Capítulo 17- Primera Parte

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 Cuando los cuatro llegaron a la choza de Keisuke, arreglaron las mantas para disponerse a dormir, acomodándose Kazuya y Masaru en el cuarto que antes pertenecía a la madre del chico. A lo lejos se oían algunos truenos esporádicos y había comenzado a soplar una brisa persistente.

Satori se acostó boca arriba y Keisuke junto a él, de lado; tenía su cabeza recostada en su hombro y con su brazo cruzando el pecho, le tomaba la mano.

—Satori...

—¿Qué, Keisuke?

—Sigo pensando en todo esto de las campanas y...

—No pienses más, mi niño. Ahora descansa y duerme.

—Pero... había dicho el señor Tagawa que la leyenda decía que eran siete campanas y...

—Está bien, si insistes, entonces dime.

—Gracias, Satori. Decía que eran siete campanas y eso parece ser cierto ya que hemos descubierto cuatro de ellas.

—Pero si bien hemos descubierto cuatro, Keisuke, en realidad no sabemos todavía si son las campanas del templo de la leyenda, aunque todo pareciera indicar que sí.

—Por eso. Supongamos que son las campanas de la leyenda y supongamos que encontramos las otras dos...

—Tres, Keisuke. Recuerda que eran siete.

—Sí, lo recuerdo, pero también pensamos que la séptima quizás fuera la más difícil o algo así; por eso digo solo dos más.

—¡Ah! Ya te entiendo, sigue.

—Supongamos que encontramos las seis... o no... está bien, no importa. Supongamos que encontramos las siete, como tú dices... entonces ¿qué haremos?

—¿A qué te refieres, Keisuke?

—Sí, cuando ya sepamos dónde están las siete y hayamos leído sus nombres y consignas... ¿qué haremos? ¿Las juntaremos todas como estaban originalmente? ¿Construiremos otro templo para ubicarlas?

—¿Otro templo?

—Sí, Satori. ¿O reconstruiremos el templo original, en lo alto del monte Midori? ¿Qué crees que sería lo adecuado?

—Reconstruir el templo... —dijo Satori.

—¿Eso sería lo mejor?

—¿Eh? ¡Oh! No, Keisuke, no lo sé; solo lo dije como pensando en voz alta. Pero, Keisuke... todavía no sabemos a qué dios estaba dedicado el templo, ni cómo construirlo.

—Pero tú eres muy inteligente, Satori. Yo sé que puedes seguir el patrón de agujeros que había en la explanada y con eso sacar, por lo menos, la planta; y tomando en cuenta la altura de las campanas, también puedes sacar la elevación que debería tener. No sé... algo así.

—Sin embargo, Keisuke, recuerda que se dijo que las campanas estaban a la entrada, y eso no significa que fuera a las puertas del templo ni en su interior. Bien podrían haber estado afuera, a un lado, o incluso al frente, pero fuera de la estructura principal.

—Es cierto... perdona, estoy hablando sin saber de esas cosas.

—No, no. Está bien, Keisuke. Porque aunque no podamos resolver en este momento dónde irían las campanas, de todas formas eso que preguntas sobre qué hacer después de que las encontremos todas, es algo que tendremos que contestarnos tarde o temprano.

—Entonces... ¿no te molesta que esté pensando así?

—No, precioso... para nada. Solo quiero que no te preocupes; por el contrario, quiero que estés tranquilo y te sientas en paz; y en la medida en que se pueda, que seas feliz. Cuando acabemos con todo esto, elegiremos un lugar bonito en las afueras del pueblo y construiré una casa fuerte y linda para que vivamos los dos, como símbolo de comenzar una nueva vida juntos.

Las Siete CampanasWhere stories live. Discover now