Capítulo 20 - Segunda Parte

46 9 0
                                    

 —Maestro —dijo Hiroshi—, eso no hubiera pasado si Kota hubiera tratado a Naoki con cariño, ¿no es cierto?

—Hiroshi... ya estás agregando datos de tu propia cosecha —le dije—. El problema versaba sobre la consideración y la amabilidad, no sobre el cariño. Uno puede ser considerado y amable y eso no tiene por qué ser interpretado como cariño.

—Pero Takeo, si Kota hubiera sido más cariñoso con Naoki y le hubiera cubierto con una manta al ver que el chico sentía frío, ellos no hubieran desaparecido.

—Eso está claro —agregó Satou—. El cariño implica la consideración y la amabilidad.

—Pero no a la inversa, Satou —le dije—. La consideración y la amabilidad no implican cariño.

—Cierto —concedió Satou.

—Pero Takeo, aunque lo que dices es cierto, ¿qué le costaba a Kota ser más cariñoso con Naoki? —preguntó Hiroshi.

—¿Por qué no me preguntas qué le costaba a Kota ser más considerado y amable? ¿Por qué insistes en atribuirle cariño? Bueno... es una pregunta idiota la que hago —dije—. Tratándose de ti, Hiroshi, no veo por qué te hago una pregunta tan estúpida.

Hiroshi, pasando por alto mi comentario, volvió a preguntarle al ermitaño:

—Maestro, yo creí que Kota era mejor persona. ¿Por qué se comportó así?

—No creo que Kota haya cambiado, Hiroshi —dijo Satou—. La conducta de Kota, que tú hallas inadecuada, es sólo en relación con Naoki; y a mi parecer, no ha sido incongruente.

—Lo que pasa, Hiroshi —le dije—, es que tú casi quieres obligar a Kota a que corresponda el interés romántico que Naoki tiene. Quieres que este nuevo romance comience y se desarrolle plenamente y hasta sus últimas consecuencias... ¡Ah! Y lo antes posible.

—Takeo... yo solo quiero entender qué es lo que pasa con Kota... qué siente y por qué.

—¡Ja! Eso dices tú. Como si no te conociéramos. No hay nada extraordinario de entender, Hiroshi. Kota es un hombre de verdad y por lo tanto, no está interesado en Naoki. Si el chico se comportara normalmente, Kota no se vería obligado a ponerlo en su lugar a cada momento, y...

—Espera, espera, Takeo —interrumpió Satou—. ¿Qué quieres decir con eso de «un hombre de verdad»? Según tú, ¿acaso Satori o Masaru no eran hombres de verdad? Sin mencionar a otros que podrían sentirse ofendidos con semejante afirmación.

—Un momento, muchachos —interrumpió el Maestro al notar que la discusión podía pasar a niveles inapropiados—. Creo que están discutiendo sobre la superficie de la pregunta de Hiroshi y no sobre el fondo.

—¿Cómo así, Maestro? —preguntó Satou.

—Sí. La pregunta de Hiroshi versa sobre las virtudes de Kota. El chico considera que Kota se ha mostrado siempre virtuoso, en particular en relación con la consideración y la amabilidad (sin descontar sus otras virtudes, como la justicia, la sinceridad, la dedicación, la solidaridad y demás).

—Maestro, aunque trates de encauzar lo planteado por Hiroshi, lo cierto es que el chico cuestiona el cariño de Kota por Naoki —le dije.

—Puede ser cierto, Takeo; pero como dije, eso es solo la superficie —dijo el anciano—. Creo que el fondo de la cuestión radica en si alguien puede ser virtuoso en algunos casos sí y en otros no. O mejor aún, si una virtud puede ser aplicada en ciertos casos y no aplicada en otros, o con respecto a unas personas y no con respecto a otras.

—¡Vaya, Maestro! En verdad no sé cómo haces para sacar algo tan profundo de un comentario tendencioso de este chico majadero —dije.

—Entonces, Takeo, medita sobre si una virtud no aplicada, sigue siendo virtud o no —me dijo.

Las Siete CampanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora