Capítulo 30 - Segunda Parte

47 9 0
                                    

 El anciano entonces se dispuso a seguir el relato:

Los chicos no estaban muy convencidos con eso de tener que buscar dentro de sí mismos. Sin decirlo en voz alta, pensaban que se metían en un terreno de subjetividad que no era comparable con lo que habían venido haciendo hasta ese momento, que era descubrir campanas y utilizar la lógica. Sin embargo, nada objetaron porque de todas formas nadie podía proponer algo mejor. Naoki, finalmente se acercó a Satori:

—Eh... Satori...

—¿Sí, Naoki? ¿Qué quieres?

—Eh... Disculpa... dos cosas: una, que todavía no sé qué debo buscar; y dos, que aunque lo supiera, no sé cómo hacerlo.

—Entiendo... No te preocupes, Naoki.

—Pero yo quiero ayudar, Satori.

—Lo sé, lo sé... Bueno, vamos a ver... ¡Hey, Kota! ¡Ven!

—¿Qué pasó, Satori?

—Que Naoki quiere que le explique este asunto de buscar dentro de nosotros mismos, y según lo que dijiste, me parece que la explicación puede serte útil, también.

—Ni que lo digas, Satori. Ya sabes que no se me da bien esto de filosofar.

—Pues bien. Veamos... Naoki: piensa en algo que sea bueno y dímelo. Lo tomaremos como ejemplo.

—Eh... Kota.

—¿Qué? ¿Kota es bueno? —preguntó Satori.

—Sí —contestó el chico.

—A ver, a ver... me tomaste por sorpresa... pero, ¡venga! Da igual. ¿Dices que Kota es bueno por alguna cualidad que tiene?

—Sí, por supuesto. Por ejemplo...

—Espera, espera... no me las digas todavía. ¿Cómo sabes que las tiene?

—Porque las veo, Satori; digo... las puedo apreciar.

—Entonces, Naoki (y aquí viene lo importante), ¿cómo sabes que esas cualidades hacen que Kota sea bueno?

—¿Cómo?

—Sí, Naoki. Dices que Kota tiene ciertas cualidades que te dicen que es bueno, ¿cierto? Por eso, ¿cómo sabes que esas cualidades significan que Kota es bueno?

—Eh... no lo sé, Satori. Nunca lo había pensado... Yo sólo veo que Kota es tierno, que es dulce y cariñoso (aunque él diga que no, que es sólo un tosco leñador) ... y eso lo sé porque he oído sus palabras y sus gestos, que lo muestran amable, tierno, dulce y cariñoso. Y eso sin mencionar que es fuerte y valiente... y muy, pero muy, guapo.

—Muy bien... aunque creo que algunas de esas cualidades no tienen que ver con la bondad, pero... bueno, ¡qué vamos a hacerle! Sigamos: aquí, Naoki, como puedes apreciar, hay un par de cosas a las que debes prestar atención, que son como dos caras de la misma moneda, se podría decir: Como Kota es bueno, eso lo hace actuar con bondad (las palabras y gestos que mencionas); pero al mismo tiempo, tú que no eres Kota (estás «afuera» de él, por así decirlo) no puedes ver su bondad directamente sino a través de sus palabras y acciones. Ves esos signos externos y llegas a la conclusión de que Kota es bueno. ¿Vamos bien?

—Sí, te voy entendiendo.

—Ahora avancemos un paso más: ¿qué te lleva a concluir que esos gestos y palabras muestran «bondad» y no «egoísmo» o «maldad»? Por ejemplo.

—¿Eh? Satori... eso no lo sé...

—Piensa un poco... inténtalo.

—Eh... Porque... no hacen daño... al contrario... no sé cómo decirlo, Satori... eh... Porque... ayudan... Hacen sentir bien a las personas... construyen algo bueno... eh... ¡Rayos! ¡Qué difícil! Satori... para mí... ser bueno es algo mucho más sencillo... lo veo y ya... lo siento y ya...

Las Siete CampanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora