Capítulo 9 - Primera Parte

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 Cuando escuché que dijo que no, sentí un gran alivio. Suspiré profundo y dejé salir todo el aire de mis pulmones como si con él salieran todos esos temores, preocupaciones e incertidumbres que me estaban volviendo loco.

Saqué la conclusión de que todas esas actitudes extrañas de Hiroshi se debían a que le gustaban los chicos y que sentía una gran vergüenza por eso. Que si yo me daba cuenta me iba a decepcionar y lo iba a odiar. Yo creía no tener ningún problema, ni que me molestara eso de las relaciones entre muchachos, así que por ese lado, Hiroshi podía estar tranquilo porque ese aspecto de su personalidad no me iba alejar de él... bueno... eso creía. Sin embargo, y considerando que él se sentía incómodo conmigo o ante mí, por ese tema, creí prudente ni siquiera mencionarlo, tanto más cuanto había dicho (en el momento en que estaba delirando y me confundió con Satori) que por eso estaba sufriendo.

Habiéndose aclarado ese asunto, decidí volver a tratarlo como siempre y no intentar más nada estúpido como esa cuestión de «hacerlo más hombre». Mi madre tenía razón (como siempre): Hiroshi no era un pino, sino un cerezo. Pero como todo esto, de alguna forma lo estaba haciendo sufrir, también decidí que iba a estar atento para evitar, en la medida de mis posibilidades, que sufriera aún más. Tenía que hacerle saber, de formas muy sutiles, que el hecho de que él fuera así, no me molestaba ni me iba a alejar de él. Todo sin ponerlo en evidencia, obviamente.

—Entonces, no hay ningún problema —le dije dándole una palmada en su espalda y sonriendo para darle confianza—. ¿Ves? Fue muy fácil y no tenías nada de qué preocuparte.

Hiroshi bajó su mirada a las mantas con lo que parecía vergüenza o timidez.

—¡Ánimo, muchacho! Que de ahora en adelante todo estará mejor y ya no habrá razón alguna para que me enoje —le insistí con otra palmada, un poco más fuerte. Levantó la mirada y me sonrió, dejando también escapar un suspiro de alivio.

—Tan pronto estés plenamente recuperado, volveremos a ver al Maestro para que nos termine de contar la historia. No solo sé que estará encantado de saber que ya estás bien, sino que... (hice una breve pausa al darme cuenta de que iba a mencionar el asunto del romance entre Keisuke y Satori pero pude detenerme a tiempo) ...tenemos seis campanas por descubrir, un mundo que salvar y aprender a ser sabios.

—¿De veras quieres oír el final de la historia, Takeo? —me preguntó con cierta inseguridad.

—Por supuesto, Hiroshi... ahora no me la quiero perder por nada del mundo.

—Muchas gracias, Takeo, porque yo también quiero saber cómo termina. ¡Ah! Y prometo que cuidaré mis preguntas para no molestarte más.

—Ya te dije que no habrá más problemas, Hiroshi; así que tú pregunta lo que a bien quieras.

—¿Estás seguro, Takeo?

—Hiroshi, ¿por qué estás dudando de mi palabra?

—No dudo, Takeo, es que no quiero...

—¡Ya, ya, ya! —le interrumpí—. Ahora lo que hay que hacer es que descanses, comas bien y te recuperes.

—Gracias, Takeo.

—Y cuando caliente un poco más el sol, te voy a bañar.

—¡¡¡¿Qué?!!! —preguntó casi fuera de sí.

—Es broma, Hiroshi, es una simple broma —le dije riendo mientras recogía el servicio que le había llevado a la cama.

Hiroshi ya estaba recuperado, según mi punto de vista; pero mi madre insistía en que ese era un proceso más lento que lo que yo creía. Por eso, al día siguiente, solo le permitió levantarse un rato a media mañana y sentarse a tomar el sol de antes del mediodía, pues las temperaturas seguían bajando, rumbo como íbamos, al solsticio de invierno. Durante ese rato, yo estuve con él por momentos intermitentes; no quería que un contacto prolongado llevara a silencios incómodos o a forzar una conversación que él no quisiera y que yo, medio bestia como soy, probablemente hubiera provocado. Tenía pensado hablar de cualquier cosa menos de romances, chicas, chicos ni nada que se les relacionara. Sin embargo, Hiroshi conservaba un aire melancólico que no parecía superar. Me sonreía, hablábamos, pero no era el mismo Hiroshi luminoso y alegre de antes de su experiencia en la montaña.

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