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Satoru miraba ansioso como Androssi sacaba las bandejas de galletas recién hechas del horno, dejando que el lugar se inundara con un delicioso aroma.

—¡Dame una, quiero una, dame una! — dijo goloso intentando sacar galleta de bandeja.

—¡Que te vas a quemar!

—No puedo quemarme, tonta.— protestó algo molesto. Ella paseaba las galletas justo frente a él cuando a él se le hacía agua la boca.

—¡Satoru, espera a que se enfríe!— dijo irritada colocando la bandeja en la mesa para que se aireara y sacar las otras. —¿Enserio?

La chica miraba como el albino que se había colocado los lentes sobre su cabeza estaba con los ojos cerrados y en solo segundos había terminado con ¼ de galletas.

—Lo siento— sonrió ampliamente haciendo que más migajas cayesen por su cara y ropa.

No siento nada, estas galletas están deliciosas.

Pensó mientras se robaba un par más.

—¿Qué eres? ¿un niño?. ¿No pudiste esperar unos minutos?— ella se acercó a él, saco un pañuelo de su delantal y le empezó a limpiar su ropa. Gojō se sobresaltó abriendo sus ojos por el acto de la chica. — Comes como un cerdo... Estas todo sucio mírate.

Ella llevó el pañuelo hasta la mejilla del mayor para limpiarla e inconscientemente se quedó embrujada por ese peculiar iris que parecía el mismo cielo.

Sus ojos son hermosos... era lo único en lo que ella podía pensar.

Él se quedó estático ante la cercanía de la castaña y sus mejillas ardieron sin poder evitarlo.

Está muy cerca... pensó sorprendiéndose de sus repentinos nervios.

Ella limpio con suavidad la mejilla del albino sin dejar de mirarlo a los ojos y él se quedó estático sin saber que estaba hipnotizado por los ojos color ámbar de la chica. Trago saliva preocupado por sus pensamientos.

¿Por qué no me afecta?

¿Cómo puedo mirarla tan directamente?

¿Por qué me siento tan bien mirándola?

El albino de forma inconsciente llevo su mano a la de la chica en su mejilla y la presionó un poco para que los dedos de ella rosaran su rostro. El roce suave y cálido de la castaña hizo que sus mejillas ardieran más y le hizo sentir algo que no entendía del todo, él solo sabía que quería seguir sintiendo esas suaves caricias en su rostro. Él se inclinó para estar más cerca de ella y ella no se movió, estaba completamente hipnotizada tanto por los ojos cielo como por la calidez de la mano del mayor sobre la suya lo que causó un sonroso casi invisible. Ambos se aproximaron lo suficiente como para respirar el mismo aire y a cada milésima de segundo que pasaba la cercanía era más como sí existiera un campo magnético obligándolos a disminuir distancia cada vez más.

—Eh, viniste bro.

Ambos chicos se separaron rápidamente al escuchar la voz de Kuroo.

—Kuroo — suspiro ella.

Mierda, casi lo besó... pensó ella sintiéndose estúpida por las tantas veces que lo ha rechazado y que justo ahora, ella estuvo a punto de besarlo.

Androssi miró al pelinegro que al parecer no se había percatado del momento que había interrumpido y Gojō por primera vez en su vida estaba en aire intentando procesar todo lo que sintió hace unos segundos.

¿Qué diablos fue eso?

Él se llevó una mano al corazón, sintiendo una agitación extraña en su corazón.

El Chico de la Venda en los ojos I & II (Satoru Gojo x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora