[21]

3.5K 234 193
                                    

—𝕊𝕒𝕥𝕠𝕣𝕦 𝔾𝕠𝕛ō—

¡NOOOOOOOOO!

¿Por qué ella es así?

¡Ella juega sucio!

¡Eso no es justo yo había ganado, yo gané! ¡Tenía la victoria en mis dedos!

Mi mohín infantil mental se formó al segundo de verla. Prácticamente estaba pataleando en mí mente, porque ella no se podía dejar ganar, ni una sola maldita vez. Jamás pensé que podría verse aún más buena de lo que ya era.

¡No es justo que pueda ponerse eso y verse tan bien!

Si yo me pongo eso no me veo así y eso que soy hermoso.

Por alguna razón, quiero ponérmelo para comprobarlo.

Sacudí la cabeza, no es momento para pensar en eso. La vestimenta que carga, a ella no debería permitírsele usarlo. Es un pecado andante. Se ve tan erótica con eso y los otros dos están más que babeando por ella. Ni el respetuoso de Kuroo, ni él...

¿Qué pasó con el bro?

No te dejes engañar, lo está haciendo de maldad.

¡No me abandones!

Se lo comió Drossi en cuestión de nada...

¿Por qué demonios me fui?

No, no... ella me tiene que rogar.

Después de todo, yo le llevo la ventaja.

—Te ves bien, cornudita — puse mi sonrisa más desafiante, que disfrazara que aquello me afectó.

Un puchero apareció en su rostro al ver que mi reacción no era la que ella quería. Caminó hacia nosotros a paso de modelo.

Hasta eso lo hace bien...

¿Qué carajos le dan de comer en la isla Zahard?

¿Son los patacones verdad?

—¡Androssi! — Kuroo soltó más que un suspiro y lo entiendo.

Lo entiendo. No sé cómo mi voz salió tan tranquila, retadora y perfecta. Ella es peligrosa y no solo porque me pueda golpear en las bolas y romper mi perfecto perfil.

¡ELLA ES EL DEMONIO EN PERSONA!

Con razón se lleva tan bien con Sukuna.

—Deberías cambiarte — le dijo en tono tosco, pero aun babeaba el rubiecito.

—O ponerte algo encima, Drossi, digo si quieres— agregó Kuroo tragando saliva como por décima vez.

—¿Por qué tiene que cambiarse? — me incliné hacia delante para que mis lentes cayesen un poco y dejara que ella viera mis ojos. Mis ojos, que ni por la puta, demostrarían que me había afectado. —Ella puede usar lo que le venga en gana, ¿No cariño?

El puchero en su rostro aumentó.

Perfecto.

—Tienes razón — agregó Kuroo, que parecía recién salido de un trance, pero el Tsumito estaba más que molesto.

A ninguno de los tres nos agradaba que ella anduviese paseándose así por allí, pero lo que dije fue cierto ella puede usar lo que se le venga en gana.

Drossi se sentó en medio de Kuroo y mío, pasé mis brazos por encima de sus hombros y la atraje a mí. Se ruborizó al instante.

Jum, no ha pasado nada desde que te toque. Je je je je je. ¿Aun te afecta verdad?

El Chico de la Venda en los ojos I & II (Satoru Gojo x OC)Where stories live. Discover now