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Satoru se acercó a la castaña, que llegaba al campo de entrenamiento hablando de forma muy familiar con el serio director del colegio.

—¡Androssi! — Nobara se acercó a ella y prácticamente se le tiró encima.

—Kugisaki recuerda que estuvo herida — le dijo el director. —Bueno, la dejo con ellos... espero que la traten bien.

—Lo siento, lo siento ¿Cómo estás?... el uniforme te queda demasiado bien, debería venir aquí y quedarte con nosotros... ¿Cómo te sientes? ¿Lo matamos? — y allí la acribilló con preguntas una tras otra. Mientras ella contestaba y el resto se acercaba a saludarla. — Nos hemos Maki san y yo nos hemos encargado de recordarle lo idiota que es cada día — dijo Nobara señalando a su sensei con su barbilla.

—Cada vez que lo vemos — agrego la peliverde.

—Un día lo corretearon con cuchillos — Panda.

—¡Fue un día divertido! — dijeron ambas féminas al unisonó.

—Fue molesto — soltó el albino por lo bajo, el cual había estado callado en todo momento mirando lo que hacía Androssi y pensando en como actuar para no molestarla.

—Sujiko— Inumaki hizo una seña con su mano como si comiera algo —¿?

—No Tōge, no traje galletas.

—Baka — Maki le dio una zape — ¿no ves que la secuestraron y que estaba en la enfermería?

—Mentaiko ¿Takana? — la miró con sus grandes ojos violeta lo que hizo que Androssi lo abrazara por la ternura que expresa aquel ser, cosa que hizo que el menor se sonrosara por el acto.

El albino mayor no se sorprendió, pues ella era muy cariñosa, pero le causó un pequeño y nuevo sentimiento en el corazón ver aquella escena.

—No te preocupes — dijo ella mientras le revolvió el cabello blanco — ya me siento mejor, puedo hacer galletas más tarde.

El pequeño albino asintió de forma tímida.

—¡Yo también quiero galletas! — dijo Panda.

—Me sorprende que puedas comer. — dijo indiscreta, pues había averiguado que Panda en realidad era un muñeco hecho por el director durante sus tantas conversaciones con él.

—¡Soy un panda sorprendente! — dijo orgulloso haciendo una posa en la que ponía ambas garras en su cadera y miraba al cielo. — Drossi, ¿Quieres ayudarnos con nuestro entrenamiento?. La vez pasada nos ofreciste muy buenos consejos.

—Pero creo que es mejor que solo mires, es muy reciente lo de... — agrego Megumi.

Los chicos continuaron con su entrenamiento. Satoru se sentó en las escaleras del templo frente a la cancha y ella se quedó parada observándolos. Ambos a una distancia prudente, pues ella no quería estar cerca de él y lo sabía perfectamente, pero la estaba mirando a ella... prestándole atención solo a ella y todo lo que hacía. Como hablaba con los chicos, reía con ellos y daba sus opiniones.

—Ten.

—¿Eh? — se sorprendió ella de repente al escuchar la voz del mayor tras de ella y luego al ver lo que hacía. Había ido a buscar una silla a quien sabe donde y la estaba abriendo detrás para que ella estuviese más cómoda. — Gracias.

El albino solo le sonrió, desapareció frente a ella unos instantes y regresó.

Nunca me acostumbraré a eso- pensó ella.

La chica se asombró más cuando vio lo que aquel hombre llevaba en sus manos, más concretamente una gran bolsa que ponía en el centro el dibujo en negro de un taco donde arriba de este ponía "El riconcito" y bajo el "No te achicopales". A Drossi se le hizo agua la boca, al sentir el olor de la comida mexicana aún a través del empaque...

El Chico de la Venda en los ojos I & II (Satoru Gojo x OC)Where stories live. Discover now