Capítulo 10 - Primera Parte

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 De la misma manera en que había sucedido en otras ocasiones, si los muchachos estaban confundidos con el episodio de los lobos, el dios lo estaba aún más. Al igual que los muchachos, estaba impresionado por lo sucedido con los animales, cuya conducta no podía explicarse tan fácilmente, aún y cuando no era nada contrario a su naturaleza. También sabía que Keisuke había hablado con ellos, pero nunca escuchó que los lobos le contestaran o preguntaran. Además, si los animales fueran custodios del templo, esa era una tarea que alguien les debió haber asignado y él no sabía si eso era cierto y en su caso, quién lo habría hecho. De todas formas, debía haber sido una tarea conferida hacía mucho tiempo por lo que, si ya no había templo, tampoco tenía sentido que los lobos siguieran cumpliéndola. Se inclinó por pensar que todo eso era una treta de la mente de Keisuke y producto de su delirio, pero no la descartó totalmente. Sin embargo, lo que más le había impresionado fue la actitud de Satori. No solo imploró su ayuda de rodillas, aún sin conocerlo pero basado en la fe que le atribuía a Keisuke, sino que se ofreció a sí mismo para salvar al muchacho. Y no había sido ninguna fanfarronada, pues no solo lo dijo ante un dios, sino que fue directamente hacia los animales para cumplirlo.

—Takeo... ¿puedo? —me preguntó Hiroshi; cumpliendo su promesa de no interrumpir el relato contra mi voluntad.

—¡Ah! Hiroshi... pregunta lo que quieras, ya te lo había dicho. No tienes que pedirme permiso para eso.

—Pero Takeo...

—Hazlo, no te preocupes más.

—Está bien... Maestro... El amor que sentía Keisuke por Satori... eh... ¿en realidad puede considerarse distinto del que sentía por el dios y por eso le dijo a los lobos que no debía compararse?

—Hiroshi —le contestó el Maestro—, ¿tú amas a la madre de Takeo?

—Como si fuera la mía propia, Maestro.

—¿Y a Takeo?

—¿Eh? Eh... también Maestro, tú lo sabes bien.

—¿Y por amar a uno debes dejar de amar a la otra?

—No, Maestro, no veo por qué... ¡Ah! Ya entiendo...

—El amor que sientes por Takeo es distinto, ¿verdad?

—Sí, Maestro, a Takeo...

Pero Hiroshi se interrumpió, bajó la vista al suelo y evitó mirarme. Su rostro volvió a apagarse y eso me devolvió al estado en que estábamos antes de la conversación aclaratoria.

—A mí, ¿qué, Hiroshi? —pregunté y me escuché el mismo tono amenazante de los interrogatorios y torturas anteriores.

—A ti... Takeo... como... mi hermano mayor —dijo siempre con la vista clavada en el suelo rocoso.

—Muy bien, Hiroshi... tal como debe ser —dije y me arrepentí de esa última parte, pues si bien lo creía así, fue absolutamente innecesario ponerla de manifiesto.

(Realmente, así como al dios, a mí también me había impresionado que Satori hubiera llegado a amar tanto a Keisuke que estuviera dispuesto a dar su vida por él. Pensaba que el amor entre muchachos era como una amistad especial, más fuerte e íntima que las otras, y que si alguna distinción cualitativa pudiera tener, era la sexual —punto este que, en el fondo, me molestaba mucho—... pero, en fin.. Creía que una pareja de muchachos, al comportarse como novios, deberían tener ese tipo de intimidad. Habría uno que fuera como el marido, más fuerte y jefe de familia, y otro sería como la chica, más débil, dulce y sumiso. Satori y Keisuke encajaban a la perfección en ese esquema; pero Masaru y Kazuya no, aunque no me quedaba duda de que se amaban de esa manera, o sea, como más que amigos, como pareja. Y el amor que el dios podría sentir por Keisuke, sobre cuyo romance tanto alegué en su momento, tampoco me coincidía, pues a pesar de que Keisuke podía ser «la chica» de la relación, el dios era el dios, y aunque fuera más masculino, fuerte y todo eso, no encajaba con un «marido» común y corriente pues al fin y al cabo era un dios... y si de intimidad se tratara, debería materializarse cada vez que quisiera... pero quité esa imagen de mi mente, pues me pareció bastante irreverente para con las deidades. De todas formas, el punto era que estaba impresionado porque el Maestro hubiera puesto en esta historia un elemento tan dramático como ese de Satori ofreciendo su vida por su chico amado, lo cual nunca se me hubiera pasado por la mente. Pensé también que Hiroshi estaría encantado con ese giro y di gracias en mi interior porque los lobos no lo devoraran, pues si Satori hubiera muerto por salvar a su amor, no creo que hubiera fuerza en este mundo capaz de consolar a Hiroshi.)

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