Parte 271

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Cuando Momonga puso el fragmento de la estrella en manos del farmacéutico, este se vio a sí mismo y la posición que ocupaba en el mundo.

Nfirea se sintió pequeño, impotente, flotando en la inmensidad del abismo, a merced de la voluntad del vacío.

Cuando su alma y su talento se conectaron con la magia contenida en el objeto,  el chico supo que él no usaría este fragmento de la estrella, sino que sería usado por este. Nfirea no era más que un medio entre este objeto y la magia que contenía. Era apenas una herramienta.

Tan absorto y asustado estaba el joven Nfirea, que apenas pudo percatarse de que los guardianes y las tropas estacionarias del octavo piso lo habían rodeado.

-Cuando nos alejemos- Dijo la muerte, y haciendo al chico salir de su trance. –Cuando nos alejemos di: [Deseo de la estrella fugaz: elimina la maldición de este cuerpo]- instruyo Momonga.

Los supremos no se esforzaron en explicarle más al farmacéutico; no le dieron instrucción de como activar el ítem pues ellos mismos no sabían hacerlo. Para ellos era natural realizar sus hechizos. Invocar fuego o levantar no-muertos era tan sencillo como respirar. No comprendían cómo funcionaba la magia para los humanos de este mundo, así que para no confundirlo ni darle un mal consejo, solo se alejaron y dieron instrucciones demasiado básicas.

Sebas, Shalltear, Pandora's Actor y Demiurge rodearon al chico, y detrás de ellos se posicionaron los más poderosos de las tropas estacionarias del octavo piso. Eraban preparados para enfrentar lo que fuera, y más importante estaban listo para salvar a Nfirea si algo del cristal saltaba hacia él para matarlo.

Incluso Aureole, quien se había mostrado hostil con el chico, esperaba a lo lejos, preparaba para defenderlo con magias de apoyo. Y oculto, no demasiado lejos, se encontraba victim, esperando para saltar si llegaba  a ser necesario.

Nfirea, rodeado por monstruos tembló, pero conocía bien su papel. Este ítem que cargaba le decía el poder que contenía, y era un frio recordatorio de lo que esos tres conquistadores eran.

Cuando por fin los seres supremos se colocaron al lado de Enri, Nfirea acepto su destino.
-Momonga-sama... ¿Qué es eso?- pregunto Enri.

El overlord no supo saber si Enri se refería al cristal que tenía Nfirea en sus manos, o el cadáver que habían dejado a sus pies, así que con frialdad, dio una respuesta para cubrir ambos casos.

-Es una promesa que debemos cumplir-

Nfirea supo que no tenía opción. Las creaturas que le rodeaban... con solo respirar podían matarlo; no tenía forma de escapar, no tenía manera de negarse, e incluso si la tuviera, se ganaría la enemistad de la mujer por la que llego aquí, aquella que fue su razón para buscar problemas con los tres conquistadores.

-Enri... yo... si algo sale mal... solo quiero que sepas que... Te amo...-

Pensando que el final podría llegarle en este momento, el farmacéutico saco valor para declarar lo que por más de una década se había callado.

-Nfi...-

La voz de Enri tembló junto con su cuerpo. El amor que Ulbert quería usar como arma, resulto ser también dañino para ellos.

Antes de quebrarse, Nfirea tomo el cristal y dejo que la magia contenía lo poseyera. Sintió el gran poder del hechizo rodear su cuerpo, y en un segundo, el farmacéutico se convirtió en el núcleo del hechizo.

-[Deseo de la estrella fugaz: ¡Elimina la maldición de este cuerpo!]-

Nfirea lo sintió... ese sistema lógico que gobernaba este mundo, aquello que los humanos llamaban magia. Pudo sentir al mundo y la razón entrar en conflicto, y entonces...

Overlord: Trinidad Caps 170-???Where stories live. Discover now