntaron en su contra.

Su carta de triunfo contra cualquier enemigo que tocara a su puerta.

Con fuerza, el mitad demonio desato el infierno que habitaba su corazón. Dio rienda suelta a la nada que le gobernaba y un domo blanco se formo sobre él.

-[¡Puertas del abismo!]- Recito Crem.

El sagrado fruto prohibido, nacido del ángel que una vez Drauko salvo, juzgo como indignos de la vida a los demonios que tocaban hoy la sagrada tierra de este mundo, y les tacho de invasores, nacidos de la voluntad de una diosa a medias, y les desterró.

-[¡La caída de los tronos¡]- Grito Tanisla con fuerza.

Y la tercera hija, aquella pequeña bribona que aspiraba a volverse un dragón, y quien fue la primera en robar aquel poder, pensó, que no había mejor arma contra los jugadores, que la versión reducida de la magia salvaje que alguna vez uno de los mas poderosos dragones desato.

-[¡Ruptura del alma!]-

Arue llamo un poder aterrador, incluso para su padre, un poder aterrador, y detrás de su figura, proyectándose sobre su domo blanco, parecía formarse la sombra de una parka, que miraba a los ojos cubiertos de la sirviente de lo divino.

Inconscientes de que una verdadera deidad estaba en camino de ser despertada, los hijos de Drauko pusieron todo de si, sin guardarse nada, creyendo que había vuelto aquella diosa que atentaba contra su título.

Aureole lo sabía, tenían que soportar 8 minutos, tan solo 8 minutos para que Aureole viniera, ignorando cualquier magia que a otros se los impidiera. Debian resistir 8 minutos hasta que la deidad de su templo pusiera sus pies sobre el suelo de este mundo... pero si debía serse sincera, prefería eliminar a sus enemigos, aquí, ahora, y sin mas espera, pues si Rubedo plantaba cara a los dragones, estos jamás volverían a atacar directamente, y el mundo tendría que ser reducido a cenizas para encontrar las aterrorizadas almas que llegasen a conocerla.

Y así se encararon, quienes debían, pero no querían esperar 8 minutos a que el refuerzo llegara, y quienes tenían que resistir hasta que los hechizos se activaran. Y una carrera contra reloj empezó...

Y las espadas, y las hachas, y las lanzas apuntaron a Drauko y a los niños detrás de él, pero aquellas armas se encontraban lejanas de sus objetivos, lo suficiente como para convertir aquella lanza divina en solo una amenaza vacía. Lo que los guardianes tenían en sus manos no eran armas, sino la esperanza de hacer daño a Drauko. No serian verdaderos artefactos de guerra hasta que el dragón estuviera al alcance de su filo, y por ello, llenos de valor, Shalltear y Cocytus se lanzaron contra el dragón, cargado con ellos la voluntad de no perder, pero también la arrogancia de creer que no podían hacerlo.

Overlord: Trinidad Caps 170-???Donde viven las historias. Descúbrelo ahora