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✭ [S] ☆

[Japón, un día antes]

Tsk— chasqueo la lengua con fuerza al aparecer frente a esa casa.

‹‹Volver aquí nunca ha sido de mi agrado. No desde que me fui››

Veo la enorme residencia tradicional japonesa alzarse frente a mí, la verdadera residencia Gojō, mi antiguo "hogar", donde crecí.

Todo sigue igual, madera por todos lados, el característico jardín, lujo tradicional, una enorme casa del Japón feudal en un maravilloso perímetro lleno de árboles antiguos. Mentiría si dijera que la casa no es hermosa, cuando una de mis propiedades es idéntica a esta.

Suspiro con pesadez al saber que tengo que entrar y encontrarme con el rostro de mis viejos.

No tengo nada contra mi madre, pero siempre se ha dejado manipular por mi padre y ni mencionar a mi abuelo. La única persona que parecía quererme sin tener un motivo oculto tras el niño de los "seis ojos" era mi difunta abuela quien lastimosamente estuvo entre la vida y la muerte desde que yo nací.
Ella me ofrecía cortas, pero buenas y entretenidas charlas jocosas cuando tenía un momento de lucidez y yo le contaba sobre mis travesuras diarias las cuales eran aclamadas por mi gente, pero ella me regañaba. Aun cuando hacía algo malvado, era celebrado por todos, excepto por ella y yo iba intencionalmente a escuchar su regaño porque era la única que me trataba como si fuera una persona normal.

—Tú no eres solo tus ojos —escuché la voz tierna de la anciana en mi cabeza y recordé como estuvo siempre enferma en aquel futón sin poder hacer nada más que hablar y aunque se sintiese mal siempre sacaba tiempo para contarme historias — no le hagas caso a esos viejos. No estás solo Satoru, no tienes por qué estarlo — ella me decía eso, pero todos me ponían en un lugar alejado de los demás.

Tenía razón, no estaba solo, la tenía a ella, pero ella murió dejándome solo en ese castillo que me tenía apresado.

Nací y crecí como un rey, teniendo todo lo que quería y pedía, tratado por los sirvientes como un dios, pero los reyes y los dioses a veces están solos.

Las personas no se acercaban a mí más que para servirme o admirarme de lejos, los niños del clan no jugaban conmigo y las señoritas me miraban enamoradas a distancia esperando ser algún día la señora de Gojō Satoru, el chamán de los 7 cielos.

Tontas, ni siquiera se acercaban a conocerme. – pero eso a ellas no les importaba, solo me querían por ser el apuesto próximo maestro del clan y que había nacido con todas las buenas habilidades de este.

Poco a poco mi personalidad se tornó en lo que me hacían pensar que era, un ser superior por encima de todos, perfecto, una divinidad.

Mi padre y mi abuelo sonreían orgullosos ante mi egocentrismo.

—¡Así te debes comportar, Satoru!

—Así es un Gojō de verdad

Ambos animaban mi personalidad retorcida y descarada que empezó a formarse desde pequeño e incrementó con el pasar de los años. Mientras mi madre me miraba a los lejos queriendo acercarse, pero no lo hacía pues mi padre se lo negaba y mi abuela que era la única con la cual hablaba íntimamente, pasando los mejores momentos de mi infancia, me advertía que ser así no me llevaría a ningún bien.

—Sí, sigues así terminarás siendo como tu padre y tu abuelo — dijo con dificultad desaprobando mi comportamiento extremista, pero mi complejo de dios ya se había desarrollado por completo. —Malos y mujeriegos. — bufó molesta. — debí quedarme con mi primer amor, aunque fuese de otro clan.

El Chico de la Venda en los ojos I & II (Satoru Gojo x OC)Where stories live. Discover now