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Advertencia: Cap +19 . Leer bajo discreción propia.

Aunque siento que no se me da tanto escribir los lemons, aquí va otro pequeño. JAJAJAJA que risa. Aquí conocerán el lado pervertido de Androssi y algo mas de ella.

—𝔸𝕟𝕕𝕣𝕠𝕤𝕤𝕚 𝔸𝕘ü𝕖𝕣𝕠—

¿Cómo llegue aquí?

Estoy en una habitación desconocida, de nuevo, pero esta vez es de día. Lo sé, porque el ventanal de la lujosa habitación de hotel tiene la cortina abierta dejando entrar toda la luz posible del mediodía.

El dúo dinámico estaba frente a mí, sí porque ahora son buenos amigos de la nada, no entiendo cómo, ni cuándo, ni dónde.

Ambos en la cama, mirándome atentos, esperando una respuesta, otra vez...

Por alguna razón todos estamos bebidos en pleno medio día.

—¿Si tuvieras que elegir a uno cuál sería? — insistió Kuroo, que al igual que Satoru esperaba mi respuesta.

—¿Por qué tiene que elegir? — dijo el albino. A lo que yo y Kuroo no pudimos evitar mirarlo con los ojos abiertos, pero de repente y para mi sorpresa Kuroo cambio su expresión de sorprendido a una cómplice.

—Si no quieres elegir no lo hagas — soltó.

¿Qué diablos es esta situación? – pensé al verlos a ambos.

—No nos molesta — dijeron a la vez. — ven.

Cada uno tomo una mano y me jaló hacia ellos. De alguna forma termine sentada en un muslo de Kuroo y uno de Satoru, mi torso estaba en garras de Satoru y mis piernas en las de Tetsurō.

—Esperen, esperen — empecé a balbucear todo — ¿Qué esta pasando? ¿Qué estamos haciendo?

—¿Nos es obvio, hermosa? — dijo Tetsurō mirándome perverso mientras empezaba a acariciar mis piernas bajo mi vestido.

—Te llenaremos de placer — sonrió Satoru perverso.

—Hasta que mueras, pequeña puta — agrego esta vez una tercera voz, que hizo que me recorriera un escalofrío de temor por el cuerpo, pues la reconocía.

Miré tras de Satoru y allí estaba él de rodillas en la cama, la versión malvada y sensual de Itadori que nunca había visto pero con la que coqueteaba cada vez que podía. Como por arte de magia que tal vez fue obra de Satoru o la maldición, la cortina se cerró, dejándonos solos en aquel cuarto algo oscuro con luces tenues y cálidas. Sukuna estaba sin camisa, al igual que aquel par. Podía ver todos esos abdominales bien marcados y cerca a mí. La blanca piel de Satoru con su perfecta entrada que quería descubrir y su paleta de chocolate blanco marcadísima como si aquel hombre realmente hubiese sido esculpido por los dioses o más bien era un Dios griego. Los abdominales de acero de Kuroo que me gustaba tocar y sentía bajo mi trasero aquellos grandes y fuertes muslos de deportista que me encantaba apretar y sobre los cuales amaba dormir y por último él.... La maldición que era jodidamente sexy, ese cuerpo tan fornido, esa sonrisa malvada, esas sexys marcas y esos ojos rojos que me miraban con lujuria pura así como los otros dos.

¿Cómo llegue a esto?

Tengo miedo...

La maldición me rasgo la camisa del vestido con sus uñas, dejándome completamente desnuda frente a esos tres lobos hambrientos a los que yo misma había provocado. Acto seguido Satoru empezó a besarme, no era gentil, ni mucho menos amable era violento como si quisiera devorarme completamente como si me necesitara de forma descomunal.

El Chico de la Venda en los ojos I & II (Satoru Gojo x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora